Para evitar confusiones
Luis se puso a investigar
la manera de tocar
de distintas tradiciones,
con ellas hizo fusiones
para buscar el hechizo
pues siempre su compromiso
fue hacer su voz personal
a partir de lo ancestral.
Así nació Sol Mestizo
En busca de la neurona perdida
Mi nombre es Luis García Ireta, aquí en Xalapa me conocen como «El meduso», [toma entre las manos su largo y rizado pelo] las medusas ahora ya no están tan grandes como antes pero un amigo, el Tony Delgado, me puso así [risas].
Nací en Texcoco, en el Estado de México pero mis padres se trasladaron a la Ciudad de México cuando yo tenía cinco años. En la casa escuchaban desde los Beatles hasta Los Cinco Latinos, Nicolás Urcelay, mi papá escuchaba al doctor Ortiz Tirado y a estos cantantes tenores que grababan música mexicana, ese fue el ámbito en que crecí.
Como a los ocho años tuve mi primera guitarra, no recuerdo si yo pedí que me la compraran (la neurona que debía recordar eso ya no me funciona [risas]) o yo me la conseguí, lo que sí recuerdo es que había un cuate en cuarto grado de primaria que era al que yo veía tocar y decía ¡aso, cómo toca este cuate! y creo que a través de él fue como me hice de la guitarra.
Recuerdo que con otros cuates nos metíamos tocar al baño porque ahí hacía eco, y así empecé, viendo cómo tocaban otros y oyendo discos, en aquella época todavía estaban los discos de acetato y los que iban llegando a la casa, los iba poniendo y me ponía a sacar todo de oído.
Es curioso, a los ocho o nueve años yo ya sabía que tenía que hacer eso, yo creo que le pasa a muchos, es como si la música te secuestrara y te tuvieras que dedicar a eso. Algunos psicoanalistas como Jung investigaron por qué le pasa eso a los artistas, recientemente he leído alguna literatura de esto y sé que en algunos casos lo que estás creando tiene que ver con tu entorno social, con lo que aprendiste, incluso con tu raza pero hay casos, como el de Wagner, donde el compositor sobrepasa lo que un ser humano podría hacer en una vida a nivel cultural, de conocimiento y de creación entonces hay estos dos tipos, tú puedes hacer la música de acuerdo a lo que se encuentra en tu entorno o algo completamente distinto a todo lo que hay.
Menciono esto para tratar de ubicar mi acercamiento a la música porque siempre me he preguntado ¿por qué empecé tan joven y sigo en esto? pero ahora que he leído un poquito más me doy cuenta de que pueden haber sido algunas de estas causas.
Mis papás no estaban muy de acuerdo en que yo tocara, me veían muy clavado y creo que hasta se preocupaban porque recuerdo que mi papá me decía oye, ¿así estás siempre? Cuando me veía pegado al tocadiscos poniendo y poniendo y poniendo discos se me quedaba viendo y decía pinche hijo, ¿estás loco o qué? [risas] porque en mi familia no hay músicos, entonces no lo entendía.
Metal jellyfish
En la secundaria conocí el rock, me gustó y comencé a tocarlo con mis amigos pero con el tiempo me di cuenta de que era músico, no rockero, había cosas de mis amigos con las que realmente no comulgaba, también me gustaba otro tipo de música pero el entorno en el que yo convivía era rock por todos lados, las chavas escuchaban rock, por ejemplo, cuando de la secundaria nos las llevábamos a mi casa a platicar, recuerdo perfectamente que ellas escuchaban a Led Zepelin y esas cosas y esa era la música que poníamos para estar conviviendo con ellas.
En esa época me acerqué al heavy metal y me pareció un género muy interesante para el guitarrista porque sí exige un cierto dominio técnico, tienes que tocar limpio, tienes que tocar rápido Hacían mucho las combinaciones que llamaban neoclásico, había música que sí era clásica y otra en la que las secuencias armónicas tenían que ver con la música clásica o se extraían de ahí. Melódicamente sacábamos cosas de violín de Paganini y las montábamos con la batería y los demás instrumentos entonces era un género, y creo que lo sigue siendo aunque ya hay muchas variantes, que te exigía como músico, te exigía practicar mucho y estar ahí todo el tiempo. Formamos un grupo que se llamó Puño de hierro, yo me salí pero ellos alcanzaron a grabar.
Por la Libre
Cuando mis padres se fueron a la Ciudad de México llegamos a vivir a un barrio muy pesado, muy violento y en algún momento nos tocó vivir una situación muy violenta y a raíz de eso llegamos a Xalapa, más adelante lo comentamos.
En la preparatoria conocí gente de otras colonias y a través de la música también conocí a otra gente, eso me ayudó a salirme un poco de ese lugar y me sirvió mucho no estar en ese ambiente porque la cuestión de la violencia realmente te puede llegar a absorber
Desde chiquito, y hasta la fecha, la música fue para mí, y lo sigue siendo, una cura, el beneficio principal e inmediato es para uno mismo porque más allá del dominio técnico y teórico del estilo o género que toques, sí hay un beneficio a nivel espiritual; cuando logras algo como ejecutante que antes no tenías, hay un crecimiento, un cambio dentro de ti.
Obviamente mis padres no querían que me dedicara a la música, querían que fuera ingeniero agrónomo como un tío pero a los 16 años me metí a la Escuela Libre de Música por mi propia cuenta, era una escuela de paga pero yo, aparte de mi grupo de rock, ya tocaba en un grupo de fiestas y tenía mi dinero para gastarlo en lo que yo quería entonces entré a esa escuela, no iba a estar pidiendo permiso [risas]. En aquel entonces no existían las escuelas que existen hoy de jazz, de música contemporánea y hasta de rock, en aquel entonces, si querías estudiar música de manera formal, a fuerza tenías que meterte a la música clásica entonces yo estudiaba guitarra clásica.
Del metal a la Nacional
Después entré a la Escuela Nacional de Música, de hecho, el haber entrado a la Escuela Libre de Música fue para prepararme para el examen de la Nacional porque es muy difícil, en aquel entonces hacían examen a 500 personas y se quedaban 50. Primero hacían el examen auditivo, que yo me imagino hacen en todas las escuelas, y después un examen de instrumento.
Yo ya tocaba algunas piezas clásicas, hice el examen, me quedé, afortunadamente, y conocí a otras personas aparte de mis amigos de la colonia, de los de mi banda de rock y de los del grupo de fiestas.
Mis maestros de la Nacional fueron muy importantes (los maestros son muy importantes en la formación de cualquier persona) y con ellos tuve un acercamiento con la música más compleja para guitarra. El método que seguía mi maestro era el de Leo Brouwer, el guitarrista cubano, entonces empecé a conocer la música de Leo Brouwer, la de Tárraga, Albéniz, Bach, toda esta música era la que estudiábamos.
El viento de la desagracia
En ese momento ya tenía muy poco contacto con mis amigos de la colonia, con los del grupo de rock y con los del grupo de fiestas porque estaba muy enfocado en la escuela, era difícil, tenías que estudiar bastante para poder mantenerte ahí. Estuve en la Nacional hasta que sucedió el hecho del que te hablé, fue una bronca muy fuerte, muy violenta y teníamos que irnos de ahí pero no sabíamos a dónde y el tío agrónomo nos dijo: pues váyanse a Xalapa, ahí está muy bien. Ya unos amigos de la Nacional de Música me habían hablado de Xalapa como una ciudad musical, una ciudad cultural, una ciudad importante y una ciudad a donde se podía vivir entonces dijimos, órale, pues vámonos a Xalapa. Te estoy hablando del 85, fue después del temblor.
Vibra en mi ser…
Primero llegamos al Puerto [de Veracruz] pero el calor estaba muy fuerte y finalmente nos vinimos a Xalapa, me acuerdo que entramos por Ávila Camacho y me gustó mucho la calle, sobre todo la parte de Los Tecajetes, dije qué bonito lugar. Llegamos y nos instalamos.
Fui a la Facultad de Música, conocí a Enrique Salmerón que estaba dando clases en aquel tiempo en la escuela, yo ya tenía algunas piezas montadas pero era muy difícil la revalidación y no entré porque, además, desde que estaba en la Nacional siempre tuve claro que mi interés no era la música clásica sino la música popular, sabía que tenía que prepararme y estudiar por una cuestión personal pero mi interés era por la música popular.
Cuando llegué aquí escuché al Orbis Tertius, estaba Adolfo [Álvarez] en la batería, Javier [Cabrera] en la percusión, Lucio [Sánchez] en el bajo, Marcelo Dufrane en el violín y no me acuerdo quién más pero dije ¡guau!, era un grupazo. Después conocí a Ramón Gutiérrez, al maestro [Alfonso] Moreno, a Enrique Velasco, el mismo Enrique Salmerón me llegó a dar clases alguna vez, en fin, conocí mucha gente y eso me cambió la vida y mi percepción como músico porque eso es lo que tiene Xalapa, había unos musicazos (y hay, siempre ha habido), tanto de jazz como de música clásica y son jarocho, y podías platicar con ellos, eran tus cuates, te los encontrabas en la calle, podías intercambiar cosas, podías tocar con ellos entonces ya no quise entrar a la escuela porque quería algo más libre, ya no tan rígido, y vi que aquí tenía la posibilidad de aprender de todo y me fui clavando en muchas cosas.
SEGUNDA PARTE: Del bagaje al mestizaje TERCERA PARTE: La meta del planeta
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