Por Bernardo Gutiérrez Parra
El pasado viernes 4 el Partido Revolucionario Institucional cumplió sus primeros 87 años de rozagante existencia.
Desde su fundación en 1929 el PRI fue creado con un solo objetivo: ganar elecciones por la buena o por la mala.
Aún no cumplía un año, es decir, aún andaba en pañales, cuando cometió su primer fraude en la elección de Pascual Ortiz Rubio.
Y de ahí pal real.
Se crió en medio del engaño y el chantaje. En varias ocasiones ha ganado elecciones literalmente a balazos y ha tenido el descaro de echarle la culpa de los muertos a la oposición, porque también es un gran descarado.
Desde su más tierna juventud se especializó en la compra de voluntades y se alió a mafiosos que le garantizaron el triunfo. ¿Nombres? Gonzalo N. Santos, Fidel Velázquez Sánchez, Joaquín Hernández Galicia y mil etcéteras.
Ha tenido en su dirigencia nacional a hombres y mujeres de los más variados pensamientos y mañas como Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Luis Donaldo Colosio, Humberto Moreira, Carlos y Roberto Madrazo, Dulce María Sauri y Beatriz Paredes. Pero se dio el lujo de contar con un gran ideólogo, historiador, humanista y político de tiempo completo como Jesús Reyes Heroles.
Con el paso de los años sus métodos han evolucionado y si cuando fue un mocoso adolescente se dedicaba casi exclusivamente a echar bala y robar urnas; ahora concilia, cabildea, pacta y cuando no se puede, pues amenaza y también echa bala y roba urnas.
El PRI es todo un camaleónico ya que lo mismo se viste de obrero que de campesino o de burócrata. Pero también sabe usar trajes de casimir inglés, corbatas italianas e invariablemente vuela en primera clase.
Desde su nacimiento privilegió su acercamiento y adulación a las masas de jodidos que son su voto duro, su músculo y en algunos casos su fuerza de choque.
A lo largo de su existencia le han achacado cientos de asesinatos y jamás le han podido comprobar nada. Eso sí, cuando asesinan a un miembro de la oposición nunca le ha temblado la voz para exigir castigo a los culpables, aunque todos los dedos lo señalen a él.
Por sus filas han pasado los más connotados mafiosos, ladrones, fulleros y corruptos.
Caciques y líderes de toda laya, rufianes descarados y uno que otro asesino, han sido diputados, alcaldes, senadores, gobernadores y presidentes de la República gracias al PRI. Y éste se ha valido de todos los medios prohibidos por la Ley para encumbrarlos en una curul, una gubernatura, una alcaldía o en el centro del poder.
En el 2000 un presidente que nunca fue priista, aunque sí abanderado del PRI, le dio su aval al triunfo de la oposición y el viejo tricolor que rondaba los 75 años de edad, tuvo que irse a la banca a luchar como oposición.
Fueron doce años de lamerse las heridas hasta que regresó a Los Pinos con una nueva generación de jóvenes; todos corruptos, todos rufianes y fulleros; todos con la marca de la casa.
Aunque llegó a la edad en que muchos viven de los recuerdos, el PRI tiene cuerda para vivir otros 87 años haciendo lo que sabe hacer: elecciones amañadas con candidatos bandidos.
El PRI es todo esto y más. Pero a pesar de todos los pesares, ha sido pieza fundamental en la construcción de este país. Gracias al PRI tenemos instituciones sólidas y otras no tanto, pero ahí la llevamos.
Nadie, ni sus más recalcitrantes detractores, le pueden negar al tricolor ser parte sustantiva del México moderno.
Feliz cumpleaños, viejo marrullero y corrupto. Para bien o para mal nadie concibe al México actual sin tu presencia; sin la inefable figura del PRI.