Mutatis Mutandis
Por Rafael Arias Hernández
Menos de 8 meses y a casi 6 semanas de elecciones. Hampa electoral en acción. Economía y empleo para atrás. Más deuda pública, saqueo, devoluciones y comprobaciones. Más ejecuciones, protestas e inconformidades. ¿Y los miles de millones de pesos desaparecidos? Escándalo nacional y mundial de show de juicio político. Más denuncias administrativas y penales.
El que no tranza, no avanza…ni recibe su parte.
El derecho a votar y a ser votado, de elegir y ser elegido, base de la democracia y sus sistemas de elecciones. Imprescindible determinar quién tiene la mayoría y saber cuál es la voluntad democrática.
Pero en la aldea estamos todavía lejos de saberlo. La inmensa mayoría de los que gobiernan, son impuestos por la minoría mayor.
En Veracruz es más que evidente, se ha padecido un gobierno minoritario democráticamente hablando; pero eso sí, legalizado. Su votación no es, para empezar, la mitad más uno del padrón oficial; y tampoco, la mayoría del total de los que votaron.
En números redondos, según los resultados de 2010, publicados por el entonces órgano electoral, se gobierna con casi 1.35 millones de votos a favor, de 3.11 millones que votaron, y de una lista nominal de 5.44 millones. Esto es, 43% de la votación; y más o menos el 25% de la lista nominal. Uno de cuatro veracruzanos en edad de votar, a favor; pero tres de cada cuatro no lo están. ¿Cuál mayoría democrática? ¿Cuál legitimidad?
Para 2013, un detallado análisis de la elección distrital estatal y municipal, puede mostrar como prevalece la minoría mayor, a costa de una simple estrategia, aumentar la participación de otras minorías, otra versión de “divide y vencerás”. Ya ni se diga de 2015.
En todo caso debe reconocerse que están pendientes análisis y estudios a detalle, para demostrar cómo crece fragmentación o pulverización del voto y de la participación ciudadana.
Además, preocupa mucho que algunos de los que detentan representación y poder públicos, son delincuentes electorales que imponen y son parte de una estrategia de auto-beneficio que, también puede llegar, a condicionamiento, coacción y clientelismo de programas sociales y asistenciales del gobierno; de uso y abuso de recursos, equipo, personal y atribuciones institucionales; así como de otras formas de operar de esa delincuencia electoral gubernamental, que se esclarece, comprueba y denuncia con frecuencia, señalando también sus mecanismos de operación, y su alto grado de efectividad. Poco o nada se hace al respecto.
En este rápido e incompleto comentario, permítaseme decir que hay razones y explicaciones al respecto. Pero lo que se puede comprobar, es que predomina la cultura de la tranza, de la simulación y engaño, para impedir identificación y definición de esa necesaria mayoría democrática.
Lo que prevalece hasta hoy es la negociación y el convenenciero acuerdo de las minorías; y, desde luego, la de la imposición de la minoría mayor, que como es costumbre avanza y gobierna porque a espaldas y en contra de la sociedad, se asocia con otras minorías y hasta con algunos de los mismos candidatos participantes.
Simple y sencilla demostración de que “el que no tranza no avanza”. Y ahí es donde convenencieramente se presentan candidatos y partidos que no solo saben que están perdidos, sin posibilidad de ganar.
Incluso, precisamente porque lo saben, unos optan por formar parte de una alianza, coalición o unión; y otros, simplemente se alquilan para restar votos o adeptos, para confundir o dividir, o de plano para combatir y perjudicar a quienes fueron sus compañeros.
Y ahí están. Popularmente conocidos como perdedores alquilados o simples candidatos “zombis”, muertos de antemano en el proceso, sin presencia, influencia y estructura, pero usualmente al servicio de más de lo mismo por algunas prebendas o beneficios.
Estas y otras razones hacen urgente, establecer el mecanismo que permita identificar e imponer la voluntad popular mayoritaria. Y también identificar estrategias perjudiciales orientadas a impedirlo, como la de los alquilados o “zombis”
En medio de la euforia, distracción y enajenación del circo electoral en marcha, se impone tener presente, insistir entre otros, en aspectos importantes:
Primero, que gobernantes y el PRI, partido responsable que los postulo y apoya, se hagan responsables de la situación y consecuencias causadas. No más intocables y reciclables.
Segundo, que además de combatir y erradicar delincuencia gubernamental y, en este caso, la electoral, es preciso detectar viejas y nuevas estrategias que impiden que la voluntad popular mayoritaria se exprese y haga valer. Estrategias basadas en la simulación y engaño, como la de “divide y vencerás”, que tiene como objetivo negar identificación y acción de la mayoría democrática o favorecer a quienes detentan representación y poder oficial, a intocables y reciclables.
Y Tercero, en Veracruz algunos han sido señalados y acusados de representar y perseguir tal fin, detener o minar a destacado candidato de oposición, con innegable presencia y respaldo popular; y favorecer o respaldar a más de lo mismo y los mismos, así como a la continuidad de la impunidad y las limitaciones y sacrificios que esto ocasiona a los veracruzanos.
Nombres, ahí están los siete candidatos en juego para identificarlos.
Por ahora, simplemente a unos y otros, a todos, démonos y démosles unas semanas, el mes de abril, para que tengan la oportunidad de mostrar y comprobar sus verdaderas intenciones y compromisos; o de presentar o reiterar sus deslindes y denuncias hoy y ante la Justicia. Pero sobre todo su capacidad y congruencia a favor del cambio, no del encubrimiento y complicidad, ni de simulación y orientación a evasión de sólo propuestas y promesas. Mucho menos consecuentar y alentar a sicarios electorales, “zombis” habilitados para obstruir o destruir a algún candidato en particular.
Oportunidad y respeto a todos, alentar y apoyar a ciudadanos y sociedad a ejercer derechos y libertades, para señalar y opinar, para rechazar o apoyar.
La acción de la Justicia, el cumplir y hacer cumplir la ley no está sujeta a veda electoral.
Temas en los que hay que insistir porque, desde luego, exigen más que hacer que decir. Congruencia es la diferencia.
*AcademicoIIESESUV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez