El obligado endurecimiento del discurso del precandidato del PRI a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, de exigir el cabal cumplimiento de la ley contra quienes han saqueado las arcas públicas del estado, tendrá que empezar a aterrizar en sus propias decisiones. Porque si se trata –como reza el adagio popular– de solo procurar “que se haga la voluntad en los bueyes de mi compadre”, sería más de lo mismo.
Para nadie es un secreto de las presiones a las que está siendo sometido por los liderazgos y cacicazgos regionales que mediante chantajes pretenden imponer candidatos a diputados.
Llama la atención particularmente el caso de Minatitlán, en donde de acuerdo con las consultarías más prestigiadas sería el abogado Ricardo Orozco Alor el aspirante priista que desde hace más de un año comenzó a despuntar en las encuestas por encima de personajes tan cuestionados como Nicolás Ruiz Roset, Alberto Mijangos o el grisáceo ex legislador federal Noé Hernández González.
Impulsado por el liderazgo de Flavino Ríos Alvarado, actual secretario de Gobierno, Orozco Alor –bendito entre las mujeres– se propuso hace más de dos años obtener la candidatura a la curul local. Desde entonces viene sorteando el golpeteo del cacique petrolero Jorge Wade González, quien sufre comezón cada vez que constata la creciente popularidad del ex director del Instituto Tecnológico Superior de Coatzacoalcos, al cual, por cierto, le secuestraron a su esposa Jacqueline Rangel Cardoza, liberada un mes después tras el pago de un jugoso botín.
Fue en efecto en el ITESCO, allá por los años 2002 y 2003, primero como catedrático, después como dirigente del SUTITESCO y posteriormente como director de la misma institución académica, que decidió rodearse exclusivamente de colaboradoras. Catorce años después, Orozco Alor ha consolidado un ejército de 600 operadores, destacando una legión de casi 500 mujeres, predominantemente profesionistas, de las cuales en su mayoría laboran –para desgracia de Jorge Wade– en Petróleos Mexicanos (Pemex).
La razón que esgrime el minatitleco es que las mujeres son más honestas y más productivas que los hombres y acaso le asiste la razón. Solo así podría explicarse el que hoy por hoy Orozco Alor sea el precandidato a diputado más popular y con menos negativos en el vigésimo séptimo distrito electoral local que abarca los municipios de Hidalgotitlán, Jesús Carranza, Uxpanapa y Minatitlán.
¿Se imaginan a una dama hablando bien de un hombre que no es su esposo o novio en ejidos, congregaciones y colonias? Ahora multiplíquenlas por medio millar de mujeres haciendo lo mismo simultáneamente? Sin duda es un caso insólito.
Esto es precisamente lo que a Wade González le ha llenado el hígado de arenilla y se ha visto en la necesidad de recurrir a tinterillos para desacreditar el trabajo del actual director del Consorcio Clavijero. A los interesados en investigar de dónde proviene el río de dinero que alimenta la campaña negra contra Orozco Alor, no sería muy complicado dar con el origen. Y de esto, con toda seguridad, debe saber mucho el tesorero municipal Saúl Wade León, hijo del segundo matrimonio del mandamás de la Sección 10 del STPRM.
Y es que este personaje empezó a filtrar desde diciembre del año pasado que sus “gallos” a la diputación local serían en este orden: Nicolás Ruiz Roset, un líder transportista plegado a sus intereses caciquiles; Alberto Mijangos y el ex legislador federal Noé Hernández González, especialistas en aplicar “Shampoo del Perro Agradecido” a los doce canes que custodian la majestuosa residencia de su patrón.
Si Héctor Yunes Landa de veras cumple su promesa de avalar candidatos a diputados locales con arraigo y prestigio que le garanticen el triunfo, Ricardo Orozco indudablemente aventajaría al resto de los aspirantes. Sin embargo, el precandidato del PRI a la gubernatura estaría obligado también a ponderar la reacción de Jorge Wade, cuya trayectoria política sindical quedó marcada por su traición al ex dirigente petrolero Pablo Pavón Vinales, su antiguo amo. Sólo que este tabasqueño es vulnerable por los intereses que le atan al ayuntamiento minatitleco que preside su vasallo Héctor Cheng y en cuya tesorería municipal colocó a su hijo Saúl Wade León, quienes ya están en la mira del Órgano de Fiscalización Superior del estado (ORFIS).
Además, tampoco se puede pasar por alto que la diputación federal por ese mismo distrito electoral le fue cedida en 2015 para el ex alcalde José Luis Sáenz Soto, quien pese a sus cacaraqueadas maestrías ha resultado un Don Nadie en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Y es que, en realidad, la Sección 10 del STPRM y su cacique a eso se han abocado en los últimos 15 años: a ocupar curules y a detentar el poder municipal con personajes tan anodinos como inútiles.
¿Con esos “apoyos” Héctor Yunes podrá revertir la creciente animosidad social contra su partido, y ganar la gubernatura en un escenario electoral que cada vez resulta más complicado?