Un par de empresarios a los que el gobierno estatal les debe una fortuna, me comentaron que les molesta e irrita que mientras ellos están con el agua hasta el cuello por las deudas, Javier Duarte esté instalado en una cómoda zona de confort ajeno a sus reclamos.
Y es verdad, mientras todo mundo le exige el pago de sus adeudos, Duarte da la impresión de estar en otro canal.
Este martes la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, le envió una misiva donde le exige “con respeto, pero con absoluta firmeza”, se haga entrega a la Universidad, sin más dilación ni pretextos, de los recursos que le adeuda el gobierno estatal.
¿Se enteraría Javier Duarte? Evidentemente sí; la misiva iba dirigida a él.
El mismo martes trabajadores de la Secretaría de Finanzas y Planeación cerraron los accesos a ese edificio y no dejaron entrar ni salir a nadie. ¿El motivo? La dependencia olvidó pagarles su bono de productividad, un dinerito extra que reciben y les sirve como auxiliar de su exigua quincena.
Por la mañana el titular de la Sefiplan, Antonio Gómez Pelegrín, había tenido que escuchar los reclamos de los presidentes municipales de siete municipios de la zona metropolitana de Xalapa, a los que no les han entregado recursos por más de 450 millones de pesos desde el 2011.
Aunado a lo anterior, productores de la zona norte cerraron los accesos de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca (Sedarpa), para reclamar el pago de proyectos productivos que ascienden a 700 mil pesos y que les deben desde el 2014.
Ayer, el líder de la sección 32 del SNTE, Lázaro Medina Barragán, dijo que o le paga la Sefiplan a los maestros o le van a armar un soberano tango con una movilización multitudinaria: “Somos 90 mil agremiados y 20 mil jubilados”, dijo amenazante.
Cuando te das cuenta que el gobierno estatal no tiene para pagar unos bonos de productividad y un adeudo de 700 mil pesos, es que las cosas verdaderamente están del carajo, lector.
Si no hay para eso menos habrá para pagarle a la Universidad, a los alcaldes, a los maestros de la sección 32 y al rosario de etcéteras que hay detrás de ellos.
¿Y el gobernador?
El señor sigue tuiteando, maravillándonos con los “resultados” de su gobierno.
Desde fines de febrero cuando dijo que tenía las manos limpias y la frente en alto, no se sabe que se haya parado por Palacio de Gobierno.
Hay días (cuando no hay más remedio) en que sale de esa zona de confort a atender una que otra obligación ineludible. Pero regresa a ese sitio, a seguir con el twitter que se ha convertido en su compañero inseparable.
A diferencia de sus antecesores que el último año de su mandato andaban inaugurando escuelas, mercados, calles, parques y hasta guarniciones, Javier Duarte está muy pasivo.
Es comprensible; si no hay dinero para obras, qué va a inaugurar.
Bueno, el miércoles inauguró un domo en una secundaria de Pánuco y dijo a la concurrencia: “Viene más inversión para escuelas, para que estén al cien los planteles escolares del norte de Veracruz, son muchos millones de pesos que han sido gestionados para esta importante región”.
Por supuesto, nadie le creyó.
Quien se ha convertido en pararrayos de todos los reclamos es el señor Gómez Pelegrín. Pobre hombre; si existe justicia divina deberían canonizarlo como uno de los mártires de este desventurado sexenio.
Y mientras los reclamos y mentadas están a todo lo que dan, Javier Duarte sigue en su burbuja, instalado en su cómoda zona de confort, ajeno a los gritos del populacho.