Ayer, cuando hablaba de los orígenes de la música electrónica (Ver: Pitch.Id Radio, música electrónica en Radio UV FM), mencioné un instrumento al que califiqué de carismático, el theremin. A mí me cae muy bien por varias razones, primero porque es el único instrumento musical que no debe tocarse para ser tocado, después, porque tiene voz de extraterrestre y de fantasma pero también de cantante de ópera o de rock.
Se trata de una cajita conectada a un enchufe que tiene dos antenas, una vertical recta que controla la frecuencia (sabemos que las notas musicales son frecuencias) y otra horizontal de forma curva que tiene el mando del volumen. Basta con aproximar las manos a ellas, sin llegar a tocarlas, para que la magia se produzca; la cajita comienza a cantar.
Su padre fue un físico y violonchelista ruso, Lev Serguéievich Termen. Desde niño mostró su pasión por la música y la electricidad, a los 13 años descubrió las bobinas Tesla y de ahí le nació la idea de crear un instrumento musical. En una entrevista publicada en una página que ha desaparecido (la internet no es eterna ni universal como suponemos), relató que a esa edad:
«Tomé en una mano una vara de metal de tamaño medio y obtuve una chispa de alto voltaje acompañada de un sonido de alta frecuencia, observando que un cambio en la distancia causaba una variación en el tono del sonido.»
La explicación técnica del funcionamiento del instrumento resulta incomprensible para un entendimiento lego como el mío. El portal Ingeniatic lo explica así:
«El funcionamiento del theremin se basa en la obtención de sonidos de tono variable, utilizando una corriente alterna de frecuencia también variable. Se coloca una pequeña antena, lo que genera ondas electromagnéticas de intensidad muy débil alrededor de la misma. La aproximación de una mano, que es un conductor eléctrico, altera el campo electromagnético que rodea a la antena, cambia su capacitancia y, por lo tanto, afecta la frecuencia de la corriente alterna generada en el instrumento. En el theremin el tono se incrementa cuanto más se acerca la mano a la antena. Del mismo modo, la intensidad del tono cambia al aproximar una mano a la otra antena, de forma circular, alrededor de la cual se forman ondas electromagnéticas siguiendo el mismo principio. La aproximación de una mano produce un cambio en la intensidad de la corriente alterna que produce el tono. Así, al levantar la mano por encima de la antena horizontal la nota crece en volumen, mientras que bajándola por debajo de ella se hace débil, hasta hacerse inaudible.
«El sonido del theremin se produce según el principio del heterodino, con un oscilador de frecuencia variable afectando la oscilación de un oscilador de frecuencia fija. La frecuencia resultante cae dentro del rango audible para el oído humano, y esto es lo que suena a través de un altavoz.»
Termen construyó la primera versión del instrumento en 1919, constaba de una sola antena que controlaba la frecuencia y recibió el nombre de eterófono, posteriormente, el músico científico realizó una gira por Europa occidental y afrancesó su nombre a León Thérémin, de ahí derivó la nueva designación del instrumento cuando fue modificado para incluir la antena del volumen.
Fue tal el impacto que causó el aparatito que llamó la atención de personajes tan notables como Albert Einstein y Vladimir Lenin. Ernesto Mendoza, solitario thereminista mexicano, ha comentado:
«Se cuenta que Lenin tomó clases particulares con el propio León Theremin y que era muy buen ejecutante. Lo tomó como una especie de bandera política, porque siendo un instrumento que usaba electricidad, en el apogeo del comunismo, le vio potencial para convertirlo en un símbolo del ideal progresista, del cual formaba parte la electrificación (…)
Incluso le dio un salvoconducto a Lev para que viajara por toda Rusia y diera a conocer su instrumento. Dio muchos conciertos alrededor de 1925».
Dmitri Shostakovich fue uno de los primeros compositores en incluir al instrumento en piezas orquestales, A.F. Paschtshenko compuso para él la Sinfonía Misteriosa, Edgar Varèse escribió Ecuatorial en 1934, obra para dos theremines, bajo, metales, teclados y percusión. Después de estas invitaciones en las que se vistió de frac, dejó de ser interesante para la música orquestal.
Entre los años 40 y 50 obtuvo un contrato en Hollywood para ambientar películas de ciencia ficción y de terror, durante un tiempo el theremin fue el encargado de los efectos de sonido pero después fue desplazado por su bisnieto, el sintetizador.
Más tarde fue invitado a participar en grupos de rock como los Beach Boys, los Rolling Stones, Led Zeppelin y Radiohead. Jean Michel Jarre, Rita Lee y muchos más también han requerido sus servicios alguna vez pero, en general, es un muchacho tan talentoso como desconocido, pese a ello, en México ya tenemos un thereminista profesional, Ernesto Mendoza.
Mendoza inició como bajista eléctrico y contrabajista, estudió en la Escuela Libre de Música y en la Escuela Nacional de Música y descubrió el theremin, en 1997, en un curso de ingeniería de audio.
Empezó a estudiarlo de manera autodidacta y desde 2005 se ha dedicado por completo a él. «Actualmente se dedica a la difusión del instrumento por todo el país y es uno de los thereministas que están incluidos dentro del programa de radio por Internet Spellbound, a brief program of music for Theremin que conduce el músico electrónico David Vesel desde San Luis Missouri, Estados Unidos», se lee en su página Ernesto Medoza, Primer Theremista Mexicano.
«[Tocar el theremin] es difícil de explicar; es un trance especial -comentó en una entrevista con La Jornada- Sólo quien lo hace se da cuenta de esa sensación, porque uno tiene esa concepción del contacto físico con los demás instrumentos, pero con éste es como si pudieras adivinar qué se siente besar a una mujer sin besarla, sientes algo sin llegar al contacto; es inconcebible crear algo a partir de no tocar nada»
Ojalá sea redescubierto, revalorado y podamos escuchar, en algún concierto de jazz, un solo de theremin, el instrumento que besa sin besar.
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