Ni siquiera en el proceso electoral federal de 2012, cuando Héctor Yunes Landa hizo legal y políticamente todo lo que pudo para intentar bajar de la posición número uno de la fórmula priista al Senado de la República a Pepe Yunes Zorrilla, se dio un distanciamiento entre ambos legisladores del partido tricolor.
Como tampoco se enemistaron ahora en la búsqueda de la candidatura al gobierno de la entidad. Al contrario, en vez de dividirse terminaron uniéndose más en cuanto el gobernador Javier Duarte de Ochoa envió al Congreso local, en diciembre de 2014, su iniciativa de reforma electoral para homologar a partir de 2018 la elección del Jefe del Ejecutivo del estado con la de Presidente de la República, por lo que quien resulte electo en los comicios de junio próximo encabezará la siguiente administración estatal sólo por dos años.
Y es que tanto Pepe como Héctor proponían empatar ambas sucesiones, la presidencial y la estatal, hasta el año 2021 para que quien sucediera a Duarte de Ochoa gobernara cinco años en vez de un bienio.
A partir de entonces ambos senadores priistas hicieron un pacto para cerrarle el paso al grupo en el poder, pues tenían la presunción de que el verdadero trasfondo de su reforma electoral era imponer en 2016 al candidato del PRI a la gubernatura, al presuponer que a ninguno de los aspirantes ajenos a la camarilla fideliduartista le interesaría ni convendría contender para un periodo gubernamental tan corto.
Pero calcularon mal, porque no sólo Héctor y Pepe se aliaron para construir un proyecto de gobierno de ocho años –que obviamente implica ganar las gubernaturas de 2016 y 2018–, sino que también se encartó el panista Miguel Ángel Yunes Linares, quien presuntamente habría acordado con los senadores del PRI sumar esfuerzos para sacar del poder al grupo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, su más odiado enemigo político.
Y estarían por lograrlo, pues Héctor –luego de convenir con Yunes Zorrilla que él contendería primero por la gubernatura de dos años, y que el de Perote aguardaría hasta el 2018 para competir por la administración que ya será sexenal– encabeza junto con su primo hermano, abanderado por la alianza PAN-PRD, las preferencias electorales en la mayoría de las encuestas.
Sin embargo, una vez concluida la etapa legal de las precampañas, en algunos círculos priistas han surgido versiones descabelladas como esa de que supuestamente “no ven” a Pepe Yunes y a los “pepistas” muy metidos hasta ahora con Héctor Yunes, lo que suena en realidad absurdo porque entre ambos existe no solo buena y permanente comunicación sino que además han designado interlocutores para atender personalmente a sus seguidores y operadores de ambos equipos.
Yunes Zorrilla, por ejemplo, le dio esta encomienda a Ranulfo Márquez Hernández, ex secretario de Protección Civil y ex presidente del CDE del PRI, quien está plenamente integrado al equipo de campaña de Héctor Yunes.
Y ahora, en el proceso interno de selección de candidatos a diputados locales, aparte de consultarle cada una de las postulaciones por el principio de mayoría relativa en los 30 distritos electorales, Héctor también le corrió la cortesía al senador nativo de Perote para que le propusiera un par de nombres de aspirantes muy identificados con él para registrarlos en destacadas posiciones de la lista de candidatos de representación proporcional o plurinominal.
Si Pepe Yunes no se ha “dejado ver” como muchos quisieran o esperan en la precampaña de Héctor es porque también el político peroteño es sumamente cauteloso y prudente, y quizá procura evitar que por un malentendido protagonismo se pudieran generar roces y conflictos con Héctor y su equipo que pudieran descarrilar anticipadamente su proyecto sucesorio de 2018.
Yunes Zorrilla y Héctor Yunes hicieron un pacto y ambos han mandado señales claras de que lo van a cumplir; pero Pepe, como buen priista que es, institucional y disciplinado, también sabe que el candidato para esta elección es Yunes Landa y que solamente a él le compete decidir cómo, dónde, con quiénes y en qué momento deberá ayudarlo metiéndose con toda su fuerza, estructura y relaciones políticas y personales en las altas esferas del gobierno federal.
Tanto Héctor como Pepe están conscientes de que si no ganan esta elección muy difícilmente ganarán la siguiente, que además se empatará con la de Presidente de la República, comicios que el PRI ha perdido consecutivamente en Veracruz desde la sucesión presidencial del año 2000.
Por eso la alianza entre ambos aspirantes priistas a la gubernatura no sólo es para esta coyuntura electoral, pues en caso de que ganaran las votaciones también tendrían que seguir unidos en un potencial gobierno de coalición en el que deberán incluir además a todos los partidos aliancistas.
Así que aquellos que dicen que “no han visto” a Pepe Yunes apoyar a Héctor, que se preparen para verlo en la campaña que formalmente arrancará el candidato del PRI el próximo domingo 3de abril, pues la fuerza y presencia del senador oriundo de Perote se hará sentir –de aquí al 2018– en la nueva Legislatura local y hasta en algunas estratégicas delegaciones federales.
Descansa necesario
Con motivo del periodo vacacional de Semana Santa, esta columna dejará de publicarse durante estos días de descanso. Volveremos a este espacio periodístico, Dios mediante, hasta el próximo lunes 28.