Una cosa es lo que es, no lo que se dice de ella
(Riggan Thomson en Birdman)
Desde la entrada llamó mi atención, me pareció que en la presentación de los créditos iniciales de Birdman, las
letras aparecían bajo los designios de su trazo escénico; su función ahí, pensé, era menos de acompañante que de coreógrafo, conjetura que confirmé en la primera escena, durante el recorrido que hace Riggan, el protagonista, del camerino al escenario. Poco a poco fui descubriendo cómo la presencia de ese personaje invisible iba cobrando peso hasta devenir en elemento imprescindible. Me refiero, por supuesto, a la batería, instrumento que aporta tensión a los momentos de angustia o ira del protagonista, que subraya su desajuste mental y se convierte, igual que la voz que lo atormenta, en una suerte de perseguidor ineludible. También llamó mi atención el beat del instrumentista que lograba inquietarme con un despliegue de recursos técnicos y, en algunas escenas, conducirme al filo del abismo a base de crescendos y empujame para que me estrellara, estrepitosamente, con un remate de platillo. Lo más grato es que se trataba de música, no de simples secuencias rítmicas; no me quedaba duda, atrás de eso había un músico.
Hay un guiño al instrumento: en la escena en la que Riggan Thomson (Michael Keaton) y Mike Shiner (Edward Norton) discuten en la calle aparece un baterista que no reconocí, es apenas un flashazo. En las letritas del final me enteré que el responsable de la banda sonora es un mexicano que, igual que Alejandro González Iñárritu y tantos más, tuvo que emigrar a los Estados Unidos para que su talento fuera reconocido mundialmente: Antonio Sánchez. Pensé que la inclusión de un baterista negro en la escena tenía el objetivo de subrayar el carácter jazzístico de la música incidental pero después supe que no, que se debió a que el baterista mexicano estaba de gira por Europa en el momento de la filmación.
Antonio Sánchez nació en la Ciudad de México y desde niño tomó clases particulares de música, a los 17 años ingresó a la Escuela Superior de Música en la que estudió piano clásico durante poco más de cuatro años hasta que, en 1993, obtuvo una beca para estudiar en Berklee College of Music donde obtuvo la Licenciatura en Interpretación de Jazz, tras graduarse con honores de la prestigiada institución bostoniana obtuvo otra beca, ahora para cursar la Maestría en Improvisación de Jazz en el Conservatorio de Nueva Inglaterra. Posteriormente fue convocado por Paquito D’Rivera para integrarse a la Orquesta de las Naciones Unidas, después formó trío de Danilo Pérez y, en una gira por Europa, fue visto por Pat Metheny quien lo audicionó e integró a su grupo en el que permanece desde el año 2000. Además ha colaborado con Chick Corea, Joey Calderazzo, Joshua Redman, Enrico Pieranunzi y muchos otros de los jazzistas más importantes de la escena mundial. Siendo la estrella que es y siendo mexicano, no era extraño que «El Negro» lo invitara a hacer la música de su proyecto.
La inesperada actitud de la arrogancia
La popularidad es la primita cachonda del prestigio
(Mike Shiner en Birdman)
Haré que tu obra salga de cartelera
(Tabitha Dickinson en Birdman)
No obstante su originalidad y eficacia, la banda sonora fue descalificada por la rama musical de la Academia con el argumento de que viola una norma establecida en el artículo 15 del reglamento donde de estipula que el 50% de la música de una cinta debe ser original.
«Se requiere que el score original sea superior al 50 por ciento, esa regla la cumplo: más de media hora de la película es original, solo 17 minutos de la música son incidentales. No hay nada oficial, pero usan el artículo 15 para descalificarla, -declaró el baterista al portal ¡hey! del grupo Milenio-. Aparentemente hubo un error de tabulación en cuanto a tiempos. Los recalcularon y salí ganando, se hizo la corrección, pero la Academia rechazó la apelación, la razón fue que el Score Original estaba diluido por la música incidental (…) Me parece una ridiculez por parte de la Academia que no se considere este trabajo; no digo que me iba a ganar el Oscar, lo que me parece un error es que se eliminó de la lista, es ridículo.
Creo que son una institución muy cerrada, pero entiendo que soy un turista en su mundo, soy un baterista de jazz que amenazaba con una nominación, creo que eso ocurrió. A mi parecer, no consideran que la batería sea un instrumento digno de una nominación de Oscar.»
Con esta decisión, la Academia introdujo una piedrita en el zapato del júbilo y una pizca de armargor en las bocas que paladeaban los galardones obtenidos por nuestros connacionales. El orgullo y la alegría son justificados pero, hay que decirlo, los triunfos son quienes los consiguieron a base de talento y de trabajo, no de un país que gasta millones de pesos en campañas políticas, en ofensivos salarios, prestaciones y servicios para la élite gobernante (y ya ni hablemos de los latrocinios tolerados) pero no es capaz de invertir en su cultura.
El discurso de González Iñárritu, por cierto, demostró cómo unos minutos ante la mirada mundial son suficientes para inquietar a los personajes más oscuros de este y de aquel lado, sirva de lección para aquellos que nos despojaron del Hay Festival para «rescatarnos»; que les quede claro, paladines de café, es más útil acercar los reflectores y los micrófonos a un pueblo amenazado, que arrebatárselos.
¿Cómo terminamos aquí?, este lugar es horrible, huele a bolas, no pertenecemos a este lugar de mierda (Birdman)
https://www.youtube.com/watch?v=amEp34owKn0
CONTACTO DE FACEBOOK CONTACTO EN G+ CONTACTO EN TWITTER