Por Gerónimo Rosete Pozos
Con los hechos de violencia que se han dado en los últimos días, nuestro estado ha sido tema a nivel mundial, pues los sucesos a los que nos referimos y su frecuencia están a nivel de conflictos de seguridad que se viven en otros países y han sido nota por el alarmante grado de impunidad con que se comenten secuestros y asesinatos, por cómo se han encontrado cadáveres en distintos puntos de la entidad, lo que ha convertido a Veracruz en un cementerio a cielo abierto.
Y no hay estrategia, nunca ha habido, no son tiempos de ponerse a pensar detrás del escritorio en cómo carajos hacerle; la inoperancia de las instituciones estatales, por muy fuertes que diga Javier Duarte que son, es evidente; en ningún lugar del mundo sería congruente decir que hay gobernabilidad si en las calles se puede asesinar, robar, privar de la libertad.
Mientras las y los veracruzanos buscan cómo poder sobrevivir en el 2016, el discurso oficial se vuelve opaco ente los hechos que están a la vista de todos, ya se superó esa etapa en la que solamente en twitter podíamos enterarnos de balaceras y acciones del crimen organizado, hoy está rebasado ya el aparato de comunicación social en el ámbito de las campañas positivas, del discurso bonito, de la foto cuidada, de la frase acuñada por científicos del marketing político venidos de otras tierras. Lo mas triste del asunto es que la esperanza muere día con día porque lo enérgico de las declaraciones de nuestros funcionarios no se refleja en los resultados; que están trabajando en buscar, si; que están investigando, si; que van a volver a probar la confianza de los cuerpos de seguridad, si; en el último año de gobierno.
La agenda del miedo prevalece, las víctimas mortales engordan las cifras, pero hay también víctimas constantes que día a día salen a la calle porque su vida tiene que seguir; llevar a los hijos a la escuela, ir al trabajo, ir por la despensa (los que tienen con que) y vivir con miedo también es ser víctima. El miedo ha sido un instrumento de control social desde los inicios de las civilizaciones, y para ampliar el contexto comparto con ustedes fragmentos del libro La Ideología del Miedo, escrito por Joaquín Estefanía, uno de los periodistas más reconocidos en España y el mundo, además de catedrático en su mismo ámbito de trabajo:
“El miedo que anida en el cerebro quebranta la resistencia, genera pánico y paraliza la disidencia; no hay poder en la Tierra que no haya confiado en alguna forma de terror”. Y al respecto de los poderes que no pertenecen al estado afirma: “estas estructuras de poder no tienen rostro ni identidad. Son invulnerables a los golpes y las palabras. Su poder es quizá menos ostentoso, menos abiertamente declarado, pero es omnipresente y no cesa de crecer”.
“El miedo no solo como construcción social sino también ideológica. Como es omnipresente y está arraigado, produce desconfianza y conflicto con el “otro”, al que se atribuye la culpa de lo ocurrido o de lo que puede acontecer, y genera, por tanto, la necesidad de protegerse de él. Esa es la ideología del miedo, que llega a través de sus transmisores, los “fabricantes de miedo”, muy vinculados en la contemporaneidad a los medios de comunicación de masas y a la información, comunicación y propaganda que se transmite instantáneamente a través de Internet”.
Estamos ante un panorama inédito en Veracruz y los generadores del miedo operan día con día desde distintas posiciones, siguen en su tarea de saquear física y moralmente al estado. Escriba a mrossete@nullyahoo.com.mx formatoseite@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas