Digamos que va uno caminando por el centro de Xalapa con los ojos cerrados; digamos que llega a la calle de Lucio y entonces abre los ojos y se encuentra con que hay unas obras de remodelación que están cambiando el centro usual que conocíamos: han puesto -bajando, pegado a la banqueta del lado izquierdo- una especie de carril adicional para peatones, que ocupa una tercera parte, a lo ancho, el arroyo por el que pasaban antes los vehículos.

Me entero en veracruzanos.info (que tan bien conduce esa gran periodista que es Billie Parker) de lo que dice el regidor Heriberto Ponce Miguel, Presidente de la Comisión de Tránsito y Vialidad del Ayuntamiento xalapeño. Palabras más, palabras menos, explica que estos trabajos los hace una empresa consultora de Dinamarca que se llama Gehl Architecs y se financian a través de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo.

Don Heriberto nos entera también de que otras dos céntricas calles sufrirán modificaciones o mejoras -según se quiera ver-: Revolución y Enríquez, y asegura que con ello se busca que los xalapeños puedan circular tranquilamente y con seguridad por las calles del centro de su ciudad. Bueno, le aumento al funcionario municipal: los xalapeños que viven en Xalapa, los no xalapeños que viven en Xalapa, los turistas, los visitantes, los defeños y hasta los chilangos que se han radicado aquí y que se quieren hacer pasar por xalapeños.

La solución danesa se advierte como muy simple, hasta lo que va hecho, pues ha consistido en pintar de un color verdoso (así lo veo a través de mi daltonismo) la vía que duplica la banqueta oriental de Lucio, y ponerle algunas jardineras y unas bancas bastante sencillitas, hechas con cubos de cemento y tablones de madera.

Digo, está bien que pongan un lugar para el descanso y la recreación, aunque quienes se sienten ahí tendrán que respirar el humo que despiden los vehículos que constantemente y sin reposo circulan por esa calle. Y tendrán también que soportar los inclementes rayos del sol en los escasos días en que no hay nubes o la lluvia incesante durante la temporada de lluvias, que abarca casi todo el año (hay quien afirma que en Xalapa sólo hay dos estaciones: la de lluvias y la del tren, y esta última casi está desaparecida). Todo porque los dinamarqueses, que son inmejorables para hacer sabrosas galletas de mantequilla, se ve que no conocen bien a bien cómo va lo del clima en esta ciudad, y mucho menos creyeron cuando alguien les contó sobre las variaciones de nuestro tiempo atmosférico.

A mí se me ocurre que las remodelaciones deberían contar con la opinión de los que viven acá, porque son los que saben qué conviene hacer y cómo poner las cosas para que la vida sea más placentera y cómoda para todos.

No dudo de la capacidad creativa de los señores de Gehl Architecs, ni mucho menos de la buena intención de la comuna.

Pero no estaría de más que preguntaran…

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