Con cierto resabio a las teorías económicas de Robert Malthus, que afirmaba que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética, el gobernador Javier Duarte ha dicho que los problemas financieros que han hundido a Veracruz durante su gobierno se derivan del crecimiento poblacional, en contrapartida con el desdén del gobierno federal para tomar en cuenta ese indicador.

Por ello, valdría suponer que los graves problemas financieros del estado, cuya última expresión ha sido el retraso en el pago de pensiones, becas y subsidios, no han sido causados por el sobreendeudamiento, la corrupción y la mano inexperta para corregir las asimetrías y distorsiones en el manejo presupuestal, sino a que mientras la población veracruzana crece en progresión geométrica, los recursos federales solo lo hacen en progresión aritmética.

Ayer en Boca del Río, ante presidentes municipales emergidos de la CNC, Javier Duarte dijo que el crecimiento demográfico no va a la par de los presupuestos destinados para Veracruz, pese a que la entidad ocupa el tercer lugar nacional en ese parámetro. “Lamentablemente, los presupuestos no van a la par del crecimiento demográfico ni de las necesidades que tenemos. Sin embargo, es aquí donde la organización, donde la creatividad y el talento de quienes tenemos que estar al frente de un gobierno es la que se tiene que seguir”.

Demasiado tarde para invocar una creatividad y un talento que en los primeros cinco años de gobierno no dieron el menor resultado, lo que ha llevado a que en la antesala del año electoral las cosas públicas hubieran encontrado su peor escenario, con adeudos irresueltos, graves rezagos sociales y en infraestructura, casi inexistente inversión pública y una economía petrificada en los más bajos índices de crecimiento, además de una escalada de endeudamiento que no parece tener efectos mínimos en resarcir los grandes pendientes gubernamentales.

Duarte, en la lista negra

Este lunes, el portal Sin Embargo ha incluido al gobernador Javier Duarte de Ochoa entre los 10 mandatarios estatales que en 2015 protagonizaron la sección Virreyes debido a la mala gestión y los escándalos en torno a sus administraciones:

“Gobernadores de todos los colores partidistas fueron acusados por ciudadanos, grupos civiles nacionales y extranjeros, e incluso autoridades de procuración de justicia y políticos opositores de llevar a sus entidades a los peores niveles de inseguridad, corrupción, deuda, pobreza y represión”.

Completan esa nómina que encabeza Javier Duarte de Ochoa, los gobernadores Rafael Moreno Valle Rosas, calificado por organizaciones poblanas como “represor”; el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera Espinosa, acusado de “fabricar” pruebas en contra de inocentes y de ser “indiferente” a la problemática de inseguridad; Eruviel Ávila Villegas, gobernador priista del Estado de México, que no ha logrado aminorar los altísimos niveles de violencia en su estado, y el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, del PVEM. Todos ellos, por cierto, aspirantes fuertes a la candidatura presidencial de sus partidos, a excepción del veracruzano.

Aunque ya no gobiernan, también abrieron brecha los exgobernadores de Sonora, Guillermo Padrés Elías, y de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, quienes enfrentan graves acusaciones de corrupción que los podría llevar ante la justicia, según señala el reportaje firmado por Guadalupe Fuentes López.

Los tres restantes son Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, gobernador perredista de Morelos, y César Duarte Jáquez y Roberto Borge Angulo, gobernadores priistas de Chihuahua y Quintana Roo.

Aunque se enfoca en los asesinatos de periodistas y la violencia que se ha cebado entre los de nuestro gremio, con desapariciones, amenazas, violencia física y exilios que, según Artículo 19, suman 41 casos que ubican a Veracruz entre las cinco entidades federativas con el mayor número de agresiones a comunicadores, la publicación del DF señala de Javier Duarte de Ochoa (uno de los 12 que se van en las próximas elecciones para renovar gubernaturas) lo siguiente:

“Su administración en Veracruz es una de las más cuestionadas por los ciudadanos y oposición. La violencia, pobreza, deuda y corrupción, son algunos de los señalamientos en contra del priista, además de convertir al estado en el más riesgoso para el ejercicio periodístico”.

Nada de estos señalamientos, por supuesto, tiene que ver con la asimetría entre crecimiento poblacional y recursos federales.

Tal vez uno de los mejores comportamientos que le pueden agradecer los veracruzanos a su gobernador en el último año de su gestión es una buena dosis de autocrítica, de veracidad a la hora de hacer el diagnóstico de la situación actual del estado, de claridad y transparencia en la información sobre el estado que guardan las finanzas estatales, y de los alcances que puede tener la entidad, salvados los compromisos no solo con las entidades bancarias sino también con proveedores, organismo públicos autónomos y miles de trabajadores y extrabajadores del sector público.

Eso hace falta, tanto como evitar cortinas de humo que ya todos identifican y desdeñan.

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