El mundo, tal como está hecho, no es soportable.
Por eso necesito la luna o la felicidad,
o la inmortalidad, algo descabellado quizás,
pero que no sea de este mundo
(Albert Camus)
Sísifo, el más sabio y astuto de los hombres, le puso grilletes a Tánatos y nadie murió hasta que el dios de la muerte fue liberado por Ares. Sísifo fue al inframundo pero antes de morir le ordenó a su esposa que arrojara su cuerpo en medio de la plaza pública. Estando en el infierno convenció a Hades de que le permitiera subir al mundo para castigarla. Cuando estuvo en Corinto se negó a volver a las tinieblas y vivió varios años más en la tierra.
Hermes lo llevó de vuelta al inframundo donde le fue impuesto el castigo de empujar una roca muy pesada sobre una colina empinada, antes de llegar a la cima la piedra rodaba hasta el suelo y rey de Éfira debía reiniciar el ascenso. El proceso se repetía infinitamente.
A partir de este pasaje de la Odisea, Albert Camus escribió el ensayo El mito de Sísifo en el que sentó las bases de la Filosofía del Absurdo.
«En ese instante sutil en que el hombre se vuelve sobre su vida, Sísifo, volviendo hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos sin ligazón en que se convierte su destino. Creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen completamente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.», dice el escritor africano en una parte del texto.
En 1948 Camus escribió Estado de Sitio, drama en el que resuenan ecos de su novela La peste, publicada el año anterior, solo que aquí no es una enfermedad física sino una situación política atroz la que tiene sometida a una población entera.
Como comenté en la columna Habrá Estado de Sitio en Xalapa: Producciones Cañandonga, Enrique Cancio ha trasladado esta obra a nuestra realidad actual identificando a la Peste con la corrupción, la delincuencia organizada, la impunidad y todas las calamidades que nos tienen sitiados.
La obra fue escenificada y presentada exitosamente en Xalapa y este fin de semana tendrá un par de representaciones en Coatepec.
En el boletín de prensa de Producciones Cañandonga se lee: «En esta farsa dramática [Camus] se imaginaba un mito inteligible en torno a la peste para la Europa de 1948. Nuestra versión respetuosamente ubica la acción el el México actual, y por su importancia social y estética injertamos el texto de Javier Sicilia Estamos hasta la Madre.»
El elenco está conformado por Andrés Sánchez Rodríguez como Nada, Guillermo Jiménez como El poder, Sandra Cessa como La mujer, Manolo Texon como El hombre, Rosario Reyes Márquez como El pueblo y Estela Lucio representa a La funcionaria.
La coreografía y la producción estuvieron a cargo de la maestra de danza Estela Lucio, y el trabajo de dramaturgia y dirección fue por cuenta del teatrista Enrique Cancio.
Las funciones serán el viernes 1 y el sábado 2 de mayo, a las 20:30 horas, en el Patio del Colibrí ubicado en Juárez 41, en pleno centro de aquel pueblo mágico.
la cooperación será de 60 pesos al público en general y 30 pesos a estudiantes de secundaria y preparatoria.
Hasta aquí llegaba mi colaboración de hoy pero otro rostro de La peste me obliga a ampliarla. Vuelvo a Camus, cito ahora un fragmento de su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura:
«…en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre para poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará solo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad. Y puesto que su vocación consiste en reunir al mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira ni a la servidumbre porque, donde reinan, crece el aislamiento. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión.»
La cita es más que pertinente en estos momentos en los que se sabe en el mundo entero que Veracruz es el estado más amenazante del país y uno de los más peligrosos de América Latina para ejercer el periodismo, por eso resultan tan preocupantes las amenazas de muerte que han recibido el director general y el subdirector de Formato Siete: Manuel Rosete Chávez y Álvaro Belín Andrade.
Vaya desde esta columna un abrazo solidario para ambos, un enérgico repudio a los oscuros emisarios del Hades y la firme exigencia de que se haga una investigación profunda, que la seguridad de nuestros compañeros sea garantizada y que los culpables del agravio no queden impunes.
Aunque Camus se refiere a los escritores también puede afirmarse que el periodista «puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará solo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad.»
Para lograrlo es necesario que las autoridades asuman de una vez su responsabilidad y frenen para siempre la escalada de violencia hacia el gremio. Si el Gobierno del Estado no toma medidas eficaces, seguiremos condeados, como Sísifo, a cargar La peste cuesta arriba en una escalada sin fin.
No más agresiones a los periodistas, no, ya no.
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