“Si quieres crecer fuerte y sano fuma mucha mota desde temprano” Miguel Barbosa
La historia lo registra de la siguiente manera: Al grito de «¡Que lo repita! ¡Que lo repita!», más de 20 mil mujeres congregadas en el Parque 18 de Marzo de la Ciudad de México, el 6 de abril de 1952, demandaban el compromiso al candidato presidencial Adolfo Ruiz Cortines para que cumpliera con su promesa de plasmar en la Constitución el derecho de las mexicanas a votar y ser electas.
Ruiz Cortines repitió su compromiso y la algarabía femenina se apoderó del lugar, y un año después de ese histórico mitin, el 17 de octubre de 1953, Ruiz Cortines -ya como presidente- cumplió su palabra y promulgó las reformas constitucionales que otorgaron el voto a las mujeres en el ámbito federal. Se cumplía así un sueño, se consumaba una lucha y comenzaba otra que aún no ve final: la pelea por la ciudadanía plena de las mexicanas.
De ahí para acá, no la emancipación de la mujer, no, eso lo tienen ganado desde endenantes, la mujer ha sido independiente y ha gobernado su hogar y a sus maridos como han querido, lo que siguió fue ver cómo mujeres inteligentes comenzaron a competir en el terreno político, que les estaba vedado, con los hombres, los igualaron y hasta llegaron a superarlos.
La mujer inteligente ha tenido el terreno libre para ascender en el escalafón político hasta donde han querido; eso de que no hay equidad de género es un mito, todas las mujeres que han incursionado en la política, con capacidades para esa tarea, lo han hecho con toda libertad y éxito.
Cuando iniciamos nuestro trabajo periodístico, hace ya muchos pero muchos años, en tiempos del gobernador Rafael Murillo Vidal, nos tocó escuchar a doña Delia de la Paz Rebolledo, política coatepecana, hacer uso de la tribuna del Congreso Local en su calidad de diputada, como ya lo hubieran querido hacer decenas de grillos de esa época; lo mismo vimos y tratamos a doña Julieta Alonso de Neri, otra destacada diputada de aquel tiempo y, más tarde, a Carolina Hernández Pinzón. Y así, mujeres a las que aprendimos a admirar por su actuación como servidoras públicas o representantes populares.
Y qué decir de las lideresas. Ahí está la maestra Acela Servín Murrieta, fundadora y líder moral del Sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio de la Educación (SETSE), o a doña Eloína Vargas Merino “Doña Pelos” (QEPD) o a Consuelo Méndez Vázquez, dirigente del sindicato de burócratas del estado, de toda la vida. Así podemos mencionar a muchas mujeres veracruzanas que han sido ejemplo de conducta moral e intelectual a su paso por la política.
Todo esto lo mencionamos para que no nos tilden de misóginos por lo que a continuación vamos a decir.
Por ningún concepto aceptamos que las mujeres de los políticos compartan el poder con ellos como ya se viene haciendo costumbre. Elegimos, por ejemplo, a Vicente Fox Quesada como Presidente de México para que nos gobernara él, nadie de los que votamos por él lo hicimos por la señora Martha Sahagún, una vieja ladina que, quién sabe mediante qué artilugios engatusó al babalucas de Vicente y, tras contraer nupcias, compartió el poder presidencial con el sonso, para mal de los mexicanos, porque todo lo que tenía de buenas intenciones Chente se fueron por la coladera cuando la señora Sahagún comenzó a tomar las decisiones más importantes en Los Pinos.
Hoy, con el asunto de El Chapo, vemos que la historia se repite; la actriz Kate del Castillo estelariza un papel de esposa de un presidente, de un país corrupto, infestado de cárteles de la droga tolerados por el gobierno que encabeza un pelele muy parecido a Enrique Peña y ¡madres!, cuando detienen a El Chapo, desde Los Pinos la exactriz Angélica Rivera Hurtado le echa encima toda la caballería mediática a la señora Del Castillo, todo porque La Gaviota está en la plenitud del pinche poder, para decirlo en términos nopaltepecanos, y enseña el cobre. Nuevamente estamos frente a una señora a la que los priistas que votaron por Enrique Peña no eligieron, ejerciendo el poder a todo lo que da, pero no para bien de los mexicanos sino al contrario, metida en asuntos de corrupción como el de la Casa Blanca y, ahora, arremetiendo en contra de quienes considera adversarias en el terreno histriónico.
En Veracruz hemos tenido casos similares, es más, casos peores de mujeres que sin ser las esposas de los gobernantes ejercen el poder como si lo fueran.
Pero vamos a recordar primero casos de distinguidas damas, educadas, conscientes de su papel como esposas del primer mandatario del estado, como fue la señora Teresita Peñafiel de Hernández Ochoa, o la respetable señora Esperanza Azcón de Acosta, destacada intelectual dedicada a los libros; la siempre bien recordada con cariño y aprecio por todos los veracruzanos, doña Divina Morales de Gutiérrez Barrios, o la inolvidable por su bonhomía y sencillez, la doctora Tresita Morales de Delgado, y qué decir de la incansable luchadora social Sonia Sánchez de Chirinos, y la última de las mujeres conscientes de su papel de primeras damas, doña Christianne Magnani de Alemán, todas ellas distinguidas damas que supieron asumir su papel de responsables de la política de asistencia social en el gobierno de sus esposos y que no se metieron en otra cosa que no fuera su chamba. Para todas ellas nuestros respetos y buen recuerdo.
Pero el mal de la Sahagún hizo acto de presencia en Veracruz con la señora Rosa Borunda de Herrera, la esposa de La Nauyaca, gobernador que prefería dejar que su esposa hiciera lo que le diera en gana con tal de que lo dejara disfrutar de “la plenitud del pinche poder”, o sea, joder a todos los demás como resentido social que es, tratar de aliviar sus traumas de jodido en la infancia y feo por naturaleza divina, a cambio de que los caprichos de su señora esposa se respetaran.
Cuando menos el cincuenta por ciento del gabinete de corruptos fidelistas los designó la señora, trabajaron para ella y se fue igual o más cargada que La Nauyaca, pero eso no fue todo, hubo mujeres, como Carolina Gudiño Corro, Martha Montoya, Karla Estrada y una docena más, con las que El Tío compartió el poder, se manejaron como “protegidas del jefe” y, al amparo de esa jettatura, hicieron fortuna, humillaron a miles de veracruzanos y fueron muy poderosas… ¿Quién votó por ellas? Nadie, fue decisión de Fidel compartir el poder con todas y nosotros padecimos las consecuencias.
Pero qué pasó o ha pasado en estos once años de fidelismo con las mujeres inteligentes interesadas en participar en política a través del PRI, que fueron desplazadas por este grupito de… Reinis ¿les dicen?, prostituidas por el dinero y el poder, quienes sin pizca de inteligencia han compartido todo lo que un gobernante, funcionario importante o representante popular puede tener, a cambio de favores sexuales.
El gobernador Javier Duarte de Ochoa debe de entender que ese tiempo ha terminado, que el pasado quedó atrás y lo que importa es el presente y el futuro: o corrige el rumbo y pone a cada quien en su lugar, porque al final lo elegimos a él como nuestro gobernador no a su parentela, ni a sus reinis aspirantes a diputadas locales (con mucha vocación), y comienza a limpiar el camino para que su sucesor llegue con menos problemas de los que ya de por sí le heredará, o de plano que se haga a un lado y las deje que sigan despedazando al estado con sus recomendados, sus proyectos que tantos millones nos han costado y sus torpes decisiones.
Reflexión
Por cierto alguien sabe qué ha hecho el flamante delegado del CEN del PRI Manuel Cavazos Lerma, en este trompicado proceso de elección de candidato a gobernador?. Nada, lo que se dice nada. Por eso pronto lo dejaremos de ver, junto con Jesús Medellín (El Parásito fiel) y vendrá un nuevo delegado que en realidad pueda ayudar a Héctor Yunes Landa a ganar la elección. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas