Al principio era confuso,
apenas una inquietud
que se convirtió en alud
con el estudio profuso
pues poco a poco El meduso
fue descifrando el lenguaje
e integrándolo al bagaje
de cuerdas, ritmos, alientos
y con esos elementos
organizó el mestizaje.
En el jazz la vida es más sabrosa
Después de estar un tiempo en Xalapa fui de vacaciones a Cancún y me quedé a trabajar allá porque la paga era muy, muy buena.
Me quedé allá tres años, tocaba en el Tequila Boom, era un ambiente básicamente gabacho, creo que solamente un mes había público mexicano pero la mayoría era gabacho y el rock que tocábamos era para ese público, un poco distinto al heavy o al rock que conocemos porque, por ejemplo, en Florida escuchan un rock distinto al de Los Ángeles o Nueva York, es otra onda. También tocábamos en un barco entonces dormía muy poco, como de las tres a las seis de la mañana porque el barco salía a las siete.
En Cancún había músicos muy buenos, tenía amigos que tocaban jazz y empecé a tener mi primer acercamiento, nunca me he clavado completamente al jazz pero ahí era como obligatorio, conocí a Chucho Valdez, tocamos algunas veces. Había un lugar de jazz buenísimo, no sé si exista todavía, que se llamaba Roots y así como estaba yo estaba chambeando allá había otros que estaban en los lobbies de los hoteles, eran unos músicos muy buenos que iban a tocar ahí entonces se juntaba la flota.
Un amigo bajista que se llama Shilinsky hizo un demo para mandar a Berklee y me invitó a tocar la guitarra, estaba él en el bajo, Gabriel Hernández, otro musicazo, en el piano y Joaquín González Saracco, un baterista muy bueno. Grabamos unas cosas de jazz fusión, mandó el demo y ahorita está en Houston.
Estos cuates tenían la onda del estudio muy arraigada, he tenido suerte para allegarme a gente muy estudiosa, tocábamos de un standard diario, agarrábamos el Real Book, escogíamos el que fuera y lo tocábamos como saliera. Ahí tuve un poco de acercamiento a la armonía y a la improvisación del jazz, este es un punto muy importante porque hasta la fecha sigo aprendiendo y sigo buscando.
In xóchitl, in cuícatl
Estando allá empecé a interesarme en la música mexicana, me preguntaba ¿qué es la música mexicana?, ¿qué pasa con la música de las culturas prehispánicas?, ¿de qué se nutre la música mexicana?, ¿de qué se nutre el son jarocho? Empecé a comprar discos que mandaba a traer de Francia, había una tienda allá donde podías hacer eso, por ejemplo me acuerdo de uno doble de Django Reinhardt, también empecé a comprar libros.
Como te comentaba, diario teníamos que tocar en la mañana y luego tocar en la noche pero sí me fui dando tiempo para leer y meterme información y empecé a experimentar con varios lenguajes y otras cosas y a grabarlas con una grabadora Yamaha, de esas de casete.
Empecé con lo que recopiló Sahagún. Hay varios libros, por ejemplo están Veinte himnos sacros de los nahuas y Los cantares mexicanos, que son tres tomos, hay otros pero ahora recuerdo estos dos porque los tengo.
En aquel entonces los soldados españoles se dieron a la tarea de destruirlo todo pero los franciscanos no, aprendieron náhuatl y agarraron a los sacerdotes para que les dieran información. Para esas culturas canto, danza, música y poesía eran una sola cosa pero no había notación musical, los sacerdotes se aprendían todo de memoria, tanto los versos como la música. En los Cantares mexicanos viene una especie de notación que hicieron estos monjes franciscanos con sílabas: titocoti-titocoti-titocoti, titoco-titoco-titocoti [lo dice rítmicamente y se apoya percutiendo con las manos sobre el escritorio], dependiendo del canto ponían cómo se acompañaba con el máitl, que era una especie de teponaztle pequeño que se tocaba en el brazo, entonces puedes reproducir un poco con estos fonemas, es muy interesante porque había compases bien irregulares, de 5/8, de 11/8, de 22/8 y algunos ya más regulares, de 6/8.
En el jazz se improvisa y básicamente es una característica importante en el género pero también se improvisa en el son jarocho y en otros géneros y resulta que en esos escritos había unas indicaciones, no recuerdo las palabras en náhuatl pero decía «así va dando vuelta», era para improvisar, y después decía «y así regresa», era un llamado con el teponaztle para regresar otra vez al tema, o sea que también hay improvisación ahí.
A mano limpia
En los experimentos que empezaba yo a hacer agarraba esa partícula rítmica extraída de estos estudios paleográficos, la mezclaba con un poco de las secuencias armónicas que se usan en el jazz y también con un poco de la influencia del son jarocho que yo había tenido en Xalapa. Hay algo muy interesante y muy importante, si te has fijado, la forma de ejecutar un requinto jarocho es hacia abajo porque tienen mucho que ver los mánicos, los mánicos es cómo tocas el instrumento, eso sí es muy importante y es algo que te lo tiene que pasar alguien, lo puedes observar pero también es importante que alguien te lo diga, esa es una de las cosas importantes que pueden suceder aquí en Xalapa. El requinto jarocho se toca hacia abajo todo el tiempo porque eso le da una cadencia y también porque es percutivo, no sé si te has dado cuenta de que tocan con un hueso muy grueso, obviamente el sentido es más percutivo que otra cosa por la influencia africana que ya después supe que tenía, en aquel entonces era nada más la interpretación, digamos, mecánica o la sinestesia de la reproducción musical a través de escuchar y de mirar.
Y me iré tras el sol cuando muera la tarde
En Cancún ganaba súper bien, sí pintaba como para quedarse ahí porque la vida era muy buena, la pasabas muy bien, yo no podía ni gastar el dinero porque no tenía tiempo pero llegó el momento en el que ya no quería seguir ahí, dije ya estuvo, voy a hacer algo con estos experimentos. Ya tenía grabadas algunas cosas, tenía un dinero ahorrado y pensé hacer un disco. Estando allá tenía una novia de Alabama entonces tenía la opción de irme a Estados Unidos a hacer este proyecto, o a Xalapa.
Dije ¿a dónde chingao me voy?, pues a Xalapa, cabrón, porque ahí está Ramón, está Cabrera, están todos estos cuates. Dejé todo ahí, fui a Cozumel y me vine para Xalapa porque ya era una necesidad imperiosa la de dejar de trabajar tocando rock y esas cosas, y llevar a cabo este proyecto que incluía los distintos lenguajes que ya te mencioné.
En aquel entonces conocí a Octavio Rebolledo y su acercamiento a la música me pareció muy interesante y me nutrió mucho en el sentido de que es acercarte a la música desde un punto de vista antropológico. Todos mis amigos están en ¿ya tienes esta escala?, ¿ya sacaste esto?, mira, hay que sacar esta madre, todos están muy enfocados en la cuestión técnica y teórica pero con este cuate era un acercamiento distinto, básicamente al son jarocho y a la música latinoamericana que es lo que él estudió. Estaba haciendo su libro sobre el marimbol en México y me pasaba los apuntes, habla de que la presencia del marimbol en el son jarocho y en otra música de Latinoamérica. Me pareció muy interesante porque se pregunta: ¿quiénes hicieron la música y por qué?, ¿quiénes trajeron el instrumento?, ¿quiénes lo tocan?, ¿en qué contexto se da? entonces empecé a interesarme en otros aspectos de la música, ya no nada más musicales sino también antropológicos. Mi visión de la música cambió de estar conviviendo con Octavio.
Del bagaje al mestizaje
Cuando regresé a Xalapa renté un cuarto que estaba enfrente del Parque Juárez y ahí era el estudio. Convoqué a la gente que ya conocía, en aquel entonces había bailarinas porque yo traía la idea de las culturas prehispánicas en las que tenía que haber danza
Al principio éramos como 15, había de todo, percusionistas, marimboleros, jaraneros, trompetistas, saxofonistas, de todo y ensayábamos en un estudio que tenía Abraham Oceransky por el Parque Sandino, ahí íbamos a ensayar porque su chava, Liliana [Hernández Pérez], bailaba con el grupo, Estela Lucio se encargaba de la parte de la danza. Recuerdo que un día que estábamos ensayando Abraham dijo ¿por qué no le ponen Sol Mestizo?, me gustó y se le quedó ese nombre.
Luego se dio la oportunidad de que yo pudiera hacer un interinato en la Universidad Veracruzana pero la persona con la que yo tenía que ir a tocar no quería hacer nada, me dijo, no, yo mejor me espero a que llegue el otro. Reporté que ese cuate no quería hacer nada y me dijeron bueno, pues entonces haz algo tuyo para que aproveches el tiempo, y sí lo aproveché.
La mayoría de los músicos que iba convocando no me cobraban, lo hacían porque les interesaba pero a algunos sí tenía que pagarles y lo hacía de mi bolsa. Abraham hizo el diseño de la portada y así fue como, a través de la Universidad Veracruzana, pude presentar el primer show de Sol Mestizo en la Sala Chica del Teatro del Estado. Eso fue en el 2000. En esa ápoca estábamos haciendo un taller de danza afro en una comunidad cercana a Xalapa que se llama Coyolillo y nos trajimos a los niños. Participó mucha gente en esa primera tocada, estuvo lleno el teatro, estuvo padrísimo. Después hubo más tocadas pero ya sin bailarinas.
Oscura raíz
Seguí trabajando con Octavio, él es investigador y yo no tenía método pero digamos que sí analizamos la música y sí analizamos la forma de ejecución y ahí me di cuenta de que había similitud en la forma de ejecutar, por ejemplo, el requinto jarocho, la guitarra del landó peruano y el tres cubano, y ahí fue donde me di cuenta de que había un común denominador que era la influencia africana. En el caso de México hay pocos tambores, sí los hay pero no es tan evidente como en Cuba, en Brasil o en Venezuela pero hay similitud en la forma de ejecutar los instrumentos de cuerda. Esto fue en 2002-2003, y a partir de ahí el grupo se enfocó más a estos géneros mexicanos, latinoamericanos y, obviamente, al jazz también porque el jazz es, evidentemente, influencia negra.
Meduso profuso
Después hice unos arreglos para un disco de la cantante oaxaqueña Alejandra Robles y fuimos a tocar a Sonora, tocamos en Kino, de donde es el Padre Kino, y en otros lugares. Yo estaba viviendo entre Xalapa, Oaxaca y el Distrito Federal y siempre que tocábamos se contrataban nuevos músicos, eso me sirvió mucho porque empecé a practicar mi escritura para instrumentos transpositores y empecé a convivir con un montón de músicos tanto del DF como de Oaxaca y, obviamente, de Xalapa. Fue una experiencia bastante nutritiva porque a veces era clarinete, a veces era saxofón o trompeta y yo escribía los arreglos entonces fue muy bueno para conocer un poco de otros instrumentos, cómo se ejecutan y cómo transponen porque algunos son en si bemol, en mi bemol, clarinetes hay hasta en re, hay muchos transpositores y como músico te sirve mucho de práctica escribirlo, ahora ya hay programas pero yo lo hacía a mano.
PRIMERA PARTE: Del metal a la Nacional TERCERA PARTE: La meta del planeta
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