Después de tres sexenios de que un Presidente de la República de filiación priista no regresaba a la sede de su partido –el último fue Ernesto Zedillo, en cuyo mandato 1994-2000 marcó una “sana distancia” con el instituto político que lo había llevado al poder–, el 3 de marzo de 2013, un día antes de la conmemoración del 84 aniversario de la fundación del PRI, Enrique Peña Nieto se reencontró con la cúpula y militancia del tricolor.
A casi tres meses de haber asumido el Poder Ejecutivo federal, Peña se presentó ante la 21 Asamblea Nacional del PRI para arroparse políticamente, pues una semana antes había sido detenida Elba Esther Gordillo, la lideresa del SNTE, el sindicato más grande de América Latina, y además estaba por proponer una serie de reformas que implicaban modificaciones constitucionales y ajustes a los documentos básicos de su partido.
“Mi responsabilidad es lograr que México despliegue todo su potencial. No hay intereses intocables. El único interés que protegeré es el interés nacional. Tomaré las decisiones que exige la transformación del país. El éxito del PRI depende del éxito de México”, dijo Peña Nieto en aquella ocasión a los 1,300 consejeros que por unanimidad aprobaron modificar los documentos básicos del Revolucionario Institucional, los cuales impedían al priismo apoyar la aplicación del IVA en alimentos y medicinas y la colaboración de PEMEX con la iniciativa privada, dos propuestas a las que históricamente se habían opuesto.
“Con pragmatismo y sin dogmas, el PRI se transforma para poder transformar a México”, afirmó el mexiquense al final de su intervención. Pero en esa misma asamblea los consejeros del tricolor también aprobaron otras reformas a sus estatutos. Por ejemplo, se abrió la posibilidad de que el PRI postule como candidatos a ciudadanos que no militen en sus filas y se flexibilizaron las reglas para que ex militantes regresen al priismo o para afiliar a ex miembros de otras fuerzas políticas.
“Nos posicionamos como un partido cercano a la sociedad que reconoce a los nuevos liderazgos ciudadanos e incorpora y postula a cargos de elección a quien, más allá de la militancia, cuenta con la capacidad y confianza para poder servir al país”, les manifestó esa vez Peña Nieto a sus correligionarios.
“Nuestro partido se moderniza para ser más competitivo y ganar la confianza ciudadana”, expresó el mexiquense, cuyo gobierno en ese momento aún no era sometido al escarnio público por escándalos mediáticos como el de la Casa Blanca, la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa o la fuga del “Chapo” Guzmán.
Pero ahora, a la mitad de su sexenio, Peña está igual de devaluado que el peso mexicano frente al dólar, y los índices de su popularidad siguen a la baja como el precio del petróleo. A casi dos años de que arranque formalmente su sucesión, los beneficios de sus reformas hacendaria, energética, educativa y de telecomunicaciones todavía no se reflejan sustantivamente en el bienestar de la población mayoritaria, cada vez más empobrecida y hastiada de la inseguridad.
¿Cómo van a tratar de retener Peña y el PRI el poder presidencial en el 2018? Buena parte de esa tarea quieren emprenderla este año con la renovación de las gubernaturas en los 12 estados, que sumados a los triunfos en 2015 en Sonora y Colima –refrendado en elección extraordinaria el domingo antepasado– les representaría controlar casi la mitad del país.
Para ello, la dirigencia priista encabezada por Manlio Fabio Beltrones, con el aval de Peña, viene realizando un minucioso trabajo quirúrgico en la selección de los candidatos a la gubernaturas, procurando los consensos y la unidad sobre todo en los estados gobernados por priistas donde están por ser nominados aspirantes contrarios a los grupos en el poder.
En el caso de Veracruz, donde aún patalea el diputado federal Jorge Carvallo Delfín y otros fidelistas que aspiran llegar al Congreso local, el senador Héctor Yunes Landa representa romper con la continuidad del grupo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán que gobierna la entidad desde 2004. En Sinaloa, el empresario y diputado federal Quirino Ordaz también enarbola el cambio, pues el gobernador Mario López Valdez, quien hace seis años llegó al poder como candidato de la alianza PAN-PRD, ahora quería dejar sucesor por la vía del PRI en la persona de su secretario de Gobierno, Gerardo Vargas, padrino de la diputada local panista Lucero Sánchez, investigada por sus nexos con Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Y en Oaxaca, favorecido por la reforma a los estatutos del PRI en 2013, todo apunta a favor de otro empresario: Gerardo Gutiérrez Candiani, quien sería postulado como candidato ciudadano para impedir el resurgimiento de los cacicazgos de los ex gobernadores José Murat y Ulises Ruiz, quienes pretenden imponer candidatos; uno a su hijo Alejandro Murat, ex director del Infonavit, y el otro al senador Eviel Pérez Magaña, quien perdió en 2010 la gubernatura ante Gabino Cué, de la alianza PAN-PRD-Convergencia.
Con Gutiérrez Candiani buscan anular al ex mandatario oaxaqueño Diódoro Carrasco, recién nombrado secretario de Gobierno por el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, aspirante presidencial del PAN, para operar electoralmente desde esa entidad vecina en Oaxaca y Veracruz. El ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial, muy amigo de Carrasco Altamirano y cercano a Peña, será postulado en el terruño del operador electoral de Moreno Valle, y en el solar veracruzano Yunes Landa contenderá contra su primo hermano Miguel Ángel Yunes Linares, ex jefe de asesores de Diódoro en la Secretaría de Gobernación al final del sexenio zedillista y virtual candidato de la alianza PAN-PRD.
Carvallo ‘declina’
¿De veras alguien puede ser tan ingenuo como para creer que Jorge Carvallo Delfín se iba a ir por la “libre”? En el sistema priista no hay “borracho que coma lumbre”. Y el diputado federal por el distrito de Los Tuxtlas lo sabe mejor que nadie. ¿A poco iba a querer perder la vice-coordinación priista en la Cámara baja del Congreso de la Unión que le había asignado su paisano César Camacho Quiroz, ex dirigente nacional del PRI y coordinador del grupo legislativo tricolor? ¡Inocentes palomitas que se dejaron engatusar!
Así que este lunes a la 11 de la mañana el senador con licencia Héctor Yunes Landa llegará muy bien arropado a solicitar a la Comisión de Procesos Internos del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI su registro como precandidato a la gubernatura.
Pero antes de este acto protocolario partidista, Yunes Landa se reunirá con ex presidentes y ex secretarios generales del CDE del PRI, entre los cuales estará, por supuesto, Carvallo Delfín.
Y luego de la salutación con priistas de casi todos los municipios veracruzanos, ya registrado como precandidato de unidad, el legislador nativo de Soledad de Doblado sostendrá una comida con diputados federales priistas, en la que seguramente también estará el representante popular del distrito de San Andrés Tuxtla.
Así que no habrá más aspirante priista registrado que Yunes Landa, cuya precandidatura será formalizada este martes 26, cuando la Comisión de Procesos Internos del PRI estatal, encabezada por Carlos Brito Gómez, dé a conocer el dictamen oficial de su registro a las 11 horas. Ese mismo día, Héctor Yunes arrancará sus actividades con un desayuno con el senador Pepe Yunes Zorrilla, y posteriormente comerá con diputados locales.