Con más reflexiones sobre sistemas de proporción, cálculos y sistemas de construcción de los instrumentos, concluye esta charla con el laudero Nahum Landa
El inventor de sonidos
Creo que soy uno de los pocos lauderos que puede presumir que en todas las orquestas [sinfónicas] de México, en todas, hay violines, violonchelos y violas míos, yo vendo a toda la República y no tengo ni siquiera que desplazarme, nada más me hablan, me dicen qué instrumentos tienen, qué características de sonido quieren, si no lo tengo lo construyo, lo empaqueto, lo envío y listo.
Eso es porque yo me he salido un poco de lo estándar, la mayoría de mis colegas, no es por menospreciarlos, trabajan bien pero no han querido entender que la laudería no es lo que les dijeron en las escuelas, es otra cosa, el ámbito laboral profesional es muy distinto al escolar. Crean instrumentos con el mismo sistema que aprendieron en la escuela, tienen una sola forma de afinar tapas y fondo. Afinar quiere decir la distribución de los espesores, no el grosor, el grosor es calibrar, afinar es cómo vas a dejar esos grosores, en qué partes es importante y en qué partes no. Ellos construyen con un solo sistema que les enseñan en la escuela y así se pasan toda la vida, yo tengo 16 formas distintas de afinar un instrumento, es una combinación de cuatro, 4 × 4=16 entonces yo puedo saber cómo va a sonar mi instrumento cuando ya he decidido cómo voy a afinar mis piezas. Al tener una variedad distinta de afinaciones, tengo 16 formas distintas de que suene el violín.
Un laudero no es un constructor de muebles, es un diseñador de sonidos, esa es la definición correcta de laudero entonces lo que hice yo fue salirme del estándar, buscar cuál es el sonido que todo mundo quiere. Si le preguntas a los músicos viejos, a los maestros de música, cuál es el mejor sonido del violín, todos te van a decir lo mismo:
-Es el sonido italiano
-¿Y cuál es el sonido italiano?
-Pues el sonido de los violines de Cremona del siglo XVI, XVII y XVIII
-¿Quiénes son los mejores constructores?
Te van a decir Stradivari porque ese es el más popular pero hay mejores, los Guarneri del Gesú son mil veces mejores que los Stradivari y hay una serie de lauderos no conocidos del periodo que son mejores, acústicamente hablando, que el mismo Stradivari porque ellos no cambiaron los modelos matemáticos, ellos los construyeron igual.
Ese es el sonido que todo mundo quiere, ¿cómo hacer para conseguir ese sonido?, dicen los músicos, erróneamente, que es el tiempo pero no, el tiempo no da el sonido, el tiempo, al contrario, deteriora el sonido del instrumento, la madera es un material orgánico y tiene un límite, un instrumento, entre más viejo, menos suena, tiene calidad pero el sonido va disminuyendo por el índice de elasticidad que tiene la madera, ése se pierde con el tiempo, es como nosotros, entre más viejos, menos elásticos somos, exactamente lo mismo sucede entonces es mentira que un violín entre más viejo, más suene.
La Santa Cruz
Cuando tuve la oportunidad de trabajar en Suiza, lo confieso, fui constructor y también restaurador porque es lo que me pedía el dueño del taller y, sí, lo hice pero ahí llegaban instrumentos muy importantes: Stradivari, Guarneri y toda la bola de instrumentos que te puedas imaginar.
Un día llegó un Santo Serafín (Santo Serafín fue un constructor de Venecia del siglo XVIII) original, intacto, así lo encontraron en el sótano de una casa en Venecia y fue a parar al taller para que se arreglara, se certificara y se vendiera como un instrumento importante. A mí me tocó desarmarlo, armarlo, ponerlo listo para ser usado. El formato original era barroco y me encontré con el brazo corto, yo tenía necesidad de encontrar parámetros que afirmaran que mi teoría era correcta entonces me puse a medirlo y era exactamente lo que yo decía. Al abrirlo, calibro y descubro que tiene algunas cosas distintas a las que te dicen en la escuela, yo le llamo Sistema de la Santa Cruz, es un sistema en el cuál divides la zona en cuatro partes, cuatro pulmones, en una especie de cruz; en la parte donde va la transversal es donde viene el puntal que es un pedacito de madera que conecta al violín de la tapa al fondo y sirve de soporte para que la presión no lo hunda. Empiezo a analizar el sistema de afinación y descubro que tanto en tapa como en fondo era lo mismo y veo que las medidas que yo pensé eran exactamente las mismas que estaban ahí.
El dueño iba a vender el violín pero quería quedarse con una copia exacta, igualita, que no se supiera cuál era cuál. Yo hice la copia con el mismo sistema y resultó que sonaba igual, y ni el dueño ni nadie podía decir cuál era el nuevo y cuál era el viejo y dije éste es, este el sistema que tiene que ser.
Me puse a checar en libros especializados y esos carteles que venden donde ya te dan las imágenes con los espesores de todas las piezas y las medidas, y vi que varios instrumentos tienen ese sistema entonces empecé a trabajar con el sistema este y a desarrollar este tipo de afinación y es cuando me encuentro que puedo hacer 16 afinaciones porque una combinación de cuatro de te da 16, ahí empecé ya a crear medidas específicas calculadas con la afinación del periodo.
Desde varios ángulos
Viene la otra parte, esa la aprendí en Alemania, la tensión de las cuerdas es muy importante. El ángulo que tienen que tener las cuerdas para la capacidad de la caja armónica, es algo que no te enseñan en la escuela pero los buenos maestros lauderos sí lo saben. En la escuela me dieron ángulos, me dieron medidas pero medidas preestablecidas que no corresponden a todos los violines, esa es mi teoría, no todos los violines pueden ser hechos con las mismas medidas, cada instrumento debe tener sus propias medidas porque si yo varío tantito la altura en un punto, aunque sea un milímetro, ya cambia todo mi cálculo entonces lo que hice fue desarrollar un sistema matemático, en base a la proporción áurea, para calcular ese ángulo y así eliminar la disyuntiva de qué altura le pongo a mi puente.
La otra fue homologar un poco la presión de las cuerdas, el sonido del violín de los siglos XVI al XVIII está regido por un sistema de cuerdas de tripa, de intestino de animal torcido y trenzado, que dan una presión y una tensión bajas porque es un material natural, en cambio, con las cuerdas de metal, aunque tienen perlón, la presión y la tensión son más altas. A una caja armónica que fue diseñada en los siglos XVI, XVII y XVIII no le puedes poner, tan fácilmente, cuerdas de metal porque la caja armónica no ha variado, varió nada más el largo del brazo entonces sí hay un problema cuando le pones cuerdas de metal con el ángulo que se maneja hoy en día.
Yo lo que hice fue hacer un cálculo de esfuerzos (es un sistema matemático que usan los arquitectos) para, en base a lo que yo sienta que tiene mi madera, calcular si le puedo aumentar presión o se la debo disminuir y para eso utilizo cosas que ya son muchos mías, no las usa más que un colega en Alemania, con el cual trabajamos juntos en investigaciones, y yo. Los violines convencionales normalmente tienen muy bajita la cejilla y las mías pueden ser variables porque, en base a lo que yo tenga de altura, es lo que necesito calcular para ver qué tanto debe tener. Un ángulo recto es menos presión para un instrumento y en eso juego yo, busco la forma en que la respuesta de mi violín sea la más correcta para lo que yo necesite. A veces llegan mariachis con el sonido ríspido de sus violines (sin menospreciar) que dicen quiero un violín pero lo quiero para el mariachi. Ya sé cómo hacerlo, ángulo agudo para que sean muy estridentes y fuertes aunque no tengan calidad, así les gusta ellos, en cambio un músico clásico te va a decir yo quiero calidad, yo quiero que el sonido sea algo que te llame la atención entonces lo construyo con un sistema de afinación para eso.
Le luthier
Eso es lo que define a un maestro laudero y por eso es que todavía nos mantenemos en el campo de la construcción de instrumentos que hoy en día es muy competida inclusive con violines chinos, hay violines chinos que llegan a sonar como los violines de mis colegas, tienen el sonido estándar y a veces de buen nivel y te lo digo porque yo trabajé allá, yo fui el primer laudero que fue a asesorar a esas fábricas porque la empresa en la que trabajé en Taiwán me mandaba a China a que supervisara el control de calidad de los instrumentos que construían, obviamente, con un sistema convencional y con la afinación típica que viene en los libros enseñan en las escuelas.
Yo sabía es que los chinos iban a venir a competir con todo el mundo de la laudería y dije bueno, si ellos van a competir, yo tengo que estar un poquito más allá. Se lo dije a mis colegas cuando llegué aquí, aguas que los chinos les van a quitar el trabajo, se reían, se burlaban de mí, me decía ¿cómo crees? Ahora un violín chino que te cuesta 6000 pesos llega a sonar como los de algunos colegas, ¿cómo vas a competir con eso?, yo compito con una cosa que ellos no pueden hacer, con un sonido de muchísima calidad, de mucha proyección que no es fácil encontrar.
Una vez un músico al que le hice cinco violines, se llama Luis Arellano, cuando fui a su casa a entregarle el último violín me dijo:
-Ya encontré el tipo de violín que suena como el tuyo, es el de esta grabación, escúchalo
Era el disco de Itzhak Perlman en que toca las Sonatas & Partitas, de Bach, su Guarneri del Gesú. Él ponía el disco y luego tocaba las mismas Partitas en mi violín y el sonido el mismo, inclusive analizamos en sus aparatos el sistema de vibración y todo y sí, era el mismo sonido y no es porque estos instrumentos sean milagrosos, no, es que están hechos lo más cercano a lo que hacían los lauderos de aquel entonces.
La laudería, hoy en día, está totalmente estancada y está en riesgo no por el comercio chino sino por la misma idiosincrasia del laudero que se cree absoluto y ya de basto conocimiento cuando nada más maneja un sistema de construcción. Un taller de laudería, si quiere permanecer en el ámbito de la construcción y la venta de instrumentos nuevos, tiene que estar a la vanguardia, cambiar lo que sea necesario, ver las tendencias, lo que la gente está buscando y, principalmente, tener un sistema que vaya más allá de lo normal, que tú agarres el instrumento y con el primer acorde digas ah caray, suena distinto que todos los demás, solo así te garantizas que no vas a acabar pegando instrumentos y arreglándolos cuando están rotos, que sí es un trabajo digno pero más digno es hacerlos, eso es lo interesante, hacer, de un pedazo de madera, un instrumento que va a sonar y que va a sonar como tú quieres.
PRIMERA PARTE: De tal palo…
SEGUNDA PARTE: El que a buen árbol se arrima…
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