Desde que en su primera elección como candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos en 2006, Andrés Manuel López Obrador se percató del desdén con que los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática en Veracruz lo dejaron solo, la izquierda jarocha vive una etapa de descomposición y corrupción que se ha profundizado en la última década.
En plena euforia ciudadana que vio en López Obrador la oportunidad para establecer un gobierno federal que combatiera realmente la corrupción, la entrega de los bienes nacionales a particulares locales y extranjeros y la creciente violencia que se apoderaba de calles y caminos, el PRD veracruzano no quiso siquiera de presentar recursos de inconformidad ante los órganos electorales que hubieran permitido anular la elección, manchada por el fraude instrumentado por el PAN en el ámbito nacional, y apoyado por el PRI en estados como el nuestro.
Como reportero me tocó observar cómo los ciudadanos en Xalapa y en varias partes del estado acudían a los módulos instalados en plazas públicas por el PRD para entregar fotografías de las actas electorales, para confrontarlas con las que, maquilladas, se entregaban a las comisiones electorales, y ni siquiera eran recibidas por dirigentes perredistas comprados por el gobierno de Fidel Herrera Beltrán.
El exgobernador, a través de un operador político dotado de dinero como Érick Lagos Hernández, imponía dirigentes de la talla de Sergio Rodríguez Cortés, antiguo empleado del gobierno estatal, y quebraba dirigencias para imponer a otros miembros de la mafia como Rogelio Franco Castán, actual dirigente estatal.
La última jugada realizada por el gobierno priista fue, con Javier Duarte, en los comicios federales intermedios de 2015 para la renovación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, cuando se echó por los suelos el primer intento por fraguar una alianza del PRD con el PAN que hubiera significado una dura derrota para el PRI, en momentos en que el presidente Enrique Peña Nieto necesitaba una diputación afín para aterrizar, en leyes secundarias, las reformas constitucionales.
¿Qué pasó de un año al otro para que los dirigentes perredistas se hubieran empecinado en una alianza con el PAN para acudir a las elecciones de Gobernador del Estado en 2016? Es muy posible que los antiguos aliados priistas no hubieran encontrado eco a sus desmedidas peticiones económicas, vistos los graves hoyos financieros sufridos por el gobierno duartista, y que en cambio, hubieran encontrado condiciones favorables para que un candidato común, en este caso Miguel Ángel Yunes Linares, les permitiera, por la vía electoral, tener acceso directo a las arcas estatales.
Como quiera que ya hay acuerdo de la dirigencia nacional perredista para ir a los comicios del 5 de junio en coalición con el PAN, y que más del 50 por ciento de las candidaturas para las diputaciones locales les serían otorgadas, lo que le espera al PRD es una verdadera catástrofe.
En primera, porque muy difícilmente lograrán que sus candidatos de coalición obtengan el triunfo ante la fuerte competencia electoral que se avecina, y a que muy difícilmente contarán con el respaldo de los grupos panistas locales que verán como una afrenta apoyar a personajes a los que han combatido desde hace mucho tiempo y que ahora les quitarán la posibilidad de acudir a las urnas con líderes blanquiazules de mayor peso político en los diferentes distritos.
En segunda, porque miles de perredistas preferirán apoyar a los candidatos (tanto a Gobernador como al Congreso) que postule Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que hoy por hoy es el que ha retomado el pendón de la izquierda, o respaldarán candidaturas más sólidas y más identificadas con la izquierda, como la que ayer planteó Movimiento Ciudadano con el exalcalde xalapeño y exsenador de la República Armando Méndez de la Luz, quien ha comenzado su precampaña con muchos bríos personales aunque con un partido debilitado en la entidad, pese a haber sido fundado por veracruzanos.
Visto lo que ha hecho el PRD, que representaba al sector más crítico hasta antes del nacimiento de Morena, la izquierda parece vivir una quiebra, aunque más de principios ideológicos que en lo económico.
¿Armando Méndez dará Luz?
Aunque en Jalisco ha logrado sus mejores victorias, al gobernar hoy la zona metropolitana de Guadalajara, con alcaldes en la Perla Tapatía y en los municipios conurbados de Zapopan y Tlaquepaque, el Movimiento Ciudadano tendrá que venir con todo a Veracruz, porque a su dirigente nacional, el exgobernador Dante Delgado Rannauro, todavía le queda en la memoria los años que pasó en el penal de Pacho Viejo, gracias al entonces Secretario General de Gobierno de Patricio Chirinos Calero, Miguel Ángel Yunes Linares, hoy precandidato de la alianza PAN-PRD.
Sin posibilidad de una alianza con el PRD, y desdeñado por su antiguo compañero de batallas, Andrés Manuel López Obrador, quien ha decidido ir solo con Morena a todas las citas electorales, Movimiento Ciudadano enfrentará solo el compromiso político de este año, en que se elige gobernador para dos años.
Lo hará con un xalapeño de cepa, Armando Méndez de la Luz, quien ya ha probado las mieles de los poderes ejecutivo (fue alcalde de Xalapa, Secretario de Desarrollo Económico con el gobernador Fernando Gutiérrez Barrios y Subsecretario de Gobernación) y legislativo (como Senador de la República y Diputado local), y cuya trayectoria política ha sido limpia, sin acusaciones de corrupción.
Armando Méndez de la Luz deberá meter el acelerador una vez que logre su nominación y empiecen las campañas; debe aceitar a un partido que ha estado un poco herrumbroso, pero que cuenta con buenos cuadros políticos, y debe crear un discurso que llame la atención de la gente.
Porque, pese a las alianzas, habrá sobreoferta: Héctor y Miguel Ángel Yunes (ya considerados como los punteros), Cuitláhuac García (que le buscará quitar el estandarte de la izquierda), los independientes Juan Bueno Torio, Gerardo Buganza Salmerón y Elías Manuel Moreno Brizuela. Por ahí se dice que el exdirector de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento, Francisco Antonio Valencia García, una vez fracasado su intento de romper la alianza del PRD con el PAN, apoyado por los gobernadores de Veracruz y Michoacán, iría por el alicaído Partido del Trabajo.
Ayer, al registrarse como precandidato del MC a la gubernatura, Méndez de la Luz dijo que aceptó defender el naranja de su partido en la próxima contienda para lograr la gubernatura y evitar que Veracruz se desmorone y se derrumbe. “ La agenda de gobierno que vamos a construir en los próximos días no responderá a los intereses de ningún partido o grupo de poder, será producto de una amplia consulta popular que haremos a lo largo y ancho del Estado.”
Señaló que 4.6 millones de veracruzanos se encuentran en situación de pobreza (60.3% del total de la población, cifra que resulta superior a la de los estados de Puebla, Chiapas y Oaxaca) y que la violencia está creciendo todos los días, por lo que “estamos ante un gobierno que ha fracasado política y económicamente”.
Se comprometió a combatir el binomio corrupción-impunidad, “porque de ello depende que los veracruzanos que en este momento sufren la frustración de sentirse como generaciones históricamente perdidas, puedan recuperar no solo la esperanza sino también la confianza en un futuro que hoy luce sumamente incierto”.
Lo cierto es que veremos una contienda electoral sumamente intensa.
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