Por Bernardo Gutiérrez Parra

Cuando llegó el tiempo de buscar a su sucesor Miguel Alemán tenía como candidatos a dos gallos de espolones. El primero era Tomás Ruiz, un joven economista ex director de Banobras y con una hoja de servicios envidiable. Era el favorito.

Pero en el PRI nacional se pusieron remilgosos; Tomás estaba muy bisoño para una lid como la que se avecinaba. Y si bien todo mundo aplaudía su trabajo como excelente administrador, le achacaban ser más técnico que político.

Y Tomás quedó fuera.

El segundo en la lista era el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, político de tiempo completo, hombre leal y amigo personal del gobernador.

El PRI no puso remilgos y por él se inclinó Alemán.

Todo estaba puesto para que el doctor en derecho nacido en Minatitlán fuera destapado como candidato del PRI a la gubernatura, cuando una desgracia le opacó la vida al sufrir la pérdida de un hijo en un trágico accidente.

Los tiempos de elegir candidato estaban prácticamente encima y Miguel Alemán se acercó a su amigo Flavino quien, en un hecho comprensible, le dijo que su duelo eran tan grande no tenía cabeza para contender por la gubernatura.

A Fidel Herrera ni lo pelaba Alemán que todavía hizo un segundo intento por meter como candidato a Tomás Ruiz. Pero Fidel ya había hecho los amarres necesarios con el presidente nacional del PRI, Roberto Madrazo y con el Niño Verde, José Emilio González, que se comprometió a darle apoyo si resultaba candidato.

Alemán desconfiaba de Fidel y habló con Madrazo; por ningún concepto lo quería como candidato. El tabasqueño le dijo que si tenía otro as lo mostrara, pero la única baraja que le quedaba al gobernador era la de Alejandro Montano.

El plan ideado por Alemán Velasco a lo largo de cinco años y meses se estaba yendo a pique porque ni Tomás ni Flavino serían los abanderados del PRI.

Queriendo mediar, Roberto Madrazo le dijo al gobernador que la elección en Veracruz estaría “muy cabrona” sobre todo porque el PAN llevaría como abanderado ni más ni menos que a Gerardo Buganza.

Y para cerrar la pinza apareció en escena Beatriz Paredes, gran amiga de Fidel, quien le dijo al gobernador que lanzar a Tomás Ruiz como candidato sería un error porque el PRI podría perder en Veracruz y eso haría imposible recuperar Los Pinos.

Y Miguel Alemán cedió.

Un par de días antes del destape el gobernador invitó a Fidel y a su esposa Rosa Borunda a comer en la Casa Veracruz. La fotografía del evento tuvo amplia difusión en los medios estatales. El mensaje era más que claro: Fidel Herrera sería el abanderado del tricolor.

Como era de esperarse el resultado de la elección fue tan cerrado que se dirimió en los tribunales.

Gerardo Buganza, que había prometido “pelear con todo el triunfo panista” nomás de repente se evaporó y se fue al extranjero dejando colgados de la brocha a cientos de miles de votantes que creyeron en él.

Lo demás ya te lo sabes, lector.

¿Qué habría sucedido si Tomás Ruiz o Flavino Ríos hubieran gobernado Veracruz?

Eso nunca lo sabremos. Pero lo que sí es seguro es que no hubieran dejado el desmadre de muertes, secuestros, levantones, inseguridad y una deuda impagable, como la que dejó Fidel Herrera y está dejando su fiel escudero Javier Duarte.

bernardogup@nullhotmail.com