El primer alcalde de oposición que tuvo la capital veracruzana fue Rafael Hernández Villalpando (1997-2000), quien fuertemente cuestionado como subsecretario de Gobierno en el cuatrienio del gobernador sustituto Dante Delgado Rannauro (1988-1992) respondió en ese entonces a sus detractores que “se gobierna con los amigos, no con los enemigos”.
Y, en efecto, hasta ahora esa ha sido la mentalidad y la cultura política que ha prevalecido en nuestros gobernantes. No eligen como colaboradores a los más inteligentes, honestos y capaces sino a los que por amistad o complicidad les garantizan mayor incondicionalidad personal aún por encima de la obligada lealtad institucional.
El de Hernández Villalpando, quien a la mitad del mandato dantista fue además rector de la Universidad Veracruzana, es un claro ejemplo de que este sentido patrimonialista de ejercer el poder en Veracruz y México no es privativo de los gobernantes del PRI sino que también lo padecen funcionarios y políticos de otros partidos. Baste ver cómo gobernaron el país los panistas durante los dos sexenios presidenciales anteriores y cómo lo están haciendo ahora algunos mandatarios estatales de izquierda, como los de Guerrero y Oaxaca.
El comentario viene a cuento porque este jueves 9, ¡por fin!, decidió renunciar David Korenfeld a su cargo como director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) tras la polémica que desató por usar un helicóptero de esa dependencia para su beneficio personal.
¿Qué tanto puede ayudar con su tardía renuncia Korenfeld a su impopular amigo el presidente Enrique Peña Nieto y a su partido, el PRI, en plena batalla electoral por las 500 diputaciones federales y nueve gubernaturas, aparte de los Congresos locales y alcaldías que se disputan en otras entidades del país?
Seguramente que algunos aplaudirán la dimisión del director de la Conagua, pero habría que ver si su desfasada decisión logra conseguir el mismo impacto mediático y efecto político que en cambio el Presidente pudo haber abonado a favor de su maltrecha imagen y de la de su partido si en vez de la retrasada renuncia de su colaborador y amigo el jefe del Ejecutivo federal hubiera ordenado su cese inmediato. Peña tenía elementos de sobra para hacerlo y no sólo por el mal uso de la aeronave oficial sino por la sarta de mentiras con las que inicialmente intentó justificar su abuso el funcionario.
Y es que ayer, en conferencia de prensa, Korenfeld dejó en claro que no fue corrido, sino que fue él quien finalmente tomó la decisión de irse. “El día de hoy quiero comunicarles que derivado del desarrollo que han tenido estos hechos y con la disposición que desde el primer momento he tenido hacia el Presidente de la República, en este momento hago pública mi renuncia al cargo como director de la Comisión Nacional del Agua”, dijo en el mensaje que leyó este jueves ante los medios de comunicación.
Korenfeld fue exhibido en Facebook por un vecino que le tomó varias fotografías cuando la semana antepasada, el domingo 29 de marzo, él y su familia se trasladaron en una aeronave de la Conagua, del fraccionamiento Bosque Real, en Huixquilucan, Estado de México, al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
El funcionario se presentó hasta la noche del pasado lunes 6 de abril en la Secretaría de la Función Pública para rendir su declaración en torno a este escandaloso hecho. ¿Qué fue lo que oficialmente informó? Hasta el momento se ignora, pero bien pudo haber esgrimido otra falsedad más, pues la primera explicación personal que dio fue admitir que sí utilizó el helicóptero de la Conagua pero por un asunto de salud.
“La Coordinación General de Comunicación y Cultura del Agua informa que ellos (su familia) lo acompañaban al aeropuerto de la Ciudad de México para que él asistiese a un tema de índole médico”, alegó originalmente tras ser exhibido por uno de sus vecinos que lo fotografió despegando de Huixquilucan con su familia en la aeronave, justo al inicio del periodo vacacional.
Ante el escarnio público que generó este hecho en las redes sociales, a Korenfeld se le ocurrió pretextar que usó el helicóptero de la dependencia por una “emergencia médica” ya que su rodilla y cadera requerían atención. Pero días después fue descubierto en las nevadas montañas de Colorado esquiando con su familia, lo que posteriormente lo obligó a cambiar su versión y hasta pidió perdón, sin dar la cara personalmente.
A través de su cuenta de Twitter, el funcionario reconoció que sí usó la aeronave. “Cometí un error inexcusable al utilizar un helicóptero de Conagua para transportarme al AICM. Ofrezco por ello una disculpa pública”, escribió con el siguiente añadido: “He procedido a cubrir el costo por la utilización del helicóptero, mediante depósito a la Tesorería de la Federación”.
Este jueves 9, doce días después de que fue cachado infraganti y ante la intensa presión mediática, Korenfeld dio a conocer su decisión de separarse de la Conagua, evidenciando que el presidente Peña Nieto, su amigo, no se atrevió a cesarlo.
“Como seres humanos siempre seremos susceptibles a equivocarnos, pero debemos de tener la valentía de aceptarlo, ofrecer disculpas y asumir las consecuencias”, expresó ayer al dar a conocer oficialmente su renuncia.
Sin embargo todavía tuvo el descaro de afirmar que siempre se ha conducido apegado a los valores de la verdad, honestidad, de frente y con transparencia.
Pero en Veracruz tampoco se cantan mal las rancheras, pues hay funcionarios estatales que han sido públicamente cesados y luego reinstalados como directores, secretarios de despacho o postulados por la alianza PRI-PVEM a cargos de elección popular.