Al igual que el Partido Revolucionario Institucional, Acción Nacional se encuentra en la víspera del proceso para la selección del candidato al gobierno del estado.
Al interior del blanquiazul hay un grupo que ve con buenos ojos la posibilidad de una alianza con el Partido de la Revolución Democrática para intentar arrebatarle al PRI el control político de Veracruz, ejecutivo y legislativo estatal; pero dicho escenario se observa cada vez más lejano.
Si hace un año se veía como segura la postulación de Miguel Ángel Yunes Linares, hoy el escenario interno podría cambiar de forma radical, sobre todo si dos de los grupos internos más importantes, los encabezados por Víctor Serralde y Enrique Cambranis, dan forma a una alianza de cara a 2016.
En el caso de Yunes Linares ocurre algo paradójico: dentro de Acción Nacional, en términos de peso específico en la organización interna, el próximo diputado federal plurinominal no cuenta con lo suficiente para orientar las decisiones; de hecho, la suma de los grupos de Cambranis y Serralde es suficiente para descarrilarle; sin embargo, prácticamente todas las encuestas levantadas en Veracruz le ubican como el puntero entre los aspirantes panistas. Ni Juan Bueno Torio, ni Julen Rementería del Puerto se encuentran tan posicionados en las preferencias.
En el proceso de 2010 para elegir gobernador, por ejemplo, Miguel Ángel Yunes casi llegó al 41 por ciento de la votación total con un millón 277 mil 151 sufragios. Si ese hubiera sido el resultado de Acción Nacional seis años antes, en 2004, la historia de Veracruz sería otra porque son 300 mil votos más que los alcanzados por el priísta Fidel Herrera; no fue así, Javier Duarte le sacó una ventaja de casi 80 mil votos a su adversario panista y ello fue suficiente para que el PRI no perdiera la gubernatura por primera ocasión en la historia local.
Quienes conocen de cerca lo que ocurre al interior del panismo veracruzano apuntan que la decisión en torno a la candidatura dependerá de cómo se presenten las alianzas entre los diferentes grupos. Estas serían las variables: si la suma se registra entre Yunes Linares y Víctor Serralde, el primero sería el candidato a gobernador, mientras el segundo tendría que esperar dos años; si la negociación se desarrolla entre Serralde y Enrique Cambranis, el candidato podría ser el de Huatusco, o bien cualquiera de entre Juan Bueno y Julen Rementería; por otro lado, el poco probable apoyo del grupo de Cambranis al jefe del grupo de Boca del Río sólo podría obedecer a una negociación propiciada por la dirigencia nacional del partido.
Por cierto, sin importar el candidato que postule el Partido Acción Nacional en Veracruz, el abanderado tendrá que enfrentarse a dos factores adversos: la debilidad del partido en prácticamente todas las regiones de la entidad –excepto Veracruz y Boca del Río, zona de influencia de Yunes Linares–; y la inoperancia del comité estatal que encabeza José de Jesús Mancha Alarcón.
En el primer punto basta remitirse a los recientes resultados electorales: AN no ganó prácticamente nada, sólo triunfó en dos de los 21 distritos en disputa; en el segundo, resulta evidente la ineficiencia de un comité estatal cada vez más distanciado de los liderazgos del partido. Aunado a ello, cada vez cobran más fuerza las quejas de militantes contra Mancha Alarcón; comentan que nunca se le encuentra en las oficinas; que sus asesores son gente sin experiencia ni oficio; que es gris el resultado que ha significado esta etapa para el blanquiazul y, en síntesis, que el partido da palos de ciego.
Si fuera un navío, metafóricamente, podríamos decir que es de noche y hay tormenta; que el barco panista hace agua; que se le rompió el timón; y, por si fuera poco, que su capitán no se entera de la crisis porque está borracho.
La débil dirigencia estatal es un problema que el PAN comparte con el PRD. De esa manera, si Acción Nacional –al igual que otras fuerzas– no recompone el camino, es muy probable que la alternancia en Veracruz quedará como un tema pendiente, al menos durante otros dos años. @luisromero85