En 2012, Víctor Serralde Martínez se convirtió en el candidato panista más votado en la elección federal de ese año y de inmediato comenzó a construir una influencia al interior del Partido Acción Nacional para disputar el control al grupo que hasta ese momento conservaba la hegemonía.
Más de 90 mil votos fueron suficientes para que el candidato panista por el distrito de Huatusco lograra la presidencia de la Comisión de Desarrollo Rural de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Serralde casi había duplicado el número de sufragios alcanzados por la abanderada del Partido Revolucionario Institucional, Zaira Ochoa Valdivia, quien apenas obtuvo 52 mil.
De hecho, ni siquiera Erick Lagos Hernández, candidato por Acayucan en el proceso de 2015, ganó con una votación similar; el ex secretario de gobierno fue el aspirante más votado pero se quedó en 72 mil sufragios.
Ese antecedente relacionado con el resultado electoral, sumado a dos factores importantes: el trabajo de gestoría que le permitió bajar recursos a varios ayuntamientos veracruzanos y, sobre todo, la influencia que ejerce en más de la mitad de los comités municipales de su partido, hacen que ahora Víctor Serralde piense que está en condiciones de disputar, con altas posibilidades de éxito, la candidatura de su partido al gobierno del Estado.
Esta semana, el diputado federal por Huatusco encabezará una comida con amigos y simpatizantes de su proyecto, con el objeto de anunciar su intención de buscar la candidatura de cara a 2016.
En menos de tres meses, Serralde Martínez ya no ocupará la diputación federal y, por supuesto, tampoco la presidencia de la Comisión de Desarrollo Rural; dejará el pandero; sin embargo, si logra crecer, dejar de ser una figura estrictamente regional y posicionarse en el escenario estatal, se podría convertir en un adversario de cuidado para los aspirantes priístas, tan concentrados por el momento en la contienda interna. Antes, el legislador panista debe dar un brinco para abandonar el papel de actor de reparto en su partido, el de alfil de Yunes Linares, y asumir un rol protagónico en la sucesión por Veracruz. No es fácil.
De momento, para intentar cristalizar su proyecto, Víctor Serralde cuenta con más de la mitad de los comités municipales de Acción Nacional y entre sus fichas se puede contar entre 40 o 45 de los 100 consejeros estatales de su partido; de igual manera, al interior del blanquiazul para nadie es un secreto la influencia que ejerce el de Huatusco con la dirigencia que encabeza José Mancha Alarcón.
Al interior del PAN, la presencia de Serralde sólo se compara con la del ex dirigente Enrique Cambranis Torres; y en cuanto al control de influencia interna, ambos superan de forma más o menos tranquila a Yunes Linares y a Juan Bueno Torio.
Ese será, sin duda, el punto medular de la selección del candidato panista en 2016 porque en ese proceso, de acuerdo con las recientes modificaciones estatutarias, para que el Comité Ejecutivo Nacional del partido designe al abanderado al gobierno veracruzana, deberá contar con la aprobación del Consejo Estatal, que está hoy bajo el control, precisamente, de Enrique Cambranis y Víctor Serralde, quien se sumaría esta semana a la reducida lista de aspirantes panistas, que por el momento sólo integran Yunes y Bueno.
Por otro lado, llama la atención el destape de Serralde Martínez porque su participación política ha estado estrechamente vinculada a Miguel Ángel Yunes; debido a ello, no falta quien especule que dicho anuncio podría responder más a una estrategia del grupo Boca del Río que a un verdadero intento de participación propia e individual. @luisromero85