No hablaré del primer informe del alcalde xalapeño, sino del terrorismo fiscal que el ayuntamiento ha emprendido contra los creadores, los artistas independientes y los foros que les dan cobijo.
Porque el discurso repetido en sendos boletines con los mismos vocablos tanto por el alcalde como por su directora de Cultura, Educación y Deporte, Noemí Santa Brito Gómez, solo fueron mentiras.
Decir que no hubo cambio en el código hacendario municipal no ha impedido que personal de Tesorería, acompañado de guaruras, sigan apareciéndose por los foros independientes atemorizando a los artistas con el cobro de impuestos, descuento de un porcentaje por los boletos vendidos y la orden de pedir autorización previa ante el ayuntamiento cuando quieran presentarse.
Mientras Américo se reúne con representantes de los artistas independientes y les propone negociar para que las acciones impositivas no afecten más a estos colectivos, sus inspectores siguen recorriendo los lugares en que se presentan para llevarse una tajada, sin que haya claridad sobre la forma en que la autoridad local de una ciudad cuyo mayor sello distintivo es el conocimiento, la cultura y las artes, apoyará con políticas públicas claras a un sector que está llamado a definir la marca Xalapa en los ámbitos nacional e internacional.
Sobre las implicaciones de estas acciones, apoyadas por una funcionaria como Noemí Santa Brito Gómez cuya mayor formación en el tema la dibuja su recomendación a los promotores culturales de que lean los libros de Paulo Coelho para que eleven su autoestima, tuve oportunidad de charlar con el exdirector del Instituto Veracruzano de Cultura, Alejandro Mariano Pérez, quien dirige el Centro Cultural Realia.
Según su percepción, el ayuntamiento xalapeño no puede seguir gestionando la ciudad como sus antecesores; es importante que entienda que la ciudad no depende ni del sector primario (producción agropecuaria) ni del secundario (producción industrial), sino de su fuerte vocación hacia los servicios culturales, artísticos y educativos, por lo que debería tener la creatividad suficiente para diseñar políticas culturales que atiendan a una de las cinco ciudades con mayor cantidad de población creativa e intelectual en el país.
“Es intolerable que la ciudad de Xalapa no tenga políticas culturales locales, un sitio que ha vivido la cultura y las artes por lo menos desde el gobernador Teodoro A. Dehesa, a finales del siglo XIX”.
Contra los argumentos de que el código fiscal no ha cambiado, quien fuera director de El Ágora señala que, existiese o no, es improcedente porque no atiende a los públicos culturales, a los creadores, a los grupos y colectivos, a las microempresas o, incluso, industrias culturales, por lo que recomendó al alcalde y a los integrantes del ayuntamiento leer un manual elaborado para todos los ayuntamientos del mundo, la Agenda XXI de la Cultura, redactado por promotores culturales en 2004 en Barcelona, que fue aprobado por la UNESCO para que sirviera para definir las políticas culturales en todos los gobiernos locales.
“Xalapa vive de sus grupos artísticos independientes, pero no se están atendiendo. Todo lo contrario, se les cobra un permiso por organizar eventos y un impuesto por cada boleto vendido. En contrapartida, las microempresas culturales donde se presentan no reciben ni un solo apoyo, ni siquiera con vigilancia exterior”.
Para este historiador egresado de la UV, con estudios en el Museo Centro Nacional de Arte Reina Sofia (Madrid), el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y el Museo de Arte Moderno de México; con maestría en Gestión Cultural: Turismo, Patrimonio y Naturaleza, por el Instituto Universitario y de Investigaciones José Ortega y Gasset (Madrid, España) y candidato a doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco (España), el ayuntamiento xalapeño no está a la altura de los problemas, las demandas y las necesidades de la población cultural, artística e intelectual de la ciudad.
Tampoco, dice, hay una regulación para preservar la imagen histórica y arquitectónica de la ciudad, donde los únicos tres vestigios del siglo XVIII (la casona que alberga el centro cultural Realia en Xalapeños Ilustres, la que funcionaba como La Sopa en el callejón del Diamante y la de la Posada Mariquinta en la calle de Alfaro) nunca han recibido una atención especial para su preservación por parte del ayuntamiento.
“Lo primero que debe hacer el ayuntamiento de Xalapa es respetar la Ley de Promoción Cultural del Estado de Veracruz que, por desgracia, carece de su reglamento, pero entre cuyos puntos está que sea exigible a todos los ayuntamientos un presupuesto mínimo anual para apoyo a la cultura y las artes y que se constituyan patronatos para el desarrollo de la cultura y la preservación de los patrimonios tangibles e intangibles”.
Marca Xalapa como destino cultural
Alejandro Mariano consideró que es necesario evolucionar para dejar atrás ese concepto de principios del siglo XX de constituir las coordinaciones o direcciones municipales que engloban educación, deporte, cultura y recreación, un coctel que no se merece una ciudad como Xalapa, donde debería constituirse al menos una dirección de desarrollo cultural o, en lo ideal, un instituto municipal de cultura, con un presupuesto claro, diversos fondos para creadores, medianas y pequeñas empresas culturales y para incentivar la marca Xalapa como destino cultural.
Sobre esto último, consideró que la ciudad debiera ser conocida en el país como un destino al que el turismo puede llegar atraído por la rica y diversa oferta cultural, un tema en que la competencia nacional e internacional no se da entre estados o países sino entre ciudades, lo que desconoce obviamente el alcalde Américo Zúñiga Martínez.
Xalapa tiene que competir con otras ciudades. “No podemos competir en patrimonio arquitectónico con Zacatecas y Guanajuato, pero sí podemos competir en una gran tradición de formación de artistas, de creación literaria, de creación plástica, con una de las mejores escuelas de música y una de las dos o tres mejores escuelas de jazz”.
Y en ello, señala, no se han puesto las pilas ni el gobierno estatal ni el local para generar Xalapa como una marca de destino de artistas y estudiantes, tanto del país como del continente, pero también como una ciudad que se puede distribuir hacia el mundo.
Considera que nadie está atendiendo la gran cantidad de talentos que se forman en Xalapa y que se distribuyen por todo el país. Pese a que están registrados 855 festivales en el Sistema de Información Cultural de Conaculta, no hay quien esté distribuyendo a los artistas locales para que tengan más oportunidades de trabajo. Y agrega que el censo elaborado por el Consejo Estatal de Cultura Popular, cuando lo dirigió Ida Rodríguez Prampolini, arroja 567 fiestas patronales y poco más de 44 carnavales al año en el estado.
Añade que Veracruz y los ayuntamientos deben contar con expertos en políticas culturales. “Xalapa se está gestionando como se gestionaba hace 50 años. Hace falta actualizar las estrategias de gestión de la ciudad a nivel global para que pueda dar el salto a una ciudad del conocimiento”.
Por desgracia, en términos culturales, Xalapa es de autoconsumo. “Si los festivales culturales tuvieran un buen margen de difusión a nivel nacional atraerían a turismo de otros estados, pero se han vuelto de autoconsumo, y eso también deteriora mucho la economía. Es cierto que muchos festivales son importantes para formar públicos locales, pero el siguiente paso es que atraigan públicos de otros estados y en eso tampoco se está aplicando ninguna estrategia”.
Por supuesto, todo esto que señaló Alejandro Mariano Pérez será para el alcalde Américo Zúñiga y su inculta colaboradora como leer un manual de física cuántica en chino. ¡Vaya desgracia para Xalapa!
Un descanso necesario
Para dejarlos descansar (y descansar desde la pluma), este escribidor regresará a la brega hasta el lunes 5 de enero. Veracruz no cambiará mientras tanto. Seguirán las mismas acciones autoritarias, algunos cambios en el gabinete que ni beneficiarán ni afectarán más a los veracruzanos, se hablará de un 2015 inmejorable pese a que la crisis financiera encontrará nuevas simas, muchos trabajadores del sector público tendrán problemas económicos, los pensionados continuarán con sus premuras y desencantos. Pese a ello, mis mejores deseos son que el descanso decembrino sirva para regresar a la vida productiva con más bríos y renovadas esperanzas. Feliz Navidad y un 2015 menos violento y azaroso.
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