Por Rafael Arias Hernández
373 días. Último diciembre. Más desatinos y enfrentamientos. Más deudas, pérdidas y opacidad. Hampa electoral e imposiciones.
LA SUCESIÓN EN VERACRUZ, muestra ya lo que son muchos de los que quieren perpetuarse en el poder, que son parte de la continuidad de la impunidad.
Entre otros aspectos, destaca que, además de obsoletos e ineficientes, son ya responsables de mala y peor administración pública y destrucción de instituciones; y de crecientes necesidades públicas desatendidas. A pesar del cuantioso presupuesto estatal, manejado con opacidad y falta de rendición de cuentas, que en cinco años llega a casi medio billón de pesos y del injustificado sobre endeudamiento total, de más de 100 mil millones.
Y por si fuera poco, rezagos sociales acumulándose, generación tras generación. Insuficiente seguridad social y mala cobertura de servicios de salud; rezago educativo de casi 2 millones, con el primer lugar de analfabetos en el país.
Además, el inocultable aumento de pobreza, hambre e inseguridad, casi cinco millones de pobres más; y el gran logro de la administración, más de un millón de hambrientos.
Problemas que no se resuelven con firmas de convenios, por cierto convenios sobre deberes oficiales, que de cualquier forma, los firmantes están obligados a cumplir, porque es su trabajo hacerlo.
Prosperidad de limitaciones y sacrificios de las y los veracruzanos, a pesar de costosos actos, discursos, fotos y boletines gubernamentales. Toda fuente oficial lo corrobora: Veracruz ya cambio y empeoro.
Hoy por hoy, salvo excepciones, abundan y dominan gobiernos que se caracterizan, por sus ineficientes y delincuentes, por más que la impunidad les proteja y exonere. Intocables y reciclables son identificables gracias a la revolución tecnológica en comunicaciones.
Vivir en el pasado
El mundo cambió y siguen sin reconocerlo; y especialmente sin asumirlo en la práctica, del puesto que desempeñan.
Eso sí, en la comodidad, ventajas y privilegios del presupuesto oficial, de una y mil formas viven y aprovechan lo último de todas las modas, incluyendo desde luego, la tecnológica de la comunicación y de la nueva sociedad de la información para, en medios y con comunicadores contratados, pagar sus costosas autopromociones, adulaciones y alabanzas.
Y ahí van consumiendo de todo con cargo al erario: computadora, celular, banda ancha, cable, innovaciones, servicios y productos que están cambiando vidas y sociedades.
Algunos hasta resultan admiradores de las redes sociales e intentan controlarlas o eliminarlas, “educarlas” para domesticarlas y aprovecharlas. Todo tirano o caricatura de sí mismo, está tentado a intentar impedir la libertad de expresión.
En fin, pueden consumir y adquirir, más cuando se tiene el arca llena, pero en los hechos no dejan de ser obsoletos.
Ineficientes y delincuentes
En demasiados, al asumir la representación pública, hacer política y gobernar, la costumbre se impone, tanto a jóvenes como a viejos gobernantes.
Verdaderas reminiscencias y regeneraciones de patéticos políticos y gobernantes de hoy, productos de arcaicas prácticas del quehacer público y, sobre todo, de gobernar. Convertidos en general, en obsoletos y convenencieros, ineficientes y hasta delincuentes. Reproducción inocultable de dinosaurios y bebesaurios.
Una de las caracterizaciones, se encuentra en la forma, tradición y costumbre de practicar la manipulación de la esperanza, a través de la venta del futuro, con promesas y engaños, sabiendo que no se tiene la intención de cumplir. Práctica complementada, con secretismo y manipulación, simulación y entretenimiento, pero especialmente con voluntarismo y discrecionalidad.
Toda una cultura de uso y abuso de la representación pública y el cargo oficial, para aprovecharse y beneficiar, al personaje, familia y grupo de cómplices y aliados. Imposible ocultar y negar riqueza indebida, privilegios y ventajas obtenidos.
Así, engaño y abuso en la forma de gobernar, se convierten y manifiestan en múltiples formas de comportamiento, que constituyen toda una cultura que para empezar, en la actualidad, choca y se estrella con esa revolución tecnológica de la comunicación y la sociedad de la información. Engañar cuesta más trabajo.
Información suficiente, objetiva y oportuna es parte del antídoto o remedio. Participar responsable y permanentemente es la otra.
Información y no simulación que, para empezar, todos debemos exigir para utilizar y aprovechar.
Temas y reflexiones abiertas. Gobiernos obsoletos, ineficientes y delincuentes no garantizan convivencia civilizada, desarrollo económico y bienestar social.
Informarse y participar. No dejarse, es el comienzo.
*Academico.IIESESUV@RafaelAriasHFacebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez