esta guitarra ciega
y esta frente perdida
(Pablo Neruda)

Poco sé, debo confesarlo, de Anna Garano más allá de que es una guitarrista italiana que estudió en el Conservatorio Giuseppe Tartini, que mientras estudiaba se interesó, además de la europea, en las músicas india y árabe, que al terminar sus estudios se trasladó a Andalucía para estudiar guitarra flamenca y que después se inscribió en el Conservatorio de Rotterdam, en Holanda, donde estudió durante tres años con el guitarrista cordobés Paco Peña.

Anna Garano
Anna Garano

Que en esta época empezó a componer y a tocar su música con grupos de ese género que han dado en llamar world music, nombre que me disgusta porque implica la existencia de música extraterrestre o inframundana pero, bueno, así se le conoce.

Que en 1999 creó, en Italia, la banda Por los caminos flamencos en la que incluyó a la bailarina Elisa Nardini.

Que ha grabado cuatro discos como líder:

  • Sombra, en 2004, a dúo con Massimiliano Forza.
  • Come il re di un paese piovoso, en 2007, a trío con Alessandra Chiurco y Flavio Davanzo.
  • Gioco a nascondere, en 2010, a dúo con Alessandra Franco.
  • Lessness, en 2014, el único que conozco, un disco en el que combina la guitarra sola con algunos duetos: tres con otro guitarrista, Marc Ribot; uno con un trompetista, Flavio Davanzo; uno con un clarinetista, Doug Wieselman y otro con una cantante, Anaïs Tekerian.
Anna Garano, Blaz Celarec, Karina Oganjan y Elisa Nardini
Anna Garano, Blaz Celarec, Karina Oganjan y Elisa Nardini

Lessness es un relato corto de Samuel Becket inspirado en la música de John Cage escrito originalmente en francés con el nombre Sans y posteriormente traducido al inglés por el propio autor bajo el neologismo Lessness, término para el que no he encontrado una traducción satisfactoria por lo que me atengo a la versión en italiano que da Aldo Del Noce, «Assenza allo stato puro». Lessness, entonces, puede definirse en español como «Ausencia en estado puro», concepto que define perfectamente a esta música de horizontes largos, de paisajes de sutil orografía por la que puede transitarse sin tropiezos ni exabruptos con excepción de la décima pieza, El tiempo de las ranas, un coqueteo rockero con guitarras eléctrica y acústica que si bien contrasta fuertemente con el tono general del álbum, no incide en su respiración perfectamente controlada ni violenta su temperatura ni su iluminación rembrandtiana.

3 LessnessPero volviendo al título, Ricardo Echevarria tiene un ensayo muy interesante en el que afirma que «LESSNESS es una búsqueda de lo absoluto a través de la privación de lo visual». Narra que en la antigüedad clásica, la carencia de la vista era considerada como una capacidad sobrenatural otorgada para que, quienes tienen esa condición, puedan comunicarse con mundos que nos son ajenos a los videntes (pienso en Homero y, por supuesto, en Borges).

«Esta concepción de la privación de lo visual –continúa- se fija con el concepto ‹Até›. Até, hija mayor de Zeus, es la figura mitológica que a todos nos ciega. Por extensión Até es el concepto en griego que significa -literalmente- ceguera. El privado de visión posee un género místico de visión, que no es física ni material, sino que habita otros lugares inexplorados e invisibles». Lessness, concluye, «es una inmersión en lo obscuro».

Cortázar definió Xenakis como «un cronopio para días secos y apolíneos». Apolíneo me parece un adjetivo justo para esta música de líneas rectas, de trazos precisos, desprovistos de ornamentaciones innecesarias (lo cual no implica que carezca de relieves y cariátides), de eficacia formal, casi minimalista, y frugal profundidad espiritual.

Julio Cortázar
Julio Cortázar

Cortázar prefiere a Xenakis para los días secos y, para los lluviosos, «los viejos discos Bessie Smith y también de Lester Young y del Bird», a mí Lessness me parece la música idónea para estas tardes en que la neblina comienza a tomar por asalto las calles atenienses provocándonos una ceguera parcial que nos permite, como a los invidentes, voltear hacia nuestro interior sin obstáculos ni distractores. Lessness, también el disco, «es una inmersión en lo oscuro», un álbum introspectivo para brindar a solas con nosotros mismos.

Aquí debo hacer una pausa para exhibir un dislate: iba a citar a Cortázar de memoria pero preferí ir a mi librero para hacerlo literalmente. Al transcribir, descubrí que mi memoria había confundido a Xenakis con Theodorakis, tergiversación que atribuyo menos a la consonancia que al hecho de que es a Mikis a quien mejor conozco y más quiero. Fue él quien llegó a mi mente con su cargamento de recuerdos ochenteros entre los que sobresalió, inevitablemente, la cantata que hizo con los poemas de El canto general, un disco que, tres décadas después, sigue resonando en algún lugar de mi conciencia hasta el que volvió el entrañable Pablo con la convocatoria que hace desde las Alturas de Machu Picchu:

Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.

Pablo Neruda
Pablo Neruda

No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca,

Hablad por mis palabras y mi sangre.

Y, claro, Neruda trajo consigo a Joan Baez y así podríamos seguir ad infinitum pero con esto alcanza para que la vida vuelva a ser la fiesta que, muchas veces, quiere aguarnos la cotidianidad pero ¿cómo va a lograrlo si reunimos a Anna Garano, a Cortázar, a Theodorakis y a Neruda en una tarde de neblina?

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