Preocupante, el aumento de limitaciones y sacrificios de la población en general.
La información oficial federal lleva directamente a esa conclusión. Basta interpretar correctamente, lo que se dice y hace; entenderlo desde otra perspectiva y en toda su magnitud. Imprescindible, para no confundir lo importante con lo urgente, y mejorar capacidad de respuesta y previsión.
Esto es, ir más allá del reconocimiento justificado o no, del inmediatista cumplimiento burocrático de algunas metas y objetivos de programas asistenciales oficiales, para constatar lo que significan y a lo que obligan o convocan a hacer.
Se incorporan de 96 mil familias de pobres
Por lo pronto, se asegura que 843 mil 102 familias reciben apoyos oficiales; y se sabe que, salvo otra información, Veracruz ocupa primer lugar en beneficiarios del programa OPORTUNIDADES, hoy denominado como PROSPERA.
Sin duda creció en los últimos años la cobertura asistencial y supuestamente temporal del programa; y eso que, al mismo tiempo, se reconoce que todavía no se atiende y cubre toda la población en tan desafortunada situación.
Luego entonces, hay que destacar que la pobreza sigue aumentando y que la novedad es que ahora sin rubor ni limitación, se reconoce la existencia de uno de sus extremos: el hambre, que junto con la inseguridad se han hecho tan inocultables como prioritarios.
Destacan, de reciente información oficial difundida, entre otros aspectos, los logros alcanzados: “… se han incorporado 27 mil 933 nuevas familias veracruzanas que cuentan con la tarjeta SINHAMBRE, 96 mil 26 nuevas familias están afiliadas a Prospera, 197 mil 640 mexicanos son nuevos beneficiarios de la leche Liconsa y hay 120 nuevas tiendas Diconsa acercando productos de primer calidad a los Veracruzanos…”
Hay disponible, más información que comprueba, persistencia y aumento de hambre y miseria en Veracruz.
A propósito, ¿qué de los programas y padrones estatales y municipales?
Y, hay que decirlo: poco o nada se menciona de la necesidad y urgencia de atender causas y orígenes del empobrecimiento que, debe insistirse y repetirse, siguen sin ser adecuadamente atendidas y modificadas: la economía no crece lo suficiente; no se generan las nuevas fuentes de empleo necesarias y sus correspondientes ingresos y prestaciones mínimas; continua el deterioro de la capacidad de compra tanto de canasta de productos básicos como de servicios públicos indispensables.
La crisis internacional de los precios del petróleo ha venido a mostrar, una vez más, las limitaciones y alcances de las insuficientes y obsoletas políticas públicas oficiales de impulso y apoyo al desarrollo económico, empleo y bienestar social.
Indispensable integrar y coordinar esfuerzos públicos y privados, de los diversos ámbitos de gobierno, así como de representaciones empresariales, laborales y sociales.
Remedio transitorio y enfermedad permanente
Así que ahora, más allá de algunos innegables reconocimientos y temporales justificaciones por el esfuerzo realizado, se nota la exageración discursiva, se presume en exceso el remedio, transitorio e insuficiente, cuando la situación misma exige y comprueba que se podía y se puede evitar el tamaño e intensidad de las enfermedades (pobreza, hambre y miseria), si se atienden bien y a tiempo sus causas y orígenes.
Y eso que se ha afirmado a diestra y siniestra, en discursos, boletines y en publicidad pagada que no es aconsejable fomentar el asistencialismo, más allá de lo urgente y necesario, porque no sólo se ha comprobado que no es la solución definitiva sino que, en contraparte, es más bien la fuente de indeseables e injustificadas desviaciones basadas en el condicionamiento de acceso al beneficio de los programas; el voluntarismo y discrecionalidad en su orientación; y el conocido clientelismo político-electoral, al que de una y mil formas se vincula.
Limitaciones y sacrificios interminables
Gobernantes y funcionarios deben cambiar y mejorar su actitud y comportamiento en temas prioritarios, que han llegado a límites verdaderamente preocupantes y hasta alarmantes, la percepción generalizada es que, ni atienden ni entienden la magnitud y trascendencia, de múltiples y variadas necesidades, problemas y conflictos que es su obligación atender, enfrentar y resolver bien y en el menor tiempo.
Algunos incluso confunden urgente con importante, autopromoción personal con consolidación institucional, principio con comienzo, solución con involución, solidez financiera con deuda pública, y rollo con desarrollo.
Excepciones aparte, el problema es que también muchas políticas y programas públicos, se mantienen en teoría y práctica política de más de lo mismo, del circo de tres pistas de simulación, entretenimiento y distracción; para seguir obteniendo beneficios personales, pero lo mismo y peor para la sociedad.
Voces de alerta y señalamientos vienen de todas partes. Los reclamos no son nuevos, fervorosamente se reproducen generación tras generación. Abarcan diversos temas, todos ellos conectados con la prioridad de prioridades: la vida humana y sus condiciones.
Dichas aspiraciones o pretensiones son vitales y por eso han sido convertidas, en buena medida, en derechos humanos y sociales, por los cuales se esfuerza toda sociedad democrática y por los que luchan y reclaman los que resultan afectados, limitados o excluidos.
Dichos derechos están vinculados, básicamente, con aire, agua, alimentación, salud, vivienda, seguridad, justicia, educación, empleo con salarios dignos y prestaciones mínimas.
Lo menos que se espera, es comprensión hacia quienes padecen limitaciones y sacrificios; y, desde luego, oportuna y eficiente atención, por parte de aquellos servidores públicos que están obligados a hacerlo.
Sin embargo, lo que se repite y sucede, es la conocida y padecida historia de siempre. Pobreza, miseria y hambre, así como inseguridad y violencia se presentan como obligadas alternativas de subsistencia para las mayorías.
Inaplicado manual anticorrupción de Sedesol
Urge, actualizar con “blindaje electoral” y difundir ampliamente éste documento federal (porque de lo estatal no hay nada), para detener a ineficientes y delincuentes electorales en el gobierno, que usan y abusan de los pobres, de sus recursos y programas sociales.
“La corrupción es, en un sentido amplio, distraer a algo de sus fines. Corromper el Estado es alejarlo de su función transformadora, de su obligación de llevar beneficios a las personas, de su responsabilidad por hacer efectivos derechos y libertades”.
*Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez.