Carlos Alberto Zambrano Morales, bajista y percusionista, nació en San Luis Potosí el 10 marzo 1984. Desde muy joven se inició en la música en la Escuela de Iniciación Musical de su ciudad, después tomó clases particulares con el maestro Jorge Martínez Zapata, músico altamente reconocido en el país pero, como muchos, su verdadera escuela ha sido la calle.
Amor a primer oído
Siempre tuve presente la música por mis papás, a mi papá le gusta Kenny G, George Benson, los Bee Gees y un montón de cosas y a mi mamá le gusta la música clásica. Toda mi vida escuché música, cuando éramos niños mi mamá nos llevaba a los conciertos de la Banda del Estado y, alguna vez, de la Orquesta Sinfónica.
Estudié en dos primarias, en la primera estuve en el coro y en un ensamble de flautas; en la segunda no había nada de música entonces esos dos años no hice nada.
Cuando entré a la secundaria me entró la cosquillita, como a todo mundo, de tocar la guitarra pero había un grupo de flautas y entré.
La maestra nos enseñó a leer pero yo nunca puse atención porque siempre he sido distraído pero sacaba las piezas de oído y las tocaba de memoria. Se dio cuenta porque en un examen pasé, toqué todo pero me equivoqué en una parte y me dijo:
-Repite desde aquí
Yo me quedé mudo
-No estás leyendo, ¿verdad?
-No (risas)
Pero ella vio facilidad en mí para la música y quería que me metiera a una escuela pero estaba un poco cara y yo no tenía dinero para eso.
Un día le dije a mi mamá:
-Quiero estudiar música, me gustaría aprender a tocar la guitarra
Entonces descubrió la Escuela de Iniciación Musical Municipal, me inscribió y empecé a ir a tomar clases. Era una casa muy grande, de esas antiguas, que estaba en el centro. Al principio nada más tomé clases de rítmica, de métrica y un poco de solfeo porque nos daban una preparación para que aprendiéramos a leer, todavía no teníamos instrumento. Ahí me gustó mucho la lectura y era muy bueno, exenté ese examen. El maestro se llamaba Enrique, era maestro de percusión entonces era muy bueno para eso, nos hacía dictados rítmicos, estuvo muy padre.
Después me preguntaron:
-¿Qué instrumento vas a tomar?
-Guitarra
-Las clases de guitarra nada más son la mañana
Yo iba a la secundaria en las mañanas, entonces dije:
-También me gusta la batería
-Pues puedes escoger percusión
Y empecé a tomar clases de percusión. Las clases son gratis pero tienes que entrar a la orquesta y tocar gratis, está padre, es un buen intercambio y aparte el ambiente está bien padre porque son puros chavos.
Cuando entré a la orquesta y escuché el sonido del contrabajo fue como amor a primer oído, yo no lo conocía y de repente oigo la profundidad, el cuerpo. Me llamó la mucho la atención, dije yo tengo que tocar eso pero seguí con las percusiones como un año y un día hablé con el coordinador:
-También quiero tomar clases de contrabajo
-Sí, vente la otra semana
Y entré a estudiar contrabajo
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Para entonces ya había terminado la secundaria, estaba en la prepa y, según yo, quería estudiar Ingeniería en Sistemas. Lleva Taller de Computación, Taller de Programación y esas materias pero un día me sorprendí a mí mismo haciendo unos ejercicios de rítmica en la clases de computación y dije no, creo que esto no es para mí; no me imaginé sentado toda mi vida frente a una computadora programando y haciendo esas cosas, la neta no.
Pasó algo muy chistoso; en el primer semestre exenté todas las materias menos una, Actividades Co-curriculares, me inscribí en la rondalla pero nunca fui porque era en las tardes, cuando iba a la escuela de música. En el segundo semestre reprobé todas las materias menos esa porque ahora era de deporte y teníamos que ir los sábados y a mí se me facilita el deporte, desde niño he corrido y he hecho ejercicio.
Cuando reprobé todas las materias me pregunté ¿realmente quiero esto? Hablé con mis papás:
-Yo quiero ser músico, me voy a salir de la escuela
Erróneamente pensaba que para ser músico no necesitaba estudiar. Mi mamá lloraba:
-No, tienes que estudiar una carrera
-Por eso, la música es una carrera
Mi papá me dijo:
-La verdad es que no podemos pagar una escuela de música porque es caro
Y sí, en mi casa no había posibilidades para eso entonces empecé a trabajar en un montón de cosas, trabajé de tapicero, en un restaurante vegetariano y en varias cosas para poder pagar mis clases.
Arcotráfico
Entré la orquesta en mayo del 99, cuando tenía 15 años, y a los 16 dejé la percusión clásica y me dediqué nada más al contrabajo. Estaba en la escuela cuatro horas en la mañana y cuatro en la tarde. Cuando llegábamos íbamos corriendo a donde nos entregaban los arcos y nos peleábamos para agarrar el mejor.
En las mañanas estaba solo y me pasaba las cuatro horas con el contrabajo porque no tenía con quien distraerme. En las tardes, los lunes y los miércoles teníamos ensayo de cuatro a seis y luego continuábamos con la clase; los otros días era normal pero teníamos receso, platicábamos, nos distraíamos.
Estaba muy contento pero todavía no tenía claro lo que iba a hacer, creo que todavía (risas), o sea, sí tenía claro que quería ser músico pero no tenía claro qué es lo que quería hacer dentro de la música.
Mira qué cosa más linda…
A los 17 años empecé a tomar clases con un pianista que se llama Samuel Martínez Herrera, él fue mi primer maestro de intervalos, de armonía. Después de las primeras clases yo le decía:
-Vamos a tocar, ya me sé de la Chica de Ipanema
– No, todavía no sabes, aguántate.
Seguí estudiando como un año y un día llegó con un montón de papeles (partituras) de rolas bien difíciles. Estaba Spain y Armando’s Rumba, de Chick Corea, From Within, de Michel Camilo, piezas de Airto Moreira, Stella By Starlight y algunos otros standards; un montón de con rolas que tienen su onda. Me dio esos papeles y me dijo:
-Ten, tocamos en mayo
-¿Qué?
Creo que estábamos en abril, no me acuerdo, pero faltaba muy poco. Estuve estudiando un montón todas las mañanas y salió.
Samuel tenía un grupo que se llamaba Polirritmia, él era estaba en el piano, Manolo Cosío en la batería, Memo Barrón en las percusiones, Jorge Luis Martínez, su hermano, en la guitarra, y el Mane en el bajo. Esa vez el Mane tocó unas piezas y yo otras, unas con bajo eléctrico y otras con contrabajo.
Este concierto fue en el Segundo Festival de la Ciudad, de San Luis Potosí, un festival que fue muy bueno en sus inicios, llevaron al Cigala, la Orquesta Aragón, Willie Colón y muchas cosas bien padres, después fueron degradándolo y ahora creo ya ni se hace, no estoy seguro.
Empecé a tocar un Polirritmia y después me empezaron a salir un montón de tocadas. El restaurante vegetariano fue el último trabajo que hice fuera de la música porque dije jamás vuelvo a hacer algo que no sea música, yo voy vivir de esto y no voy a hacer otra cosa que no sea tocar, dar clases o lo que sea, pero dentro de la música; desde entonces no he parado.
Al maestro con cariño
Empecé a tocar con el grupo y me hice muy amigo de ellos, incluso iba a las fiestas que hacían en su casa y ahí conocí a su papá, el maestro Jorge Martínez Zapata que fue mi mentor, fue como mi padre musical.
El maestro fue un pionero del jazz en San Luis Potosí, fue el organizador del primer festival de jazz que se hizo en San Luis cuando yo todavía ni nacía, creo; llevó un montón de artistas y un montón de cosas. También publicaba cosas en el diario. Era un genio, creo que cuando tenía 20 años ya daba clases en Estados Unidos, le dio clases Justo Almario.
Yo no sé si haya datos de algo anterior, pero yo creo que fue el primero en trabajar música mexicana con el jazz. Tenía un grupo en Estados Unidos que se llamaba Música Integral, era un mariachi. Les decía:
-Tú vas a tocar en Do mayor y tú en Re mayor
Entonces ya tenía un acorde raro. Lo veían raro, pero lo hacían.
Mi relación con él fue, primero, de amistad; platicábamos y me apreciaba mucho. Un día llegué al ensayo temprano y Samuel me invitó a desayunar, él ya tenía rato diciéndome que debería tomar clases con su papá pero las clases con el maestro eran caras y yo no podía pagarlas. Ese día le dijo:
-Deberías darle clases
-Sí, claro
-Es más, hazle un examen de intervalos ahorita
El maestro empezó a preguntarme y, aunque eran cosas que sabía, todo lo contesté mal porque me puse nervioso.
-Vente tal día en la mañana
-Sí, me encantaría, pero la verdad es que no puedo pagarle
-¿Y quién te está cobrando?, tú vente y eso lo vemos luego
Fui y estuve como dos años tomando clases sin pagar un solo peso. Siempre llevaba la tarea y casi siempre estaba bien aunque a veces se me iban algunas cositas. Un día llegué sin tarea, se me quedó viendo y me dijo:
-Vuelves a venir sin tarea y dejo de darte clases
Y fue la única vez, dije no, no puedo quedarme sin mis clases con el maestro.
Después empecé a tocar con una orquesta de cámara de la Universidad de San Luis Potosí, era un trabajo estable y ya podía pagarle, un día llegué y le dije:
-Maestro, ya puedo pagarle, ¿cuánto le debo?
-Mira, contamos a partir de aquí y págame la mitad
Entonces tomaba dos clases por semana y le pagaba una. Como siempre llegaba temprano, a veces me decía:
-Ven, vamos a echarnos un taco
Desayunaba con él y después nos íbamos a la clase.
Tenía sus frases, decía:
-Tú no digas frío aunque te estés helando
Después tuve mucho trabajo y le dije que ya no podía ir a clases:
-No te preocupes, te deseo lo mejor en tu carrera
Después el maestro me invitó a tocar con él, fuimos al Festival Cervantino y al Festival del Desierto. Él conoció a César Portillo de la Luz, eran muy amigos y un día le compuso un tema que se llama Carta para un amigo. Nos invitó a grabarlo a un cantante que se llama Fernando Carrillo y a mí, él estuvo en el piano. Lo grabamos en una grabadora de carrete que tenía y se lo mandó.
Era maestro de composición. Estuve estudiando con él como siete u ocho años y fue bien bonito. Falleció hace poco pero yo estoy enormemente agradecido con él, no tengo palabras para describir eso, fue mi más grande maestro dentro de la música.
(CONTINUARÁ)
https://www.youtube.com/watch?v=oaT20X7AYQg
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