Lo que en un principio era una mera presunción, ahora cobra cada vez más visos de verosimilitud: que el nombramiento fast track del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán como Cónsul de Carrera en Barcelona –cargo diplomático que no requería ser sometido a la aprobación del Senado de la República, como los de Cónsul General o Embajador– habría tenido que ver con el tormentoso proceso interno de selección del próximo candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz, pues con su exilio dorado el ex mandatario dejaría de ser un factor de división en el priismo veracruzano, ya que los dos aspirantes priistas que hasta hoy encabezan las encuestas le imputaban no sólo el interés de imponer un candidato afín a su proyecto transexenal sino inclusive de haberlos vetado con aquella supuesta expresión que le endilgan, de que mientras él viviera “ningún Yunes será gobernador”.

El alto costo político y de imagen que ha decidido pagar tanto en México como en España el presidente Enrique Peña Nieto por la polémica designación de Herrera es un indicador de la importancia electoral que el máximo jefe del priismo le debe estar dando a Veracruz, que es la tercera entidad con el mayor padrón de votantes en el país. Veracruz, según se ve, no es un estado como Colima que Peña y su grupo vayan a ceder fácilmente a la oposición.

Además resulta evidente que esta decisión no la tomó solo el Jefe del Ejecutivo federal, sino a sugerencia de otros actores políticos que veían a Herrera como un problema para reagrupar a las principales corrientes priistas de la entidad. Y es que desde que ambos gobernaban simultáneamente el Estado de México y Veracruz hubo incidentes e intereses que los distanciaron. Primero, en mayo de 2007, la ejecución de cuatro guardaespaldas de Peña que custodiaban a sus hijos, suegros y cuñada que paseaban por el puerto jarocho, y luego la adelantada disputa de la candidatura presidencial del PRI. Por eso, desde su campaña en 2012, el mexiquense no dejó que el cuenqueño se apareciera públicamente en sus actos proselitistas en tierras veracruzanas, y luego no lo consideró para ningún cargo político ni administrativo en su gabinete. Hasta a mediados de este año fue revivido por César Camacho como delegado del CEN del PRI en Oaxaca, y ahora, cuatro meses después de las elecciones federales, decidieron exiliarlo como cónsul en Barcelona, pese a los cuestionamientos públicos y las manifestaciones de repudio en México y en España.

Hace tres semanas, en un desayuno privado en casa del ex dirigente priista Carlos Brito Gómez, el gobernador Javier Duarte aludió al flamante nombramiento de Fidel, y aunque tuvo palabras de afecto y agradecimiento para su antecesor, remarcó que a ver si ahora sí se dejaba de especular que el ex mandatario seguía tomando decisiones en la presente administración, pues a Herrera se le atribuía también el anunciado arribo del diputado federal Alberto Silva a la dirigencia priista y la pretensión de imponer el próximo candidato a la gubernatura de dos años.

Pero coincidentemente el exilio de Herrera se formalizó una semana antes de la toma de protesta de Silva Ramos, quien en su discurso de este sábado 24 resaltó que ahí estaba presente el PRI de Reyes Heroles, de López Mateos, de Ruiz Cortines, de Gutiérrez Barrios, de Miguel Alemán y el de Beltrones; así como el de Javier Duarte y Enrique Peña, absteniéndose de mencionar deliberadamente a Fidel Herrera.

Tanto el discurso de Silva como el del gobernador Duarte y el del presidente del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones, fue para convocar reiteradamente a la unidad, para desmentir que ya se tenga perfilado a un candidato, y, sobre todo, para remarcar que “no hay veto para nadie y sí un Beto para todos”, como ingeniosamente cerró su alocución el tuxpeño. Todos dedicaron expresiones cordiales a los senadores y aspirantes priistas a la gubernatura: a Héctor Yunes, ahí presente, y a Pepe Yunes Zorrilla, cuya ausencia justificó Silva.

Duarte de Ochoa insistió en que el PRI es un partido plural, donde caben todas las ideas ya que ahí es donde está su mayor fortaleza. Pero exclamó: “Hagámoslo con orden, hagámoslo con respeto, hagámoslo por el bien de la unidad, de nuestro partido y de nuestros país”.

Por su parte, Beltrones aseguró que la selección de los candidatos se llevará en orden, en la dimensión del proyecto que quieren, en la persona adecuada para cumplirlo, en unidad y armonía. “Unidad y equipo para construir en la comunidad”, expresó. Y es que el sonorense dijo que “cada vez que la política nos lleva a unas elecciones, esa intensidad sube de tono pero siempre termina con el propósito de llevar a cabo unos comicios en donde el PRI sea el partido con mejores objetivos”. Posteriormente, en entrevista, declaró que “no habremos de tomar una decisión sobre quién deba de ser nuestro próximo candidato o candidata hasta que tengamos un programa de gobierno honrando a Jesús Reyes Heroles”. Y anunció que por eso el PRI, a partir de esta semana, empezará a organizar los foros denominados “Diálogos por el Veracruz que queremos”.

Sobre la confrontación que públicamente tienen los dos senadores priistas con el gobernador Duarte, el dirigente nacional del PRI respondió que “admiro la intensidad con la que se vive la política en Veracruz, no ahora, sino siempre”, pues recordó que a él le tocó ver cómo Jesús Reyes Heroles y Fernando Gutiérrez Barrios, “dos personalidades políticas sólidas, muy fuertes y diferentes” coincidieron en el mismo objetivo: “buscar la unidad con el priismo y el triunfo del priismo en base a un objetivo”.

Beltrones, por el momento, logró avanzar con Yunes Landa, quien salió más atemperado del evento partidista, confiado en que el candidato será quien esté mejor posicionado en las encuestas. Falta ver si logra el mismo efecto con Yunes Zorrilla, quien sigue creyendo que Duarte quiere imponer a su sucesor, lo que en rigor es totalmente cierto porque aunque el priista de Perote sea el abanderado, no podrá ganar sin el apoyo del gobernador y su grupo.