Para Veracruz, la importancia de la agroindustria azucarera es indiscutible; es el estado que ocupa la cima nacional en cuanto a la producción de caña de azúcar y el que genera más recursos dentro de dicho sector de la economía.
Aquí se establecen 22 ingenios, de los que dependen productores de caña, jornaleros agrícolas, transportistas, obreros y, en general, miles de familias de forma directa e indirecta. Cálculos oficiales estiman que un millón de personas dependen de esta agroindustria.
Para que tenga una idea de la importancia de este sector, el 36 por ciento de la planta azucarera nacional está en Veracruz, estado que tiene una superficie sembrada de caña de más de 200 mil hectáreas.
El problema radica en el saldo negativo que generan los ingenios azucareros en términos ambientales y también en las limitadas atribuciones de las autoridades estatales para sancionar a las empresas responsables de actos que atentan contra el entorno ambiental.
Durante décadas, la industria azucarera han utilizado los cuerpos de agua de la entidad como vertederos de sus desechos químicos altamente contaminantes, ocasionando frecuentes mortandades de especies debido a esas descargas.
Cualquiera que haya vivido en una región cañera y azucarera sabe perfectamente que cada vez que las factorías realizan trabajos de limpieza, descargan a los cuerpos de agua, ríos, arroyos y lagunas, enormes cantidades de químicos como la sosa cáustica.
Se trata de una práctica prohibida por las normas ambientales pero que es difícil de comprobar por las autoridades, debido a que las empresas vierten sus desechos cuando calculan que las autoridades tardarán en llegar dos o tres días, una vez que el problema se haya diluido.
Eso ocurrió recientemente y por enésima ocasión en la Laguna Cabana, ubicada en el municipio de Úrsulo Galván, donde miles de peces –las autoridades estiman 3 toneladas– murieron como consecuencia de las descargas industriales del ingenio El Modelo, hecho por el que el gobierno estatal, concretamente la Secretaría del Medio Ambiente y la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente, abrieron una investigación y presentaron la denuncia correspondiente ante la PGR.
El tema también llegó, por supuesto, a las instancias competentes, que son la Comisión Nacional del Agua y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
Este no es el primer caso registrado en ese lugar: en diciembre de 2012, pescadores y organizaciones ambientalistas denunciaron el delito ambiental provocado por el mismo ingenio azucarero al que hoy nuevamente se acusa.
El problema radica en que la mortandad de especies se registró luego de que el fin de semana el ingenio arrojara químicos al cuerpo de agua, pero la autoridad estatal llegó a levantar las muestras hasta el primer día hábil siguiente, que fue el lunes. Antes de ello, a pesar de que alcaldes y síndicos tienen la facultad para dar fe de esos hechos, nadie acudió al llamado ni levantó las muestras para integrar las denuncias.
La contaminación de la Laguna Cabana, sin embargo, no es un caso aislado; de acuerdo con la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental, Lavida, existen 18 cuencas, en las que se asientan ingenios azucareros, que se encuentran altamente contaminadas, lo que ha provocado frecuentes mortandades de especies.
En ese sentido, valdría la pena que el gobierno veracruzano y la Legislatura estatal revisen el marco legal para dar más herramientas, facultades y dientes a las autoridades responsables del cuidado y la protección al medio ambiente en Veracruz, a fin de evitar más atentados contra la naturaleza e impedir que quienes afecten al entorno, lo hagan de manera impune y sin castigo. @luisromero85