Las relaciones entre el gobierno estatal y la Universidad Veracruzana parecen haber tocado la frontera de un rompimiento histórico jamás visto en los 71 años de existencia de la máxima casa de estudios de la entidad.
En los siguientes días, pese a las declaraciones y cifras esgrimidas este lunes 7 de septiembre, ambas partes deberán atemperar sus posiciones y reingresar al camino de la concordia, la negociación y la solidaridad que demandan los veracruzanos.
Que la rectora Sara Ladrón de Guevara haya expuesto ante el Consejo Universitario General la situación tan dramática que vive la Universidad Veracruzana en sus finanzas, debida a la morosidad del gobierno estatal para entregar los recursos que ordena la Ley de Egresos de 2015, avalada y aprobada por la Legislatura del Estado, no solo ha resultado esclarecedora sino una postura necesaria y obligada en la defensa de la institución autónoma.
Lo que dijo es espeluznante. Mientras en el ámbito periodístico se manejaba que los recursos no entregados a la UV desde el sexenio de Fidel Herrera Beltrán frisaban los mil 800 millones de pesos, la Rectora señaló en su segundo informe de labores, en presencia del secretario de Gobierno Flavino Ríos Alvarado (quien acudió en representación del Gobernador del Estado), que dicha suma rebasa los 4 mil 800 millones.
En efecto, Sara Ladrón de Guevara informó que la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan) tiene pendientes por entregar 4 mil 828.2 millones de pesos en subsidios estatales y federales desde 2013 al 2015. En 2013, dijo, quedaron pendientes 894.3 millones de pesos; en 2014 fueron 1 mil 008 millones de pesos, y en 2015 están pendientes 2 mil 058 millones de pesos.
Cuadro A. Recursos pendientes de entregar a la Universidad Veracruzana, en millones de pesos.
Lo dijo este lunes en la sala Tlaqná en que se celebró el Consejo Universitario, justo horas después de que el gobernador Javier Duarte declarara en conferencia de prensa que su administración no adeudaba absolutamente nada a la casa de estudios, aunque reconoció lo que nosotros consideramos un profundísimo desfase en la entrega del subsidio estatal de 2015, que explicaría el estrangulamiento que vive la operación normal de la principal institución formadora de cuadros profesionales del estado.
Debo, lo niego; pago, no tengo
De aquella imagen tomada de madrugada cuando la rectora Sara Ladrón de Guevara se apostó en los corredores del Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte (erróneamente conocida como USBI), con folders bajo el brazo, para distraer unos minutos a un gobernador Javier Duarte enfundado en ropa deportiva, para tratar temas financieros no resueltos, a lo que sucedió este lunes, hay un mar de diferencia.
El tiempo se ha alargado demasiado y la liga, más tensa que nunca, amenaza con romperse.
Lo que expresó el gobernador en su conferencia de prensa muy temprano del lunes hizo crecer la atención sobre el mensaje que daría la UV en el Consejo Universitario de esa noche. Y las expectativas se cumplieron a cabalidad.
Según Duarte, lo que se le brinda a la UV depende de la disponibilidad financiera y, ojo, ‘no de una obligación’. ¿Por qué dijo eso la figura de una institución de la que depende en 52 por ciento el presupuesto universitario, según lo establece una ley aprobada en el Congreso local?
Seguramente quiso decir, como se establece en Derecho, que nadie está obligado a lo imposible. ¿Tan mal están las finanzas estatales que ya no se pueden cumplir compromisos ya no digamos financieros sino incluso políticos y éticos, como los que históricamente se han contraído con la máxima Casa de Estudios del estado?
Habrá que ver cómo se armonizan ambas posturas, pero el gobernador está seguro de que no tiene adeudos, salvo el de este año, en que solo ha transferido el 10 por ciento del subsidio aprobado para 2015, cuando ya estamos en septiembre y solo restan los meses de octubre a diciembre.
En efecto, Duarte dijo que este año apenas ha aportado 278 millones y restarían 2 mil 058 (este dato es de la UV) en el presupuesto anual. “No le debemos nada a la Universidad, nosotros contribuimos de manera generosa y solidaria subsidiando a la Universidad Veracruzana y vamos a seguir haciéndolo porque sabemos que nuestra máxima casa de estudios merece todo el apoyo y el respaldo, sabemos que todo peso destinado a la educación es bien invertido”.
Ý dijo sus cifras:
En 2014, la UV recibió recursos por 4 mil 032 millones de pesos, de los cuales fueron 2 mil 118 de subsidio estatal y 1 mil 914 millones de pesos federales.
En 2015, la Universidad ha recibido 1 mil 460 millones de pesos, de los cuales 278.8 son de subsidio estatal y 1 mil 182 son federales.
Para que se complete el 52 por ciento que aporta le faltan muchos recursos y, mientras, la UV ha debido sacrificar todos los rubros de su actividad docente, de investigación, difusión cultural y extensionismo, para que el dinero escaso alcance.
Cuadro B. Aportaciones del subsidio general (estatal y federal) a la UV en 2014 y 2015, en millones de pesos (MDP).
Es cierto que Duarte es, en los últimos siete sexenios, el primer gobernador que no estudió en una universidad pública; muchos de los que han gobernado la entidad salieron de las aulas de la UV y los que no, lo hicieron de la UNAM. Eso, sin embargo, no exime, ya no al Gobernador sino al Gobierno del Estado, del cumplimiento del compromiso presupuestal con la Universidad Veracruzana.
Como explicó la Rectora, “estos subsidios son los recursos que la sociedad, en su conjunto, destina a través de nuestros gobiernos para asegurar la educación universitaria de calidad a nuestros jóvenes veracruzanos, mexicanos. La falta de estos subsidios implicaría la extinción de la universidad pública”.
Seguramente no es la intención de Duarte propiciar ya el deterioro de la casa de estudios, ya su propia extinción, y en unos días más deberá haber noticias que corrijan este grave daño a la educación de más de 60 mil estudiantes.
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