Para quienes no sabían, Moisés Sánchez Cerezo llevaba muchos años informando lo que pasa en Medellín y, naturalmente, también empezó a reportear estas cosas: los asesinatos, los secuestros, las extorsiones, y comenzó a pasar información a periodistas del Puerto de Veracruz para que lo dieran a conocer.

–Para qué anda pateando el avispero… —sería la sentencia del alcalde de Medellín de Bravo, el panista Omar Cruz Reyes.

Y eso le costó la vida al valiente reportero Moisés Sánchez Cerezo.

Los periodistas asesinados en Veracruz durante el gobierno del priista Javier Duarte no son ni estadísticas ni expedientes archivados. Tienen nombres e historias. Que no se olviden:

1) Víctor Manuel Báez Chino.

2) Esteban Rodríguez.

3) Guillermo Luna.

4) Gabriel Huge.

5) Regina Martínez.

6) Yolanda Ordaz.

7) Misael López Solana.

8) Miguel Ángel López Velasco.

9) Noel López Olguín.

10) Gregorio Jiménez.

11) Moisés Sánchez Cerezo.

Hoy, la PGJ de Veracruz ha solicitado al Congreso local el desafuero del alcalde Cruz Reyes por ser presunto autor intelectual del crimen del reportero Sánchez Cerezo. Que se le retire la protección constitucional, se le compruebe, se le castigue y se le condene. Eso es lo que merece ese alcalde panista.

Por lo demás, allí queda el ejemplo de un hombre valiente: el REPORTERO (así, con mayúsculas) Moisés Sánchez Cerezo, que desafió y denunció los abusos del poder con la única herramienta que tenemos los periodistas: la pluma.

Que el ejemplo de Moisés sirva para todos los periodistas mexicanos: tenemos el privilegio de escribir bajo una misión irrenunciable: investigar, comprobar y denunciar los abusos, la corrupción, el engaño, la simulación. Pluma que renuncia a esta tarea, es pluma que se denigra, se corrompe y muere en vida.

Que el ejemplo de Moisés quede, para las nuevas generaciones de reporteros, como emblema de lo que debe ser el periodismo: del lado de los agraviados y denunciando a los malos gobernantes. Con las herramientas que se tengan a la mano. Con lo que se pueda y deba contar. Con la pluma incorruptible.