¡Qué pregunta tan compleja me he planteado con este título! El significado es amplio y cambia mucho con el contexto, con las circunstancias, el número de hijos, la edad, etc., dependiendo también de quién responda; así que no me queda más que dar mi punto de vista, desde mi propia experiencia, vivencias y observaciones.
Para mí, ser madre es el máximo acto de humildad que puede realizar un ser vivo. Significa ponerse al servicio de la vida y esto exige mucho esfuerzo físico, mental y emocional, para aguantar una carga de trabajo tremenda, para asegurarse de que nuestras criaturas sobrevivan y crezcan felices y como personas de bien y para aguanta la constante muestra de quienes somos nosotras en realidad, porque en esta labor de criar seres humanos salen a relucir todas nuestras virtudes y “súper poderes”, pero también nuestros defectos. Y creo que esta es una de las facetas más duras de la maternidad y el fantasma que nos persigue siempre.
En los hijos se ve reflejado nuestro carácter, la manera en que concebimos el mundo y la realidad y la manera de asumirlo; en los hijos nos reflejamos todo el tiempo porque de nosotras aprenden modelos emocionales y de conducta, de relacionarse (en buena medida) y nuestros juicios. A veces no es fácil y yo, al menos, me he llevado una buena cachetadota cuando veo o escucho a mi hijo replicando las cosas que no me gustan de mí… Y en verdad lo agradezco, porque aprendo también de mí misma y me da la oportunidad de ser mejor cada vez.
Debo decir que, para mí, la maternidad ha sido un regalo maravilloso de la vida y confieso que no soy ninguna madre abnegada y sacrificada. Nunca he abandonado mis proyectos personales y más bien, he tenido que aprender a manejarlos a otro ritmo: Igual puedo ir a las juntas escolares de mi hijo, que llevarlo a sus actividades, a alguna fiesta, al parque, a comer la pizza que tanto le gusta, al museo o al parque de diversiones, pero también le he ido enseñando que mamá tiene que estudiar, que dormir siesta de vez en cuando, que necesito que me acompañe a algunos de mis ensayos y actividades y me encanta que ambos compartimos nuestro mundo y nuestras cosas.
El manejo de mi maternidad que he decidido, tampoco es causa del azar y la inspiración divina. Hay muchas mujeres y personas en el camino que me inspiran, comenzando por las fuertes mujeres de mi familia.
Ayer estuve un rato en la marcha que realizaron las mujeres del Colectivo por la Paz, de Xalapa, junto con algunos padres y personas que nos solidarizamos con su dolor. Hubo marchas en todo el país, algunas impresionantes. La de Xalapa, fue pequeña, pero intensa. No pude estar en toda, principalmente (lo confieso) por lo abrumador de todas las emociones que me provoca empatizar con ese inimaginable dolor de no saber durante meses o años el paradero de un hijo o hija y al mismo tiempo, tener la noción de que a las autoridades encargadas de la seguridad y procuración de justicia, en gran medida, les sea tan indiferente.
El corazón se me estruja cuando veo sus rostros, su tristeza, su coraje, su esperanza, sus corazones y sus vidas rotas. Creo que como madre una nunca se prepara para algo así. No hay manera de resignarse a algo así. Ayer pensaba, por ejemplo, en las madres de la Plaza de Mayo de Argentina, y cómo décadas pasan y ellas no dejan de buscar a sus hijos (as) y a sus nietos (as).
Nadie merece un dolor así; nadie merece que se olvide su esperanza, su búsqueda, el indisipable amor por sus desaparecidos. Ser madre implica nunca dejar de serlo, a pesar de la ausencia, de la enfermedad, de la muerte. Es un vínculo mucho más grande que cualquier otro.
Así que deseo para todas estas mujeres guerreras amorosas e incansables que la justicia llegue y de paz a sus corazones. Les ofrendo mi respeto y mi andar cotidiano, como fuente de apoyo y solidaridad. Deseo que termine la indiferencia y la gente sea capaz de entender lo que para ellas ha significado ser madres, tías, hermanas, esposas.
Y deseo también, a todas aquellas madres que somos afortunadas de tener a los hijos –maestros de vida- con nosotros, que no perdamos la oportunidad de acompañarlos en su desarrollo, de la manera más bella y amorosa posible. Deseo que sean felices, plenas y orgullosas de la misión que elegimos día con día. Deseo que cada día encontremos el mejor significado y sentido a nuestra maternidad.