¿El voto de las 52 familias damnificadas del barrio del Dique, cuyas casas resultaron averiadas por la aparente explosión de gas acumulado al interior de una carnicería, serán determinantes para definir la elección federal en el décimo distrito electoral (Xalapa Urbano) el 7 de junio próximo?
Por supuesto que no. El candidato a diputado federal que resulte triunfador deberá sumar miles de sufragios más.
Tampoco se espera que el ganador de este proceso electoral iguale o supere la votación que en 2012 obtuvo sorpresivamente el actual diputado federal Uriel Flores Aguayo, del PRD, quien rebasó los 70 mil votos.
Y es que en aquella elección la alta participación ciudadana fue motivada por la sucesión presidencial; ahora sólo serán electos diputados al Congreso de la Unión, por lo que tradicionalmente estos comicios intermedios siempre se han caracterizado por un alto abstencionismo.
De ahí que la virtual candidata del PRI a la diputación federal por Xalapa Urbano, Elízabeth Morales, haya sorprendido no sólo a los dirigentes de su partido sino también a los más altos funcionarios del gobierno del estado y del ayuntamiento xalapeño, por su imprudente e inútil presencia en la zona siniestrada, pues ni entregó apoyos a las familias afectadas y sólo se expuso a que sus contrincantes y malquerientes la lincharan en las redes sociales y mediáticamente, demandando a las autoridades del INE que la sancionen por supuestos actos anticipados de proselitismo.
Pero lo cierto es que la ex alcaldesa capitalina y ex dirigente estatal del PRI no pudo presentarse siquiera como “precandidata”, ya que legalmente aún no lo es –hasta que los delegados priistas la elijan formalmente en su convención dentro de un par de semanas–, y tampoco hay evidencias de que de manera expresa haya promocionado anticipadamente el voto a favor de ella y de su partido.
Una prueba de que no andaba en plan proselitista es que Jaime Cisneros González, quien desde ahora viene operando como su futuro coordinador de campaña, ni siquiera estaba enterado de que Morales García tenía programado visitar la zona siniestrada de El Dique, uno de los barrios más populares de la capital veracruzana en el que, por cierto, su administración municipal, con el apoyo del gobernador Javier Duarte, realizó importantes y vistosas obras en 2013 por más de 60 millones de pesos, entre ellos el puente vehicular “Xalapa” que agilizó el tránsito por la zona universitaria y de los lagos, así como la Plaza Comercial Atletas y la rehabilitación de sus principales calles.
Así que es entendible y normal que la ex alcaldesa haya tenido interés por conocer directamente la magnitud de la tragedia de esa típica zona de la ciudad que gobernó y que enlutó a un hogar y dejó sin vivienda a otras familias más.
Los propios vecinos afectados han sido los primeros en dar una gran muestra de su tolerancia y madurez cívica, pues dejaron en claro que no les importa el partido político al que pertenezcan las autoridades o personajes que les ofrezcan ayuda y les resuelvan sus problemas.
Así que suponer que pueden ser electoralmente manipulables representaría una ofensa al considerarlos ciudadanos sin criterio y sin principios, como si se tratara de discapacitados mentales.
Pero, además, si acaso ese hubiera sido el verdadero motivo por el que Elízabeth se presentó en el lugar de la tragedia, los demás contendientes dispondrán también de suficiente tiempo en sus campañas para convencer a los votantes de El Dique y del resto del distrito electoral de que ningún candidato del partido en el poder puede condicionarles su voto a cambio de la entrega de recursos y beneficios de programas oficiales.
Lo cierto es que los votantes del distrito de Xalapa Urbano son fáciles de manipular. Al menos así lo demuestra su reciente comportamiento electoral en los últimos comicios federales y locales. En 2012, por ejemplo, el ex alcalde, ex secretario de Gobierno y ex procurador de Justicia del estado, Reynaldo Escobar Pérez, quien contendió como candidato del PRI a diputado federal, fue relegado hasta el tercer lugar de la votación a pesar de los millonarios recursos propios y gubernamentales que le metió a su campaña. Y los últimos dos gobernadores, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, tampoco pudieron superar a sus adversarios en la capital veracruzana.
Ahora sí que como reza ese sabio dicho popular: “Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”.