Si quien esto lee nació en la época de la Revolución Mexicana o unos pocos años después, sin duda degustará la música de Los nietos de la abuela coja como si estuviera sopeando su cocol en un pocillo de chocolate caliente y espumoso, en una noche de pleniniebla (Por supuesto, si me lee es porque, por improbable o imposible que parezca, sigue vivo). Si el lector de estas líneas tuvo su primer amor, que siempre es sublime y eterno, bajo el cobijo sonoro de Siempre en domingo y en su graduación de la prepa lució un saco de solapas inmensas y un moño como los de Raúl Velasco, aunque no sepa ni lo que es el jazz, disfrutará la música de este cuarteto como si estuviera en un kiosko provincial, helado de fresa en mesa, esperando con ansias el arribo de su Dulcinea. Si el respetable no se encuentra en ninguno de estos casos, al menos por morbosa curiosidad debería asistir a La Moderna (Hidalgo 67) a partir de las 9:00 de la noche de este sábado con el que se despide enero porque, además, no tendrá que pagar la entrada ni la salida, solamente lo que tome, lo que coma y lo que invite a este humilde portavoz de las estrejazz.
Los nietos de la abuela coja es uno más de los proyectos del multitásktico Diego Salas. Le hablé para que me diera los pormenores del grupo y de la tocada:
«Originalmente [el grupo] es con dos músico que seguro no conoces, Leandro Rey, saxofonista argentino, Pedro Morán, contrabajista y con otro que sí conoces que es Obed Hernández [pianista]. El formato es sin batería, es nada más contrabajo, piano, guitarra y sax pero en esta ocasión no va a poder tocar Obed y estará Adolfo [Álvarez] como invitado especial.»
En la invitación que el guitarrista, escritor y académico, multitasking de veras, publicó en Facebook, hay mayores pormenores:
«Este cuarteto, que más bien debería llamarse suicide jazz band porque nomás toca rolas que a sus bisabuelos le gustan, estará presentándose este sábado con su repertorio de swing estilo años treinta.
«Si no le gusta el jazz, pero le gusta beber con música de cantina de arrabal, esto le puede gustar porque: la mayor parte de las rolas se popularizaron en cantantes como José José, Los Castro y Los ángeles negros, veinticinco años más tarde. Por supuesto, sonorizadas con sintetizadores y efectos propios de la época de la balada pop de aquel momento.
«Y si no le gusta el jazz y le da miedo el arrabal, también le puede interesar, porque: el formato de esta agrupación tiene sonoridades más propias de las escenas policíacas en las películas de «época», que de una pandilla de vagos monéandose en la colonia Tanque.»
En la invitación hay, además, un obsequio aclaratorio que divulgo:
«Como sé que el grupo tiene nombre de rock rupestre, le dejo unas cuantas rolas gratuitas y sin compromiso, nomás para que no se haga chisme.»
Y ya con todo esto, ni modo de faltar.