Es inevitable que en cada proceso de transición gubernamental muchas piezas del ajedrez político se mueven de acuerdo con su posición en el tablero (y más bien de acuerdo con la posición que pretenden tener en el tablero, en un futuro inmediato). Cuando se acerca el fin del sexenio, empiezan a hacer ruido muchos grupos y los liderazgos, con la obvia intención de darse a notar, de enseñar su presunto músculo, para arribar en las mejores condiciones a los procesos de negociación que siempre se dan en estas épocas, cuando se recomponen los partidos. Sobre todo el PRI, para ir con todas sus fuerzas en una misma dirección, que es la de mantener el poder que nunca ha cedido en Veracruz, aunque ya ha estado a punto de hacerlo en el pasado reciente.
Y entre los grupos que renacen y los liderazgos que reviven, también surgen por generación espontánea muchas asociaciones, conglomerados, gremios, cofradías y congregaciones, que tienen por buen fin y ambicioso objetivo colarse en la simpatía del candidato, participar en la campaña y ganarse la gloria de un buen huesito en el gobierno que nacerá el 1º de diciembre de 2016.
Todo esto lo digo porque no viene a colación en el caso del Grupo de los Diez, que es solamente una reunión de amigos que se juntan por dos motivos fundamentales: uno, porque se caen bien entre sí, y dos, porque todos son y han sido periodistas en el sentido más estricto del término, es decir, que han sido reporteros -y que reconocen que serlo es la quintaesencia del periodismo-, que saben qué es la sintaxis y la prosodia, que han trabajado en la redacción de un periódico, que conocen el olor de la tinta y los desvelos de una edición diaria, y encima que están en activo escribiendo cotidianamente o dirigiendo algún medio de comunicación, impreso y/o digital.
Y sí, nos reunimos cada uno o dos lunes y hablamos interminablemente del oficio/vocación que nos identifica, pero también dejamos hablar a algún personaje público, al que invitamos para hacer con él lo que mejor sabemos hacer: formular preguntas que sean inspiradoras, reveladoras, tentacioneras, impugnadoras, terribles si es posible.
El hecho de que se junte un número de comunicadores, considerable en la calidad y notorio en la cantidad (de los 10 originales hemos ido creciendo a 16 a la fecha) no debe preocupar a los lectores, porque nuestra única intención es generar información de calidad, enterarnos mejor para tener más cosas que contar.
Tal vez sí esta unión periódica pueda preocupar a algunos políticos de miras cortas y más reducidas entendederas, lo que nos causa regocijo y gusto. Y les preocupa porque quienes no tienen un verdadero espíritu democrático siempre han visto con malos ojos la colegiación de los profesionales de la comunicación.
Sí, el Grupo de los Diez es un colegio de profesionales, y el hecho de que haya surgido hace algunos meses no tiene nada que ver con algún deseo insano de abonar a alguna causa electoral y buscar prebendas hacia el futuro inminente.
Nuestro único interés es el periodismo… y lo demás nos viene valiendo gorro, como bien define uno de nuestros conspicuos miembros.
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