La Historia de los dos que soñaron, cuento que Borges atribuye a las Mil y una noches pero, conociéndolo, sabemos que bien podría ser suyo, refiere que un Hombre del Cairo venido a menos recibió una instrucción en un sueño, un hombre le dijo: «Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla». Sin mayores datos, en la madrugada del día siguiente emprendió el viaje. Arribó a su destino al anochecer y se acostó en el patio de una mezquita. Esa noche, una pandilla de ladrones cruzó el patio, entró a la casa, los vecinos pidieron ayuda. Ante los gritos de socorro, el capitán de serenos acudió con sus hombres pero los bandoleros huyeron por la azotea. Al registrar la mezquita dieron con el hombre que dormía, lo aprehendieron y lo azotaron hasta dejarlo medio muerto. Dos días después, cuando se recuperó, fue llevado a rendir su declaración. Narró la historia de su sueño a lo que el capitán, entre carcajadas, respondió:
«Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete».
La fuente del sueño era la de su jardín, tomó las monedas, volvió a su casa y descubrió que, en efecto, bajo la fuente estaba el tesoro.
Esa historia me recuerda a la de Eloy Fernando, músico nacido y criado en la Huasteca que vino a Xalapa persiguiendo un sueño, estudiar en la Facultad de Música (Ver: Con la conga por dentro │ Eloy Fernando / I). En el extinto restaurante La Sopa se encontró con el sueño de otro hombre, don Víctor Ramírez del Ángel, violinista de son huasteco. El sueño de ese hombre lo hizo volver a su tierra en busca de un tesoro, su identidad.
Se pegó a don Víctor para volverse huapanguero pero tuvo que pasar por una difícil formación:
«-Tocar en un funeral, sepultar a algún ser querido con huapango, ir a ‹talonear› a las cantinas del sur de Tamaulipas donde está lo rudo, donde es como la Nueva Orleans de los huapangueros, tocar en un congreso de etnomusicología, tocar en un huapango hasta el amanecer, tocar en unos quinceaños de rancho, sobre piso de tierra, en fin, era una lista de requisitos; yo decía no me puedo llamar huapanguero a mí mismo si no hago todo esto.» (Ver: Xiwalakah kompañeros │ Presentación del disco del Trío Tlacuatzin).
Cuando se graduó de huapanguero formó el Trío Tlacuatzin con Rodrigo Lomán, estudiante de violín en la Facultad de Música que tuvo que pasar por un proceso similar para poder interpretar el son, y Yuyultzin Pérez Apango, joven huasteca intérprete de la huapanguera, que le fue recomendada en Tepetzintla, Veracruz:
«Fui a verla tocar, me acerqué y vi que era una niña pero tocaba los rasgueos impresionantemente, con más fuerza que un campesino, irónicamente tocaba como hombre.»
Hace un año, el 16 de enero de 2015, presentaron su primer disco, Trío Tlacuatzin, en el que estuvo don Víctor como invitado especial.
Posteriormente Rodrigo Lomán decidió integrarse a otros proyectos y abandonó el grupo, su lugar fue ocupado por el violinista Manuel «Manolo» Zavala, de quien Eloy me dijo:
«Es un muchacho de El Higo, Veracruz, es un joven virtuoso del son huasteco, lo domina en la mayoría de sus estilos. Además es formador de nuevos músicos tradicionales porque allá en Tanquián, de donde yo soy, tiene a su cargo la escuela de son huasteco Iyalab, que quiere decir semillero y, bueno, a sus 25 años ya es un maestro del son huasteco.»
Con esta nueva formación harán un par de presentaciones el fin de semana con el objetivo de empezar a recabar fondos para la publicación de su nuevo disco que ya está en proceso de grabación.
La primera será el viernes 22 de enero en el restaurante bar La Sirena que se encuentra abajo del puente de Xallitic, y la segunda en la Casa Madero, localizada en el número 30 de la calle Madero, en el mismo barrio. Ambas serán a partir de las 21:00 horas y la cooperación, en ambos casos, será voluntaria.
«Lo de viernes –continuó Eloy- va a ser como cueva de huastecos porque va a ser huapango y va a ir a tocar quien quiera tocar y a versar quien quiera versar, y lo del sábado es un poquito más íntimo, es un recital».
Tanto en el nuevo disco como en las dos presentaciones estará don Víctor porque «la música tradicional es como el fuego que se transmite de maestro a aprendiz y don Víctor siempre será nuestro maestro y siempre va a ser violinista oficial, también, de este grupo», me comentó en la misma conversación.
«Tlacuatzin fundamenta su trabajo en la vida comunitaria, el respeto a los grandes maestros del son, los valores universales y el libre pensamiento», me dijo para finalizar.
Este fin de semana tenemos, pues, dos oportunidades de acercarnos a las tradiciones huastecas en su estado más puro y de presenciar el encuentro de dos hombres que soñaron.
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