Hace semanas que Veracruz no deja de estar en el ojo del huracán para la prensa nacional e internacional. El nombramiento de Fidel Herrera como cónsul de carrera en Barcelona, que fue recibido acremente por la prensa ibérica, parece que dio un respiro mediático (ciertamente temporal) a las escaramuzas locales por imponer al diputado federal Alberto Silva Ramos, El Cisne, en la dirigencia estatal del PRI.

La figura del gobernador Javier Duarte de Ochoa, impulsor de la entronización del exalcalde de Tuxpan, extitular de Sedesol y excoordinador de Comunicación Social de su gobierno, tuvo en los mentideros políticos del Distrito Federal los más duros comentarios, evidentemente impulsados desde el CEN del PRI, con cuyo dirigente, Manlio Fabio Beltrones, se reunió el martes de la semana pasada para arreglar este asunto, igual que lo hizo con el titular de la Segob, Miguel Ángel Osorio Chong.

Decir que el candidato será el que apruebe el presidente Enrique Peña Nieto, como lo externó a los políticos y periodistas identificados como el Grupo Adelante (que será convertido en el Grupo Adelante… de Las Vigas), es tanto como decir una verdad universal, no necesariamente un apotegma.

El problema es que la asunción de Silva Ramos este fin de semana significará, a todas luces, relanzarlo para ver si logra colocarse entre los evidentes punteros (José y Héctor Yunes, en ese orden) y, con ello, logra mantener otros dos años (que prácticamente serían ocho) a los chicos de la Fidelidad. ¿Cómo lo haría? No solo mediante intensos recorridos por la geografía veracruzana para imponer dirigencias regionales y sectoriales afines, sino mediante una soterrada campaña de linchamiento contra los dos senadores, además de la tarea que ha mantenido contra su compañero de cámara Miguel Ángel Yunes Linares.

En anterior Hora Libre  comentamos la intención de instaurar un PRI beligerante y pendenciero. Parece ser la lógica manejada por el propio Duarte para justificar y lograr la anuencia de Beltrones para este cambio en el Estado Mayor del PRI local: con un diputado que ha mostrado vena para los puñetazos, habría dicho, se asegura la permanencia priista en el gobierno estatal. Lo cierto es que la intención no solo es lograr el triunfo electoral en 2016, sino que este se dé con uno de los acólitos de Fidel Herrera.

Sale mal librado en la prensa nacional

En la Ciudad de México hay una fuerte preocupación por el destino electoral del PRI en la contienda por la gubernatura en 2016, derivada de la forma de gobernar de Javier Duarte. Cuatro factores han profundizado la inquietud de los líderes nacionales del PRI y de la Presidencia de la República: el irresuelto endeudamiento de las finanzas públicas, la corrupción, la creciente violencia y los conflictos generados con destacados priistas.

La semana pasada, Roberto Vizcaíno escribió (en su columna Tras la puerta del poder), a propósito de la imposición de Silva Ramos y la reunión sostenida por el gobernador Javier Duarte de Ochoa con el dirigente nacional del PRI y el Secretario de Gobernación, que “los encuentros fueron para transmitirle la preocupación del presidente Enrique Peña Nieto y de la cúpula del tricolor de que todos los indicadores advierten que, si él sigue al frente del estado, el PRI perderá las elecciones en junio de 2016 y que esta inquietud incluye el hecho de que Veracruz es el tercer aportador de votos en el país. Lo que significa que si en junio se pierde la gubernatura, entonces en el 2018 ahí se puede perder también la Presidencia”.

En su entrega “A Javier Duarte le valió el mensaje”, Roberto Vizcaíno señala lo que, a su parecer, significará la llegada de El Cisne al PRI veracruzano:

“Todos los políticos en Veracruz y en los centros políticos nacionales saben que el diputado Silva, junto con Érick Lagos, Jorge Carvallo y Adolfo Mota son los prospectos de Duarte para sucederlo. Y lo son sobre las encuestas que ubican a los senadores priistas Héctor Yunes y José Yunes como los punteros de esa carrera. El objetivo de darle la dirigencia del PRI a Silva –que dicen tiene apenas 2 puntos de las preferencias de los veracruzanos y a quien prácticamente nadie conoce en el estado-, es para que pueda recorrer los 212 municipios del estado sin violar las leyes electorales… y además con todos los gastos pagados”.

Y añade: “La obvia intención del gobernador Duarte es que Silva aproveche los siguientes 90 días para realizar una intensa campaña de posicionamiento y de penetración de su imagen entre los 5 millones 478 mil 931 electores registrados en la Lista nominal de Veracruz y así poder pelear su nominación por sobre los reclamos de los Yunes priistas”.

Para Pablo Hiriart, Veracruz “naufraga en lo económico por su abultada deuda y falta de obra, pero sobre todo por la crispación y el encono políticos a que han colocado a este estado entre los protagonistas de la cosa pública”.

En su columna Uso de razón, que publica el periódico El Financiero , bajo el título La “solución jarocha”, el viernes pasado escribió que, de Veracruz, “todos los días oímos en radio o leemos verdaderos vómitos de odio que hacen imposible ir a una elección con un ambiente mínimo de respeto. Ahí puede correr sangre. El gobernador no puede garantizar un clima de civilidad (por pequeño que sea) en las relaciones entre los actores políticos, porque él se ha encargado de subir el volumen al pleito.”

Y añade: “Javier Duarte se ha convertido en parte del problema, no de la solución. Ningún estado se merece una situación como la que vive esa entidad, que tiene uno de los cuatro padrones más numerosos del país, con cinco millones 724 mil 939 electores. La “solución jarocha” tiene que comenzar a tejerse ya, a fin de llegar a los comicios del próximo año en condiciones menos explosivas, toda vez que el siguiente gobierno será de apenas dos años.”

Según el periodista chileno nacionalizado mexicano, antes del próximo 1 de diciembre podría darse el caso de que Javier Duarte pida licencia al cargo, una hipótesis que Duarte se ha encargado ya de destruir como una posibilidad. Y hace sus pronósticos:

“Para las elecciones del próximo año el PRI llevaría como candidato a José Yunes Zorrilla, un experto en temas financieros, con la idea que, de ganar, saque del hoyo económico a esa entidad. Y el PAN podría llevar a Juan Bueno Torio, panista de cepa que no polariza tanto como Miguel Ángel Yunes Linares. La pregunta es si Yunes Landa y Yunes Linares se van a quedar fuera de la elección del próximo año”.

Los saldos negativos

Como se puede ver, la imposición de Alberto Silva Ramos puede costarle muy caro no solo a Javier Duarte sino al PRI mismo. Es evidente que la asunción este fin de semana de El Cisne habrá dejado una serie de sinsabores, disgustos y enconos, aunque todo parezca como si la unidad hubiera prevalecido y como si el trabajo de curación hecho directamente por el gobernador Javier Duarte hubiera dejado a todos convencidos de que el tuxpeño trae la varita mágica en su mano izquierda y el guante bien puesto en la derecha.

Los senadores Héctor y José Francisco Yunes, así como varios expresidentes priistas, dirigentes sectoriales identificados con aquellos y miles de militantes y simpatizantes, estarán muy atentos para evitar que Silva Ramos se sirva del cargo en el partido para construir su candidatura y manipular la composición del próximo Congreso local con personajes que tengan como propósitos cobijarlo, cubrirle la espalda a la corriente fidelista e, incluso, ser un valladar para las acciones del próximo gobernador, si este es priista pero no perteneciente a la corriente que durante más de 10 años ha dominado el escenario político.

Comentarios: belin.alvaro@nullgmail.com | Twitter: @HoraLibre | https://formato7.com/author/abelin/