Pelelérrimo e inútil a más no poder, el diputado federal Adolfo Mota Hernández está recibiendo la bendición fideliana para apuntarse como uno más de los aspirantes del PRI a la gubernatura de dos años que se disputará en 2016. Y hay muchos colegas que se están yendo con la interesada finta que busca multiplicarle fantasmas a los dos más aventajados para esa nominación.

Por supuesto, en esta aridez de ideas y de pujanza, Mota no es el único espantapájaros que les están poniendo a los senadores José Francisco y Héctor Yunes, aunque sí el menos elaborado, aquel que menos temor provoca entre los tordos.

Hay quienes invocan escalofriantes encuestas, nacidas de la imaginación de los analistas menos dotados de la cuadra, que ubican a Alberto Silva Ramos como el puntero en las preferencias electorales, cuando hace unos meses no lograba ni el 4 por ciento.

Un periódico local, cuyo nombre prefiero omitir para no darle oxígeno en sus horas de agonía, publicó hace poco los ‘resultados de una encuesta’ que no podría aplicarse ni entre los más cultos habitantes de la Atenas veracruzana; según sus conclusiones, los veracruzanos estarían en condiciones de preferir a Alberto Silva Ramos para 2016 y, en el colmo de su futurismo, a Pepe Yunes para 2018.

Pero concentrémonos en el exsecretario de Educación (SEV). Sin más estudios que una licenciatura (agreguemos un diploma como orador del grupo ToastMaster), Mota Hernández ha transitado por la política veracruzana con enorme fortuna, aunque pasó sus horas de infortunio durante el Fidelato.

De ser dirigente estatal del Frente Juvenil Revolucionario y del PRI, tiempo en el cual disfrutó las dietas del Congreso local, el coatepecano jugó a las vencidas con Fidel Herrera Beltrán (que lo pasó del PRI a una estrecha y oscura oficina de la SEV) y le ganó la candidatura a la diputación federal por su distrito, comicios que ganó gracias al apoyo financiero de su tío Chito Mota, vinculado directamente con el crimen organizado y quien fue desaparecido más tarde junto con un periodista misanteco.

En sus ímpetus juveniles, formó parte de los manifestantes que derribaron una estatua del expresidente Vicente Fox en el malecón de Boca del Río, en 2007 y, siendo diputado federal, fue autor de una iniciativa de ley que pretendía regular la publicación de propaganda política en internet, al estilo de su ahora colega en el Congreso, Omar Fayad, quien quiso criminalizar las libres manifestaciones de los mexicanos en las redes sociales.

El 1 de diciembre de 2010, el gobernador Javier Duarte dio una mala señal al sector educativo de la entidad al nombrarlo como titular de la SEV, puesto en el que se mantuvo sin pena ni gloria hasta el año pasado en que logró ser nominado y ‘ganó’ la elección por la diputación federal en el distrito de Xalapa rural, cuyos caminos ya había recorrido como secretario, repartiendo computadores, construyendo aulas y anexos y fundando escuelas, en una abierta y descarada precampaña que nadie castigó.

Ahora, como hemos dicho, ha sido agregado a la nómina de los aspirantes a la gubernatura. ¿Qué obra en su favor? Según dicen, el apoyo y enorme cariño que le profesan el actual senador priista Emilio Gamboa Patrón y el exsecretario de la SEP, Emilio Chuayffet (quien según algunos conocedores estaría preparando maletas para irse de embajador), y de una serie de políticos que estarían buscando posiciones con miras a los comicios presidenciales de 2018.

Si el caso fructificara (que todo mundo considera improbable), los veracruzanos no tendríamos que soportar su grave inutilidad, pues lograría su primera y, acaso, más escandalosa derrota, para dar pie a la alternancia democrática, con un gobernador salido de la alianza del PAN con el PRD.

¡Feliz cumpleaños, Claudia Ramón Perea!

En el mes de diciembre, Claudia Ramón Perea, directora general de Atención a Migrantes del Gobierno del Estado, cumplirá un año más de vida. De gustos caros, la posgraduada en la Universidad Complutense de Madrid, oriunda de Coatzacoalcos, quiere festejar por todo lo alto. Para ello, contará con la obligada cortesía de los empleados que laboran en sus oficinas centrales.

Como en 2014, los burócratas tendrán que aportar una cantidad que sacrifica sus medradas remuneraciones para que la directora duartista reciba uno o varios regalos del tamaño de sus enormes responsabilidades, en un estado que en la última década se convirtió en expulsora masiva de paisanos al vecino del norte, dadas las graves condiciones de vida que prodiga una economía estatal en franca caída, y en un lugar de paso obligado para decenas de miles de migrantes centroamericanos que sufren no solo las naturales adversidades climatológicas y la persecución de policías migratorios y locales, sino también el asedio de las bandas criminales que los roban, extorsionan, violan y asesinan.

Un trabajador ha lanzado la voz de alerta a este columnista. Y es que todos están hartos de la forma en que uno de los incondicionales de la sureña recorre los escritorios para exigir mil pesos por cabeza para comprar el regalo que añora su patrona. Todos deberán postergar el pago de sus deudas o disminuir sus compras para la manutención de sus familias con tal de entregar el tributo.

Claudia Ramón Perea cree que es necesario tener la certidumbre del enorme amor que le profesan sus empleados. No hacerlo representa incrementar los malos tratos que les da, hasta hacerlos buscar otro sitio dónde laborar. “El año pasado fue igual, tiene gustos caros”, señala quien tendrá que erogar esa suma para no perder su empleo.

¿Cómo la ven?

Los moches, a trochemoche

No es la única funcionaria que incrementa sus percepciones u obtiene ilegales beneficios mediante la extorsión de sus empleados. Se ha convertido en práctica generalizada durante este gobierno la reducción cínica, abierta, jubilosa e impune de una parte sustancial de los salarios de los burócratas, cuyas sumas van a caer a los bolsillos de sus jefes, en algunas ocasiones con la ‘justificación’ de que serán destinadas a ‘apoyar’ a periodistas, aunque en honor a la verdad no pasa de ser una mera coartada.

Lo hemos denunciado en este espacio. Otros colegas periodistas lo han divulgado también. Aquí mismo he señalado el caso del director del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Veracruz (Cecytev), Fernando Arteaga Aponte, quien suele castigar los salarios de sus empleados con una disciplina quincenal casi tibetana. Pero no es el único. Una variante ha sido la mantención de cientos de ‘aviadores’ en las nóminas oficiales.

Aunque en muchos casos representa el pago de favores, la mayoría de los beneficiarios solo lo son a medias, porque una parte de los importes de sus cheques deben ingresar a las cuentas de sus benefactores; en grados más sofisticados de fraude, se mantienen los pagos a personas que ni se enteran de haber recibido durante años sus quincenas o, fúnebremente, murieron varios meses atrás. Vea si no, el caso de los ‘aviadores’ de la Secretaría de Educación (SEV).

Pero hay otros mecanismos con que los jefes se despachan con la cuchara grande. Desde el cobro de viáticos de sus empleados, a quienes obligan a realizar comisiones fuera de la ciudad sin dinero para transporte, alimento y hospedaje, hasta el trasiego de facturas abultadas, moche de por medio.

La impunidad absoluta es la única explicación para que esto ocurra. ¿Cuánto nos cuesta a los veracruzanos (y no solo a los defraudados) esta corrupción hormiga?

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