Por Gerónimo Rosete Pozos

El futuro nos ha alcanzado, quien no está en una red social se estanca y no va al ritmo del flujo actual de la información; y quien no utiliza esas redes en su estrategia de comunicación desperdicia una herramienta que significa contacto directo y casi en tiempo real (porque solamente faltaría estar cara a cara) con la sociedad, su público directo, a quienes se les debe informar de acciones.

El poder de una sola publicación, de Facebook o Twitter, en el caso del texto de hoy, puede ser enorme, con una capacidad de difundirse (viralizarse) en poco tiempo, dando pie a diálogo y llenando vacíos informativos. Pero cabe aclarar que no siempre es así, se necesita estrategia, capacidad de resumir el mensaje y condensarlo como si fuera un encabezado periodístico y eso es tarea de especialistas, razón por la que muchos usuarios contratan equipos de redactores para manejar una sola cuenta de Twitter.

Muchos políticos, dada la capacidad de exposición de esa red social, prefieren dejar a los que saben el uso de su cuenta oficial, pues un pequeño error de ortografía, sintaxis, el exhibir ignorancia o desconocimiento o generar postura sin antes asegurar el mensaje, podría echar a perder una credibilidad ganada en años.

Aquí les va un caso para el análisis y dar ejemplo de la complejidad que puede representar el manejo de una cuenta de Twitter por parte de un gobernante. El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, tiene casi 70 millones de seguidores y al principio de su administración él manejaba su cuenta. Ese perfil es manejado por su equipo de comunicación y representa la tribuna oficial comunicativa de Obama, por otro lado está la cuenta @POTUS que él maneja personalmente.

Al respecto, Jerry Larson, profesor de periodismo del Colegio Emerson, en Boston, dice que: “Si la administración de Obama es abierta con el hecho de que la cuenta fue entregada a otras personas, entonces depende del público decidir si quieren seguir a @BarackObama”; sin embargo, Michael Zimmer, director del Centro para Investigación de Políticas de Información en la Universidad de Wisconsin, Milwaukee, en Estados Unidos, añade que: “es razonable asumir que los puntos de vista de @BarackObama son los del presidente y no de algún grupo activista afiliado. Supondríamos que el mensaje es ‘de él’ en el sentido que alguien discutió/aclaró con él el tipo de contenido que sería comunicado a través de ese canal”. Es “como el vocero de prensa de la Casa Blanca: esa persona habla en nombre de la Casa Blanca”.

La transparencia de Twitter tiene muchos niveles. Muchas cuentas de figuras públicas tienen millones de seguidores y los seguidores pueden comprarse a un precio barato, si alguien quiere generar cifras. Otras cuentas son bots (generadas por computadora), y están inactivas o son totalmente falsas; dicen que, en el caso de la entidad veracruzana, son manejadas por un equipo especializado instalado en Casa Veracruz y que al frente está una familiar cercana de la primera pareja de la entidad. Pero, sea el titular quien la maneja o no, la cuenta lo representa y como dice la flota: “hay que aguantar el castre”.

Entrarle a publicar es tener respuestas inmediatamente, positivas y negativas, en niveles de discusión diversos, con palabrotas, con burlas, con aplausos, generando o perdiendo adeptos; por eso, insistimos que administrar una red social como plataforma de comunicación política es delicado, plantear un punto de vista, hacer una declaración disfrazada de oficial sin sustento es quitarle categoría a lo que se supone es oficial.

Valdría la pena, entonces, dar certidumbre a la sociedad y que los políticos mexicanos, los gobernadores, el nuestro, dijeran abiertamente si ellos personalmente con sus deditos teclean la pantalla del móvil, de la tablet, de su compu o hay gente destinada a esa tarea, ganándose una lana por la riesgosa chamba.

Lo indiscutible es que, desde Twitter o Facebook o la red que sea, los políticos también deben hacerse responsables de lo que “dicen” y sostenerlo, llevar el discurso a otros ámbitos donde la amplitud pueda dar pie a la certidumbre. Como dice la campaña, por cierto muy impulsada desde la visión de una mujer responsable como Karime Macías, “Aléjate de la basura en internet”, porque el buen juez por su casa empieza.

Y para despedirnos les comparto 10 razones para el uso del Twitter como herramienta de comunicación política y electoral (aclaro que son un ideal), escritos por Roberto Rodríguez Andrés, investigador universitario en España, y Daniel Ureña Uceda, director de MAS Consulting Group y coordinador de liderazgo de la Universidad Pontificia Comillas, en Madrid:

1.- Twitter aporta (todavía) imagen de modernidad.

2.- Permite la conversación con el ciudadano.

3.- Los usuarios de Twitter son “líderes de opinión” en sus entornos.

4.- Es una herramienta de comunicación interna y genera comunidad.

5.- Twitter es ya el medio más pegado a la actualidad.

6.- Es una fuente de información para los periodistas y una vía para mejorar la relación con ellos.

7.- Ayuda a los políticos a pensar y hablar en “titulares” y, por tanto, a ser mejores

portavoces.

8.- Humaniza a los políticos y aumenta la empatía hacia ellos.

9.- Es un termómetro social.

10.- ¿Ayuda a ganar elecciones?

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