Antes de la era digital, hacer fotografía era una aventura llena de magia, incertidumbre y misterio. La película tenía un número limitado de tomas posibles por lo que la elección del rectángulo del universo que se deseaba atrapar era un acto que requería total concentración y gran certeza.

Boceto para no dejar de soñar (Yadirh Río de la Loza)
Boceto para no dejar de soñar (Yadirh Río de la Loza)

Había que tomar muchas decisiones: si se quería captar un foco selectivo o se prefería la profundidad de campo, si se quería registrar el movimiento o se prefería congelar la imagen, si se trabajaría en locaciones iluminadas o en penumbras, de todo eso dependían la apertura del diafragma, el tiempo de exposición, la sensibilidad de la película. Una vez tomadas esas decisiones venía el disparo y se obtenía una imagen latente que era todo un misterio. Después venía el proceso de revelado en el que podía perderse todo el trabajo anterior. Ya logrado, venía la impresión para la que también había muchas opciones, la aparición de la imagen en el papel era una suerte de milagro personal que acontecía en una penumbra rojiza y misteriosa. Así empezó a trabajar Yadith Río de la Loza Gálvez, fotógrafa oriunda de la Ciudad de México recientemente avecindada en Xalapa quien, tras la pérdida de todo este ritual en aras de la inmediatez, cambió las cámaras por los pinceles, las películas por los lienzos, y esta semana inaugurará su primera exposición pictórica en esta ciudad a la que se ha mudado hace apenas seis meses. La propia artista plástica nos habla de todo este proceso.

Una inesperada vía, la fotografía

En mi familia sí hubo intenciones artísticas, a mi abuelo, aparte de ser médico, le gustaba la fotografía y la pintura pero alguien que se dedicara exactamente a las artes plásticas, no tengo registro de ello.

Me salvaré a mí misma de mí misma (Yadith Río de la Loza)
Me salvaré a mí misma de mí misma (Yadith Río de la Loza)

No tuve estudios formales de arte hasta la licenciatura, antes de eso no me visualizaba en el futuro siendo artista, de hecho yo quería estudiar antropología pero por azares del destino pedí la carrera de Artes Visuales, casi a ciegas, en la UNAM y que me van dando esa opción pero fue en el [año] 2000, cuando se vino la huelga grande de la UNAM, y no pude ingresar entonces hice examen en la ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia) y quedé en Antropología Física.
Yo ya estaba muy cómoda y muy contenta pero cuando se terminó la huelga me informaron que quedé en Artes Visuales en Xochimilco, en la tarde. Yo iba en la mañana a Antropología Física y creía que me podía aventar las dos carreras al mismo tiempo pero no, cruel realidad, ¿quién va a poder hacer eso?, a menos que fuera como la Mujer Maravilla o algo así, entonces le pregunté a mi intuición porque no tenía a quién preguntarle, nunca tuve un asesor vocacional ni nadie que me orientara, y dije bueno, si me dieron Artes Visuales en la UNAM, a lo mejor mi destino es irme para allá. Dejé Antropología Física casi a punto de terminar el primer semestre y entré a Artes Visuales.
Fue una carrera exprés porque todas las carreras habían perdido un año entonces los semestres eran de tres meses. Terminé la carrera de Artes Visuales en un tiempo récord, las carreras duraban cuatro años y creo que yo la terminé en tres o en dos y medio. Me especialicé en fotografía, no tomé otro taller, y a partir de esa fecha empecé a exponer, a producir, a dar clases entonces yo creo que mi intuición no fue tan errada porque me di cuenta de que eso me gustaba y era para lo que tenía facilidad, ya después le pregunté a mi mamá:
-Oye, ¿tú me viste, de pequeña, dotes para esto o de dónde surgió?
Y ella me contó que me le perdía, me buscaba en toda la casa y me encontraba debajo de la mesa rayando con crayolas, haciendo mis primeras obras de arte, y ella impactada porque le rayaba todo, las paredes, las mesas, las sillas entonces yo creo que algo había.

De la fotografía a la tlapalería

Yo aprendí con la vieja escuela, mis primeras exposiciones fueron con fotografía analógica completamente hecha en laboratorio, con químicos, intoxicándome con reveladores, fijadores y todo ese tipo de sustancias.

Tlallocan (Yadith Río de la Loza)
Tlallocan (Yadith Río de la Loza)

Del 2007 al 2009 hice una maestría en [la Academia de] San Carlos, que también pertenece a la UNAM. Mi tesis la hice sobre fotografía de laboratorio a color. Cuando terminé la maestría hubo un parteaguas, después de seis años de producción continua solo de fotografía dije no, ya no me está gustando tanto porque vi que el lenguaje ya estaba muy viciado por la aparición de lo digital, ya no causa el efecto que causaba el trabajo artesanal, misterioso, del cuarto oscuro, ahora está totalmente viciado por el hecho de la inmediatez, además, ya no se consiguen tan fácilmente los materiales para trabajar en cuarto oscuro, ya están fuera del mercado muchas marcas. Me di cuenta que mi fotografía era muy pictórica entonces dije bueno, vamos a ver qué pasa si ahora pinto. Hace tres o cuatro años que no hago nada de foto, no sé si logré todo lo que tenía que explorar; algún día voy a volver, pero no quiero volver a hacer lo mismo que hacía antes sino quiero volver enriquecida con lo que estoy experimentando ahorita en la pintura.

SEGUNDA PARTE: Tlapalería, es nido de colores

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