Estamos en tiempos de cambio.

Corren los tiempos de fronda porque en Veracruz, señoras y señores, en dos meses habrá cuatro o cinco o seis candidatos para la gubernatura, y cuatrocientos, quinientos o seiscientos candidatos para las 50 diputaciones locales (30 uninominales y 20 plurinominales) que los ciudadanos aparentemente definiremos el primer domingo de junio de 2016, en la singular elección en la que votaremos para elegir un gobierno y una legislatura de dos años.

Todo el mundo se pregunta, todos lo traen en la boca, todos comentan en todas partes que si puede ser uno u otro el elegido, que si el seguro es tal, que si llega el que soñamos, resolveremos por fin el dilema de nuestra vida.

Veracruz, que es el estado más político del país, está en esta época repolitizado y no hay conversación en la que no aparezca el tema de la sucesión; como en La Boa de la Santanera, no hay quien no hable de ello: amas de casa, choferes de taxi, meseros varios, boleros, abogados, periodistas (¡claro!), profesionistas, burócratas, sacerdotes de todas las iglesias y todas las creencias, políticos corruptos, políticos honestos (si los hay), malandrines… todos, todos, todos.

Y estamos tan inmersos en ese asunto, que se nos terminan de olvidar muchas cosas realmente importantes.

Va un ejemplo, para ver si se ilustra mejor lo que digo:

El sábado anterior hubo un evento masivo que encabezó el gobernador Javier Duarte de Ochoa, en Acayucan, en el que se congregaron miles de campesinos veracruzanos porque recibieron, a un precio mínimo, semillas de maíz híbrido, que les servirán para cultivar 50 mil hectáreas. Este tipo de acciones de apoyo al sector primario son decisivas para fundar nuestro futuro sobre las mejores bases. En la producción agrícola reside nuestra mayor esperanza, y una acción como ésta es un gran paso hacia adelante.

Pero a muchos les preocupaba solamente ¡si el Gobernador iba a destapar a Erick Lagos como su candidato para la gubernatura! Qué falta de interés por lo que verdaderamente importa; qué manera de anteponer lo anecdótico a lo crucial.

El de Acayucan fue un encuentro del Gobernador y de los hombres del campo veracruzano; un evento organizado por el nuevo y reluciente liderazgo de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos (en la persona de Juan Carlos Molina, que ha resultado toda una revelación); un acto por y para los ejidatarios, que recibieron un apoyo que les permitirá mejorar su productividad y con ello la calidad de vida de sus familias.

Un caso similar se presentó ayer, cuando el presidente Enrique Peña Nieto vino a Xalapa a inaugurar el clúster Biomimic, del Inecol, que será un centro importantísimo en el que reconocidos investigadores del país y el mundo harán su trabajo para seguir descubriendo los secretos de la naturaleza vegetal. De ahí saldrán muchos conocimientos que también será aplicados en bien de la producción agrícola de Veracruz.

¡Y muchos solamente fueron a ver si el señor Presidente destapaba mediante señales a quien será el candidato del PRI a la gubernatura jarocha!

Falta de interés verdadero, sueños húmedos de quienes añoran regresar a la gloria del presupuesto, guajiradas de los apresurados.

Lo que importa es Veracruz.

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