Son de Madera es uno de los grupos emblemáticos del nuevo son jarocho. Fundado en 1992 por Ramón Gutiérrez y Laura Rebolloso, ha sufrido diversas transformaciones y hoy está integrado por Ramón Gutiérrez en la guitarra de son, la guitarra de alambre y la mandolina, Tereso Vega en la jarana tercera y el pandero jarocho, Aleph Castañeda en el contrabajo, Natalia Arroyo en el violín, y todos en el canto.
Con esta formación han producido el disco Caribe Mar Sincopado, que presentarán el martes 25 noviembre, a las 8:30 de la noche, en la Sala Chica del Teatro del Estado. La entrada costará $100.00 y los boletos ya están a la venta en el Café Teatro Tierra Luna.
Como a todos los soneros, a Ramón Gutiérrez hay que presentarlo con una décima.
Que si es son, que si no es son
es cosa que poco importa,
Ramón Gutiérrez reporta
que sigue la tradición
mas también la evolución
pues no es ente del pasado,
es presente y ha viajado
por la música del mundo
para llegar al profundo
Caribe Mar Sincopado
No son de aquí, ni son de allá
He hecho un recorrido desde que aprendí la música tradicional, cuando estaba muy chico, y me he ido empapando del origen de la propia música. Yo recuerdo que cuando era niño me imaginaba que la música había nacido en mi pueblo, Tres Zapotes, y después empecé a encontrar relación con el son huasteco, con la música michoacana, y después encontré la relación con la música de Latinoamérica, la de Cuba, la de Nueva Orleans y cuando tuve la oportunidad de ir a África me di cuenta de que ahí también está el origen este género, entonces me volví una especie de melómano, de investigador y empecé a atar cabos en torno a la música que toco. Caribe Mar Sicopado, el nuevo disco, es precisamente eso, la experiencia que tenido viajando a muchos festivales como el Smithsonian Folklife Festival, que el año 2009 estuvo dedicado a Latinoamérica y al que Daniel Sheehy invitó a grupos que tienen no solamente la tradición, sino también la recreación de su música.
Cuando vi la puya, el tamunangue, el joropo tuyero o el punto guajiro me di cuenta que tenemos un tronco común y que ese tronco común se remite gran parte a Europa, se remite a los árabes, se remite a África. Cuando vi bailar el joropo tuyero como si fuera un baile de salón me di cuenta de que hay un Caribe ternario que todavía está vigente en México y en toda Latinoamérica; es una música que tiene una estructura armónica y rítmica que compartimos, igual que el verso. Muchos sones como La Iguana, por ejemplo, tienen un pregón, un llamado y tienen un tumbao o un tangueo, como le decimos nosotros, que me dio mucho gusto poder compartir.
Un músico de Venezuela me dijo que nuestra música es muy parecida a la suya, es cierto porque tenemos un tronco ancestral común; a ellos les gustaba cuando tocábamos y zapateábamos y, por supuesto, nosotros también disfrutábamos mucho cuando los veíamos.
La música ha evolucionado, en algunos casos de forma excepcional porque se ha hecho desarrollando su propia creatividad, se ha hecho con amor y con honestidad que es la parte fundamental de la música; en otros casos, desafortunadamente, ha tomado el camino equivocado.
En estos encuentros descubrí que tenemos un tesoro que es nuestro género y, para recrearlo, empecé a trabajar sobre esas estructuras que están vigentes y dan para mucho. Por otro lado, la síncopa es parte fundamental de la música tradicional del mundo, o sea, la música que se ejecuta sobre 3 o 4 acordes debe tener una síncopa para que tenga duende, para que tenga una forma que te mantenga contento, alegre, nostálgico y, también, dentro del baile porque cuando uno escucha música puede estar escuchando y sintiendo el baile.
¿Ya ven cómo son?/ ya ven, como son
Yo puedo escuchar música de los años 20 o puedo escuchar a Dámaso Pérez Prado, a Ravi Shankar o música brasileña y me remiten a una tradición y a la propia historia de la música del mundo, pero ahora la música está en crisis igual que la ética, que es la parte fundamental de la sociedad y del hombre, está en crisis, lo vemos ahora en nuestro país, por eso necesitamos retomar esas formas que dieron origen al encuentro de los hombres, a la pasión, al amor, al baile e, incluso, a la sexualidad.
Actualmente hay un muy mal momento para la música comercial, yo creo que incluso en los años 80 se hacía mejor música comercial que ahora que hay una prostitución porque se le agregan a la música los sonidos que la gente quiere escuchar, por ejemplo el reggaeton que lo meten en todo y me parece muy desafortunado, nosotros no le apostamos a eso, pero aceptamos que existe porque hay un público que la consume.
El comercio se ha apropiado de forma avasalladora de los espacios y nos han sacado de los medios de difusión, eso es preocupante porque uno quiere que su música llegue a más gente para que pueda tener esa opción y pueda valorar lo que significa no hacer una música solamente sacada de la manga, sino una música que tiene tradición, que es parte de la historia del pueblo, que nos conecta con la parte espiritual del ser humano.
A lo que ahora está de moda yo le lamo folki-tropi-pop; Juanes, por ejemplo, lo que hace es es ponerle el pop a la música folclórica para hacerla más accesible y la gente cree que realmente hay una fusión. Lo mismo hacen Lila Downs y Natalia Lafourcade con la música tradicional mexicana; acercarla más al pop.
Es muy distinto de cuando los brasileños descubrieron una música tradicional parecida al bolero que se llama choro, lo retomaron e hicieron cosas musicales impresionantes.
Ese contrabajo se queda/ Aleph Castañeda
Aleph ya tiene un rato con nosotros, ha estado por varias etapas. Le gusta el jazz, le gusta la música de donde nació, que es el puerto de Veracruz, la música cubana que se quedó ahí; el danzón, el son cubano que tocaba Moscovita y toda esta generación que desafortunadamente ha ido desapareciendo. Al son le hacían falta algunos espacios y los hemos encontrado con el bajo, es algo que de alguna manera yo inventé, aunque antes de nosotros Siquisirí había tenido un contrabajo pero yo, precisamente por la influencia del jazz, quería un bajo profundo y lo encontré con muchos bajistas pero principalmente ahora con Aleph que puede hacer los espacios para que la música encuentre esa capacidad de flotar.
En ese violín me apoyo/ Natalia Arroyo
Ella estudió con la escuela rusa de violín, su maestra era rusa, también estudió tango pero siempre le gustó la música mexicana y estudió a Juan Reynoso. Cuando era niña fue a vernos a Tlacotalpan y soñaba que algún día podría tocar con nosotros. Es una violinista extraordinaria, lo que queremos todos es que en nuestra agrupación no haya desafines y ella es perfecta en su afinación y además, porque es mexicana (es de Ensenada) y es apasionada del tango y del son jarocho, tiene todo este swing que uno necesita porque no solamente necesita afinación y que sea perfecto, necesita también que la gente entienda de lo que está uno hablando. Hay gente que se mete un poquito con ella y dice que ese ya no es el violín tradicional, que suena demasiado afinado, pero eso no tiene importancia, cuando la música suena bien, suena bien. También hay la parte positiva de gente que viene y me dice oye, ¿de dónde sacaste esa violinista?, qué increíble toca.
Alguna vez, cuando tocamos El Gavilancito, un músico sinfónico me dijo que jamás había escuchado en ninguna orquesta sinfónica tocar con esa cadencia y yo le dije que es porque somos soneros. Yo he escuchado el Huapango de Moncayo y el Danzón de Márquez tocados magistralmente por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar dirigida por Gustavo Dudamel y digo qué maravilla. Entonces sí es posible que la música con origen en la tradición suene impresionantemente bien y eso fue lo que pasó con Natalia, que se fue integrando con nosotros. A mí no me gusta el virtuosismo a lo tonto, a mí me gusta que el discurso de nuestra música, como te mencionado en toda la entrevista, sea la honestidad y si se necesita virtuosismo, si se necesita rapidez, si se necesita llegar ahí, pues llegamos, pero no es necesario. Lo que ella hace con el violín son esas notas largas con el arco a las que los instrumentos de cuerda punteados no pueden llegar, esas notas profundas que tienen mucho de nuestra música indígena, como el son huasteco.
La jarana y la voz de Tereso/ ya con eso
Cuando éramos chavos nos sorprendíamos mucho porque Tereso ya era, desde siempre, un gran cantador y cuando uno está aprendiendo, a veces se desmoraliza al ver que hay gente que ya tiene todo en tan poquito tiempo, no tiene que batallarle mucho para llegar ahí. Yo recuerdo que todos los de mi generación lo admirábamos mucho porque siempre cantó, desde chavo, es El Camarón del son jarocho y es un gran jaranero sin saber absolutamente nada de música, jamás ha sabido lo que es un Do, lo que es un Sol, lo maneja todo de oído. Nosotros somos un grupo muy estricto, tocamos en muchas afinaciones y eso le ha costado mucho trabajo pero es muy musical y lo ha sacado. Yo digo que José Tereso Vega es uno de los mejores jaraneros y cantadores de la historia del son jarocho, para acabar pronto, entonces ha sido un privilegio haber tocado juntos durante tantos años.
El repertorio/ mi pasión, mi ofertorio
Mucha de la música es mía, hay -por ejemplo- una recreación de El Jarabe Gatuno que es un son que encontró Antonio García de León en un archivo de Tlalixcoyan y que sabíamos que había existido como El Churrimpaplin, El Durazno y muchos otros que existieron y que poco a poco se fueron perdiendo y solamente quedaron los nombres y los versos, de este solamente quedó el nombre y yo lo recree pensando cómo habrá sido. Hay otros sones totalmente compuestos por mí, hay mucha recreación de todo el grupo encontrando esos espacios entre el contrabajo y el violín.
En este disco le dedicó un son a mi tío Benjamín, que se llama Benjamín el de los llanos. Él vivió toda la vida en la llanura y jamás tocó por algo económico, toda su vida la dedicó a la familia, al campo, al ganado, a los caballos pero también al son y tenía un conocimiento muy sui generis, único. Es de las personas que, en el radio, escuchaban el danzón y ese tipo de música pero no estaban influenciados, no eran como nosotros que estamos contaminados por lo que escuchamos. Era muy bonito escuchar, por ejemplo, una improvisación que nosotros llamamos tangueo, que se parece un poco a ese juego de primas y bordones que hacen los árabes con las cuerdas y que seguramente se quedó ahí. Escuchaba a mi tío en las madrugadas y era tan profundo, tan galáctico; tenía unos espacios de melodías y de síncopas interminables. Cuando lo recuerdo me imagino la belleza poder vivir sin este estrés de la ciudad, sin pensar que tienes que presentar un disco, que tienes que llenar un teatro, que tienes que sobrevivir al próximo día y que la música para ti es otro lenguaje, otra manera de vivir.
No hay nada nuevo bajo el son/ esa es mi visión
Todo se ha hecho, realmente no podemos decir que con este disco estamos evolucionando ni que estamos encontrando el hilo negro, pero lo que sí podemos decir es que cuando tenemos una raíz es sumamente importante, es como tener un manantial; cuando uno tiene un manantial hay que preservar esa fuente, hay que cuidarla y hay que darse cuenta de que es única, de que no hay otra parecida.
Estoy muy contento de presentar este disco que es nostálgico, es alegre pero también tiene una profunda recreación del virtuosismo y la elegancia. Algunas personas me dicen que esto ya no es son y, bueno, no es el son jarocho que estamos acostumbrados a escuchar, pero la estructura y la matriz son puro son jarocho. Es un trabajo de mucha honestidad, de muchos años y es mi visión acerca de lo que es la música.