Como si el día previo no hubiera ocurrido una actitud bochornosa, propia de un mafioso, ayer el secretario de Finanzas y Planeación, Mauricio Audirac Murillo, recibió a todos los líderes empresariales de la entidad para dialogar sobre las justas demandas del sector productivo veracruzano ante un gobierno estatal que se ha caracterizado por pedigüeño y mala paga.

Ya lo habían comentado los empresarios del norte del estado el mismo miércoles en que agentes de seguridad expulsaron con no muy buenos modos a los dirigentes empresariales de Veracruz que esperaban para reunirse con el sensible titular de la Sefiplan.

En otro rumbo de la ciudad, los representantes de los sectores industriales, comerciales, turísticos y del transporte de Poza Rica y el norte del estado prácticamente dijeron que habían tocado muchas veces la puerta del gobierno estatal sin recibir respuesta, por lo que ahora debían tirar la puerta para que se les escuchara al menos.

Veracruz, para Javier Duarte, comienza en Perote y termina en Córdoba; todo parece indicar que le quedó muy grande el territorio y se ha olvidado durante todo su gobierno de lo que ocurre en el norte de la entidad y de que hasta allá llegan sus obligaciones como gobernante.

Lo mismo hubiera ocurrido en el sur, de no ser porque Coatzacoalcos y la región se han convertido en la nueva Meca de la industria petroquímica. Pero basta ver el olvido en que se encuentran regiones intermedias como Los Tuxtlas, para establecer que los funcionarios estatales se mueven en avión o en helicóptero, por lo que nunca se enteran (ni sufren) las condiciones de marginación de regiones que turística y productivamente podrían ser potencias.

Si Xalapa hoy ve más obra pública no ha sido por la pujanza o capacidad negociadora de su mediático alcalde. Lo que sucede es que las camionadas de dinero que se destinaban al enclave electoral de Boca del Río han debido desviarse a otros municipios, particularmente el de la capital, para no hacerle el caldo gordo a Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del enemigo público número uno de la Fidelidad.

El norte olvidado

No de otra manera puede explicarse que, durante los últimos tres años, Poza Rica haya experimentado el descalabro económico más importante de su historia y esté a punto del colapso, sin que el gobierno del estado haya movido un dedo para acompañar a su población, obreros y dirigentes empresariales en la búsqueda de soluciones a su grave situación, que ha hecho caer el empleo formal con la cancelación de cerca de 4 mil plazas laborales en los últimos 20 meses, la disminución de un año para otro de la inversión de Pemex de 70 mil a 20 mil millones de pesos y que ni siquiera le haya otorgado anuncios en la autopista México-Tuxpan para derivar turismo a la ciudad.

Los hoteles y restaurantes están cerrando o limitando sus servicios, con el consecuente despido de mano de obra, mientras el secretario de Turismo Harry Grappa ni siquiera le contesta el teléfono a los empresarios del ramo; la delincuencia ha crecido, entre otras cosas, porque muchos de sus habitantes se han quedado sin un sitio dónde trabajar; todos los empresarios se endeudaron porque Pemex les dijo que el proyecto Aceite Terciario del Golfo, concebido para 30 años, requeriría de infraestructura de vivienda, hoteles, mejores vehículos de carga; que tenían que prepararse para la abundancia, pero a los tres años se canceló.

La única obra pública destacada en la antaño capital petrolera, el distribuidor vial, se llevó tres años en concluirse y, mientras tanto, decenas de negocios sucumbieron en medio del terregal y el trasiego intermitente de la compañía constructora.

El gobierno del estado ni siquiera ha cumplido con la normatividad, como la que establece porcentajes de inversión en la región de origen de los recursos del 2 por ciento a la nómina y del impuesto al hospedaje.

Todo ha sido como el azadón y de más de mil millones de pesos que han significado las aportaciones en ambos rubros, ni 100 millones ha invertido en una ciudad que se debate en la peor catástrofe social y económica, al grado de que sus habitantes consideran que ni los peores fenómenos meteorológicos que los han azotado les han causado tanto daño a su economía como la salida de Pemex, en una ciudad cuya economía está petrolizada.

Pero si eso sucede en Poza Rica, baste señalar que desde Martínez de la Torre la red carretera se encuentra permanentemente deteriorada, asolada por la delincuencia, digna de un estado subdesarrollado que se nota más, según nuestros paisanos, cuando se cruzan las mojoneras que nos separan de Tamaulipas; como si Veracruz fuera México y Tamaulipas fuera Estados Unidos.

Una vergüenza total.

Una gestión pública caprichosa

Pues, bien, como decía al principio, el exquisito titular de la Sefiplan, que el miércoles hizo correr con lujo de violencia y grosería a los representantes empresariales (imagínelo usted, lector, ante un alcalde, un dirigente social, una organización sindical), se dignó convocarlos para decir que se revisará la situación de cada acreedor particular porque para el gobernador Javier Duarte de Ochoa el compromiso es pagar. Como si en sus registros no tuvieran conocimiento exacto de lo que adeudan y lo que deben pagar.

¿Cómo creer los discursos de todos los funcionarios estatales cuando señalan que el de Veracruz es un gobierno racional, que se rige bajo los mayores estándares de calidad en materia de planeación estratégica y se mueve bajo los principios de transparencia y legalidad, cuando es capaz de endeudarse con proveedores, postergar hasta dos o tres años sus pagos (condenándolos a la quiebra), manejar los recursos públicos con base en lo urgente, escamotear apoyos a la mayoría de las regiones para destinarlos solo a las privilegiadas profundizando la brecha del desarrollo y actuar como si no ocurriera nada?

Y lo peor está por ocurrir.

Si el gobernador Javier Duarte pensaba que este año sería pródigo en recursos federales para la entidad, si por ello anunció como cortina de humo la abolición engañosa del impuesto a la tenencia vehicular, si consideró que no solo tendría su gobierno para emprender algunas obras sino incluso para invertir en los candidatos priistas a las diputaciones federales, ya puede ir disponiendo del préstamo por 5 mil millones de pesos autorizado por un congreso servil porque la situación económica mundial y sus repercusiones en el precio del petróleo y en la devaluación del peso, hacen augurar un año negro para nuestra economía.

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