Por Gerónimo Rosete Pozos
Independientitis -disculpe el uso del término- es lo que comienzan a padecer algunos políticos y aspirantes a cargos de elección popular en México y en Veracruz; pero es una moda, un ardid mercadológico, nadie puede ser estrictamente independiente, es como ver el vaso medio lleno o medio vacío.
Y basta con los antecedentes de cada uno de quienes se manejan actualmente como “independientes”, sus orígenes políticos vienen de corrientes partidistas reconocibles; ese perfil que se otorgan de independientes es, mas bien, un sello de mercenarios de la política, soldados que sirvieron en un bando y pasan al otro para seguir sobreviviendo sin importar causas, como los integrantes de grupos del crimen que antes servían como elementos del Ejército Mexicano y hoy, independientes, operan como guerrilla que vive de extorsiones, tráfico de drogas y secuestro.
Pregúntenle a los regiomontanos cómo les va con su “Bronco”, ahora imagine cómo nos iría con uno de esos por acá.
Mire, los que hoy quieren participar como candidatos independientes a la gubernatura de dos años en el estado, son políticos que quieren estar en contienda sin el respaldo de un partido; lo que es muy diferente a presentarse de manera independiente como ciudadanos para entrarle a la batalla electoral, no señoras y señores, no confundirse, por eso decimos que es más mercadotecnia que otra cosa. Ejemplos de ciudadanos que luchan para alcanzar puestos de elección popular en México si hay, como el Diputado por el distrito de Zapopan, Jalisco; Pedro Kumamoto.
La candidatura de Kumamoto al Congreso llamó la atención de medios internacionales por el uso casi exclusivo de redes sociales para realizar su campaña, así como el bajo presupuesto con que se financió. Recibió 18 mil 626 pesos por parte del gobierno para iniciar su campaña y más de 240 mil de parte de simpatizantes, a quienes se les pidió no donar más de siete mil pesos para su campaña. El límite de aportaciones fue impuesto con la intención de lograr una campaña sostenible sin necesidad de hacer grandes gastos, esto como acto proselitista para demostrar la diferencia entre las candidaturas de partidos y su candidatura independiente.
Ni Bueno Torio, ni Buganza, ni Moreno Brizuela, ninguno ha mostrado a la sociedad lo que el joven Kumamoto hizo en su campaña, con esa franqueza y transparencia, casi con inocencia; se le podía notar al escucharlo en entrevistas que su oficio político no era el mejor, pero su entusiasmo y honestidad lo llevaron a una curul.
En otras latitudes, los casos de las candidaturas independientes también existen; mire, en Polonia se exige el respaldo de cinco mil ciudadanos para contender por una diputación. En Portugal, la cifra oscila de siete mil 500 a 15 mil firmas, dependiendo del tamaño de la demarcación. En Australia se exigen seis mil apoyos. En España, Rusia y Ecuador se requiere, para ser diputado, el visto bueno del uno por ciento de los electores de la circunscripción por la que se quiere contender. En Rumania, si se busca ser legislador, se pide el respaldo del cinco por ciento de los electores, pero si se desea competir por la presidencia, entonces se requieren 300 mil firmas. En Rusia y Ucrania se necesita un millón de respaldos debidamente documentados, lo que no parece muy fácil.
En muchos otros países, sin embargo, el número requerido de firmas es bastante bajo. Mil en Italia, para ser diputado; 750 en Hungría; en Dinamarca, sólo 200 respaldos, y 300 en Albania. En Finlandia se exige sólo 100 (y 20 mil si se quiere competir por la presidencia). En otros países, más que firmas, se requiere la recomendación de un cierto número de legisladores, lo que tampoco podría ser muy complicado. En la República Checa basta con ser postulado por diez diputados o senadores. En Bélgica, se piden cinco mil firmas de electores y el aval de dos legisladores. Y en algunos países se exige depositar una determinada suma de dinero, a veces reembolsable y otras no. Este requisito suele combinarse, aunque no siempre, con la presentación de firmas de electores.
En Turquía deben depositarse 30 mil dólares, que no serán devueltos bajo ninguna circunstancia. En Holanda deben aportarse 11 mil euros, que pueden ser reembolsables, de obtenerse cierta votación, aunque no se obtenga la curul. En Australia deben dejarse en prenda sólo 185 dólares, mismos que serán devueltos si se alcanza al menos un cuatro por ciento de la votación en el distrito en el que se contiende. Y en Canadá, aunque sólo se piden 100 firmas para ser registrado, hay que agregar 650 dólares. En Inglaterra la suma es 500 libras esterlinas. Hay pues una gran variedad de requisitos para que candidatos sin partido puedan contender por un cargo de elección popular.
Dentro de la singular política veracruzana el término de independencia política está poniéndose a prueba, tanto que hasta el Senador José Yunes manejó el concepto de independencia en la campaña publicitaria previa a su último informe. Esperamos, por el bien de Veracruz, que los que se dicen independientes resulten serlo y estén a la altura de una contienda electoral como la que se merece nuestro estado y justifiquen esa independencia con hechos, porque su pasado deja mucho que desear, si realmente quisieran luchar independientemente no necesitan ser gobernadores, hay muchos líderes sociales que actúan por su comunidad sin un cargo y un sueldo.
Por el momento sus chafas mercadólogos los han enfermado de independientitis. Escriba a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas