Cuando dieron las 00:00 horas de este lunes 1º de junio de 2015 restaron a la actual administración estatal de Veracruz 18 meses exactos para concluir el sexenio.

En 18 meses se pueden hacer muchas cosas, como gestar a dos hijos, adelantar tres semestres en la escuela; en ese tiempo culmina la mitad de un periodo para los diputados y la cuarta parte para los senadores; un bebe aprende a hablar y a caminar en ese lapso; se pueden hacer puentes, terminar carreteras, levantar edificios…

Y para un gobierno, esos meses son la consolidación de su obra material, política y hasta espiritual, si me permiten el término en esta área tan pública de la vida social. Son los que se pueden emplear también para corregir injusticias, para poner en su lugar a quien lo merezca, para preparar la salida hacia el dejar de ser… para amistar a los enemigos… para acercar a los alejados.

Todavía se pueden pedir renuncias y solicitar licencias y nombrar nuevos cardenales, ¡qué va!

En el caso de los empleados, la burocracia mayor y menor, son la ocasión de cobrar 36 quincenas, 18 compensaciones -a quienes gozan de esta graciosa prestación-, dos aguinaldos y -para los profes y para algunos ilusos optimistas- un jugoso bono de partida.

Un año y medio… 18 meses… 36 quincenas… 78 semanas y media… 549 días (2016 será año bisiesto, así que se agregó un bendito día más de disfrutar/padecer el poder), 13,176 horas… 790,560 minutos… 47 millones 433,600 segundos… menos uno… menos otro… menos uno más… en lo que estamos leyendo.

Para lo que queda del sexenio habrá también dos elecciones, la federal de diputados al Congreso de la Unión, el primer domingo de junio de 2015, y la estatal del nuevo Gobernador Constitucional, junto con los 50 diputados que integrarán la próxima Legislatura local, el primer domingo de junio de 2016.

(Una estimación conservadora dice que de aquí al 30 de noviembre de 2016 habrá también 235 mítines en la Plaza Lerdo de Xalapa, con su correspondiente cierre de la vialidad en la calle Enríquez, más unas 80 tomas de las instalaciones de la Secretaría de Educación de Veracruz y cerca de 150 de edificios de las delegaciones federales. Y se debe sumar -también conservadoramente- una centena de intrusiones en las casetas de cobro de las autopistas que tenemos en Veracruz).

En este último cuarto del sexenio algunos podrían haber hecho jugosos negocios, pero ya no se va a poder por los candados administrativos y políticos, que obligarán a un manejo de los dineros prístino y angelical, so pena de que la opinión pública y las sustanciosas redes sociales se vuelquen en denuestos y hasta insultos, y peligre la gobernanza.

Es decir, lo sentimos, pero por esta vez no habrá año de Hidalgo.

Falta también un destape… y dos informes de Gobierno.

Resta pues el tiempo suficiente para preparar la entrega-recepción, para restañar las heridas de quienes salieron raspados por el estilo persona de gobernar, para ganar simpatías hacia el mercado de futuros…

Y de despedirse bien, con fuerza y sin duda… mirando a los ojos, mirando de frente.

¿O no?

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