Desde el pasado fin de semana, en los círculos cercanos al poder estatal de Veracruz comenzó a circular la versión de que el diputado federal por el distrito de Tuxpan, Alberto Silva Ramos, sería ungido, el próximo domingo 18, como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, en relevo del actual dirigente, Alfredo Ferrari Saavedra.
De acuerdo con dicha especie, la llegada del ex coordinador de Comunicación Social del gobierno del estado al PRI lo catapultaría, casi en automático, a la candidatura del tricolor el próximo año, cuando se renovará el poder ejecutivo veracruzano.
Este martes, abordado por la prensa local en el Puerto de Veracruz, el también ex secretario de Desarrollo Social en el gabinete de Javier Duarte apuntó que sus posibilidades para dirigir al PRI en la entidad dependen de los acuerdos políticos y de la unidad de los sectores del partido.
Sin embargo, Silva Ramos, evidentemente, no cuenta ni con el respaldo ni con una corriente de unidad al interior del tricolor; de hecho los senadores José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa ya se pronunciaron contra su posible llegada al CDE; no se observa una cascada de pronunciamientos en su favor y las organizaciones del partido no se han desbordado en adhesiones. Más bien se trata de un encarte mediático que, de concretarse, sería una imposición desde Palacio de Gobierno, situación que complicaría y enturbiaría aún más las aguas de la sucesión veracruzana porque el ex alcalde tuxpeño no tiene brillo ni luz propia.
Aún así, los promotores de Alberto Silva dan como un hecho su llegada al partido durante la sesión del Consejo Político Estatal de este domingo y con ello, dicen, su presencia se fortalecería de cara a la sucesión. Es más, desde hoy lo inscriben en la carrera por el gobierno estatal, como la principal posición del actual ejecutivo.
Imposición en busca de la continuidad
No es tan fácil, sobre todo porque Silva Ramos no cuenta con presencia estatal; es un producto político regional y ni siquiera en Tuxpan, su distrito, ha logrado consolidarse y mantener una respetable hegemonía; si nos remontamos a los resultados del pasado proceso federal de 2015 observamos que con todo y la alianza con el Partido Verde, apenas superó a un desconocido candidato panista, Roberto Cortez Hernández, por 11 mil votos, casi nada si se piensa en el padrón electoral y en las perspectivas que se tenían desde la capital del estado, donde le consideraban como la posible votación más alta entre los 21 distritos de la entidad; pero incluso, los candidatos priístas por los distritos de Pánuco, Tantoyuca, Martínez de la Torre, Huatusco, Cosamaloapan, San Andrés Tuxtla y, sobre todo Acayucan, registraron mejores números.
Por cierto, aquí cabría la pregunta sobre ¿qué explicación dará el diputado a los ciudadanos que votaron por él en la elección federal?, sobre todo tomando en cuenta que a poco más de un mes de rendir protesta en San Lázaro ya piensa en un nuevo espacio en la dirigencia de su partido; ¿tendrán los tuxpeños un legislador de medio tiempo?.
La candidatura, camino cuesta arriba
Por otro lado, ¿llegar al Comité Estatal del PRI ubicaría a Silva Ramos en la antesala de la candidatura al gobierno del estado?; se observa muy difícil, complicado, sobre todo porque al representar la continuidad de un proyecto desgastado y cuestionado; blanco de críticas; y, por si fuera poco, enfrentado con otras fuerzas, grupos y expresiones internas del tricolor, el camino del tuxpeño, en términos de la sucesión, luce cuesta arriba y cubierto de aceite.
Analistas de la política local apuntan que la posible llegada de Alberto Silva a la dirigencia del PRI en Veracruz no significaría en automático la candidatura al gobierno del estado; en ese punto particular, la posible presencia del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI sería para tomar protesta al relevo de Alfredo Ferrari Saavedra; esto es, Manlio Fabio Beltrones vendría a la entidad a un evento de renovación del comité estatal, no a levantar la mano a un aspirante, por muy cercano que éste sea al gobernador en turno.
Veracruz tiene el tercer padrón electoral más alto del país –una lista nominal, hasta este año, de 5 millones 454 mil 89 ciudadanos–; la sucesión estatal de 2016 es la antesala de la presidencial de 2018; por si fuera poco, tanto José Francisco Yunes Zorrilla como Héctor Yunes Landa aventajan al tuxpeño en posicionamiento ante la opinión pública, experiencia, capacidad política y camino recorrido en precampaña; en ese contexto, ¿de verdad creen que desde Los Pinos permitirán una candidatura que no representa, ya no certeza, sino la posibilidad de alta competencia ante una posible alianza PAN-PRD? @luisromero85