Aunque Boca del Río ha sido, desde hace varios sexenios, la joya de la corona tanto financiera como política de la entidad y, por ello, ha recibido cuantiosas inversiones públicas y privadas que la convirtieron de pueblo de pescadores al más dinámico polo de desarrollo turístico e inmobiliario, el municipio de Veracruz parece que ha logrado aprovechar su momento histórico y, de la mano del alcalde Ramón Poo Gil, está logrando dinamizar no solo su infraestructura urbana sino también transformar su perfil, que le está permitiendo atraer crecientes inversiones en materia turística.
No hace falta recurrir a estadísticas sobre las inversiones recibidas por Boca del Río en las últimas décadas: el área colindante con el Puerto de Veracruz e, incluso, más al sur, en su vecindad con Alvarado, este municipio vio un imparable crecimiento en hotelería, servicios turísticos e infraestructura urbana que lo cambiaron radicalmente, mientras que Veracruz observaba el paulatino deterioro de su centro histórico, con edificaciones centenarias que amenazaban con derrumbarse, como un propósito inconfeso de los propietarios de esos inmuebles, para quienes el hecho de que el tiempo hiciera su labor les permitiría construir edificaciones nuevas y de rápida comercialización.
Un elemento político, sin embargo, ha contenido la animosa inversión pública en Boca del Río, lo que ha beneficiado con creces al municipio de Veracruz: el triunfo del panista Miguel Ángel Yunes Márquez, por segunda ocasión, ha centrado la batalla entre el PRI que gobierna el estado y el PAN yunista que busca, a como dé lugar, tomar el poder; la repercusión en materia presupuestal ha sido reorientar el gasto hacia la cuatro veces heroica ciudad de Veracruz, que está a punto de cumplir su quinto centenario como primer centro urbano de la América continental.
Tanto el gobierno federal como, decididamente, el gobierno estatal han centrado en esta ciudad sus más caros proyectos de recuperación de la imagen urbana e infraestructura de servicios, lo que ha encontrado una buena mano en el empresario que gobierna el ayuntamiento; poco valdría el interés inversor público si en el palacio municipal de Veracruz el principal inquilino fuera del talante de la exalcaldesa Carolina Gudiño Corro quien, pese a recibir importantes inversiones, es público y notorio que lo destinó a tareas políticas y al enriquecimiento personal.
Tan solo en 2014, el programa de obras públicas de Poo Gil contó con una inversión de 410 millones de pesos; de ellos, el ayuntamiento destinó más del 25 por ciento (110 mdp) a la rehabilitación de calles, lo que permitió que 150 que eran de tierra vieran mejoradas sus áreas viales y peatonales con concreto hidráulico o asfáltico, en un área total de 85 mil 500 metros cuadrados (cerca de 9 hectáreas), lo que entre otras cosas permitió elevar la calidad de vida de 6 colonias, en cuya totalidad de sus calles hoy se puede transitar sin la incomodidad de los lodazales.
Las colonias también vieron mejorada su infraestructura hidráulica. Del total de los recursos destinados a obra pública, otro 25 por ciento (109 mdp) fue destinado a la ampliación del drenaje sanitario, colectores pluviales y agua potable; para ello, se construyeron 23 mil metros lineales de drenaje sanitario, 560 metros lineales de colectores pluviales y más de mil 700 metros lineales de red de agua potable, para hacer un total de 27 mil metros lineales.
Este año, continuando con ese ambicioso proyecto, se contempla una inversión de 101.8 millones de pesos para nueve grandes obras de drenaje sanitario en las colonias Caballerizas sector Norte, Caballerizas Sector Sur, La Loma, Los Sauces, Dora María Treviño-La Laguna, Predios-La Loma, Lomas del Coyol–Palmas y San Francisco. Incluye 21 millones de pesos para acciones de pavimentación en las colonias Lomas de Río Medio, Río Medio IV, Valente Díaz y en la calle J.B. Lobos, además de 24 millones de pesos en acciones de bacheo.
Pero a todo esto, que también incluye la mejora de los mercados municipales y el fortalecimiento de las acciones en apoyo al medio ambiente mediante la construcción de más plantas de tratamiento de aguas residuales, debe agregarse una etapa más en 2015 del gran proyecto de rescate del Centro Histórico, que permitirá convertir a la ciudad en un importante activo para la atracción de turismo, al hacer de las calles céntricas un agradable sitio para caminar y admirar los edificios centenarios que hacen de Veracruz un tesoro nacional.
¿Y los índices delictivos municipales?
Deberíamos aprovechar el entusiasmo informativo de Juan Antonio Nemi Dib, secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública (CESP), para que en el marco de los programas impulsados a raíz de su nombramiento, que permiten contar con información por ejemplo sobre autos con reporte de robo, se haga un esfuerzo adicional para dibujar el mapa delictivo de la entidad.
La consulta de los índices delictivos del fuero común que maneja el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) en el nivel municipal es prácticamente imposible si no se cuenta con las herramientas informáticas y estadísticas que permitan detectar las zonas de mayor conflictividad, más afectadas por los delitos del orden común y con pendientes importantes para las dependencias preventivas y de investigación, es decir, las diversas policías de la Secretaría de Seguridad Pública y la policía ministerial dependiente de la Fiscalía General de Justicia.
En este espacio, periódicamente hemos dado información sobre el número de delitos del fuero común que mes con mes aparecen en los informes del SNSP, y hemos hecho ejercicios comparativos respecto a lo que sucede en el ámbito nacional y respecto a otros estados del país. Lo que no hemos podido comentar es cuáles son los municipios veracruzanos con mayor incidencia delictiva.
Mucho apoyaría a la ciudadanía el que el Consejo Estatal de Seguridad Pública contara con un registro, mes con mes, de los delitos que son denunciados ante las autoridades ministeriales con base en la geografía municipal.
Esa información existe y las autoridades de seguridad e impartición de justicia la toman como base para establecer sus estrategias de atención al delito, pero no se hace pública, lo que ocasiona que los veracruzanos estemos con los ojos cerrados sobre el nivel de peligrosidad que enfrentamos en los lugares en que radicamos.
No le pediríamos peras al olmo. Nemi Dib ha demostrado en los últimos días que es fanático de las estadísticas y, aunque hemos sido críticos sobre la forma tan beneficiosa como las maneja, seguramente ayudará ese entusiasmo para que los veracruzanos sepamos manejarnos con una mayor cautela a la hora de enfrentar las actividades cotidianas si habitamos en un lugar sobrecalentado por la delincuencia, o podamos desempeñarnos con menores grados de estrés si el municipio en que vivimos muestra adecuados niveles de seguridad.
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