En diciembre de 2013, recién llegado de su viaje al Vaticano, el gobernador Javier Duarte de Ochoa desayunó en privado con un reducido grupo de colaboradores y periodistas en casa de don Carlos Brito Gómez, en la capital veracruzana.
De lo diversos comentarios hechos en la sobremesa por el mandatario estatal, hubo uno que aparentemente incomodó al senador Pepe Yunes Zorrilla, ahí presente, ya que unos cuantos minutos después se levantó de su asiento y se marchó.
Y es que en esa ocasión, Duarte de Ochoa celebró que el presidente Enrique Peña Nieto no tuviera amigos en Veracruz, lo que en apariencia le favorecería para manejar en 2016, sin desgastantes presiones, su propia sucesión.
En los últimos dos meses se ha ido corroborando lo dicho por el mandatario estatal. Este miércoles 6, por ejemplo, en su última visita a Veracruz para presidir la ceremonia conmemorativa de la promulgación de la Ley Agraria de 1915, Peña no dio calor ni le hizo guiño alguno a los desesperados aspirantes priistas a la gubernatura, los cuales fueron sentados prudentemente lejos de él. Así, nadie opacó al gobernador ni le anticipó el vacío de poder que naturalmente habrá de darse en cuanto se designe al candidato a sucederlo.
Es posible que antes de que finalice el sexenio duartista, en noviembre de este año, el Presidente retorne por lo menos una vez más a Veracruz; pero si acaso no lo hiciera, el gobernador Duarte podría darse por bien despedido con la reciente visita del mexiquense, pues en este masivo evento campesino fue arropado políticamente no sólo por la asistencia de última hora de Peña Nieto sino por la presencia también de cuatro secretarios de Estado y el respaldo de varios gobernadores y del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, no obstante que el día anterior el propio mandatario veracruzano había puntualizado a los medios de comunicación que el Jefe del Ejecutivo federal no venía a un acto partidista sino agrario, lo que finalmente así fue, ya que se abstuvo de hacer pronunciamientos sobre el proceso sucesorio en marcha.
Días después de la anterior visita de Peña Nieto a la entidad –el 10 de noviembre del año pasado, cuando vino a inaugurar el Clúster Científico y Tecnológico BioMimic del Instituto Nacional de Ecología, en el municipio de Coatepec–, primero se filtró y luego fue corroborado personalmente por Duarte a un grupo de periodistas, que él, como jefe político del priismo en Veracruz, recibió del Presidente la confianza para decidir la candidatura de su partido. “En el tema de la sucesión me dijo: ‘Javier, nunca me has fallado, pero esta es la decisión más importante de tu vida, no te puedes equivocar’, con lo cual me está dando la gran responsabilidad”, les reveló el mandatario estatal hace poco más de un mes a los columnistas del “Grupo de los Diez” en una comida convocada por el diputado federal Alberto Silva Ramos, presidente del CDE del PRI y aspirante también a la gubernatura.
En cuanto se hizo pública esa versión, otros aspirantes a sucederlo y sus aliados comenzaron a ponerla en entredicho. Inclusive a través de algunos columnistas capitalinos sembraron la duda de que Peña Nieto realmente le hubiera delegado esa facultad metaconstitucional que antaño ejercieron siempre los Presidentes de la República emanados del PRI.
Sin embargo Duarte lo afirmó con tal aplomo que resultaba difícil dudar de su palabra. “El Presidente me tiene una estima que la siento en los hechos. Nunca he tenido un no del Presidente. Todo lo que le he pedido siempre me ha dicho que sí”.
Y, en efecto, así ocurrió en noviembre de 2014 cuando luego de la exitosa Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en el puerto de Veracruz, obtuvo el aval de Peña Nieto para enviar a la LXIII Legislatura local la polémica iniciativa de reforma electoral que homologó la elección de gobernador con la presidencial a partir de 2018, por lo que en junio próximo se elegirá a un mandatario para una administración de sólo dos años, lo que provocó el justificado enojo de los senadores Héctor y Pepe Yunes.
En la comida decembrina, Duarte dijo que el tema de su relevo “al final del día lo va a resolver el partido”, pero señaló la importancia de la opinión del Presidente, quien, remarcó, “como líder moral ha sido muy generoso conmigo”. Y reiteró lo que ya había presumido un par de años atrás en el desayuno servido en casa de Carlos Brito y que incomodó al senador Yunes Zorrilla: “Tengo una ventaja que es una gran responsabilidad: soy el único amigo veracruzano que tiene el Presidente. Esa es una gran responsabilidad”.
Duarte atribuye esa buena relación a que fue el primer gobernador priista del país que lo destapó durante una comida en el salón Tajín de la Casa Veracruz en septiembre de 2011 luego de un acto en que se hermanaron Xalapa y Toluca, siendo Peña Nieto gobernador del Estado de México. “Ahí dijo: ‘Sí quiero ser Presidente’. Le dije que como consejero político nacional y estatal tenía todo mi apoyo y el del priismo veracruzano”, recordó el cordobés, quien además reveló que en la campaña presidencial fue convocado al cuarto de guerra del mexiquense. Por eso se jacta: “El Presidente me tiene una gran estimación, que es correspondida”. Y así se confirmó este miércoles 6 en el puerto de Veracruz. Por ello todos los aspirantes priistas a sucederlo, hasta los más reacios y críticos de su polémica administración, se han tenido que cuadrar y alinear ante él, tragando sapos sin hacer gestos.