DÉCIMA OBLIGADA

Laura halló su vocación
y se fue a buscar la luz
hasta el sur de Veracruz.
Ahí descubrió que el son
habría de ser su misión
y en giras agotadoras
conoció a las bailadoras
y se volvió decimera.
Viajó con Son de Madera
y hoy compone a las auroras.

DESGLOSE

Laura halló su vocación

Centro Cultural Ollin Yoliztli
Centro Cultural Ollin Yoliztli

Cuando fuimos adolescentes ya sacábamos nuestra lana; yo tenía 14 años y era la más abusada para los business, me metía a las instituciones y pedía trabajo, llevaba el currículum del grupo y un disco todo mal hecho que grabamos y, sí, me daban tocadas en varios lugares. La SEP nos dio una serie de conciertos didácticos, hicimos un circuito y fuimos a un chorro de escuelas.
ENM LogoLuego entré al Centro Cultural Ollin Yoliztli, ahí estudié guitarra con un maestro que no me acuerdo cómo se llama pero le decían el zorro plateado, él me daba chance de tocar lo que yo quisiera. No he tenido maestros que me limiten y eso me ha permitido ser muy libre con la música, porque yo he oído historias de maestros que traumaron a sus alumnos que, además, hoy día son muy buenos músicos.
A los 16 años entré a la Escuela Nacional de Música de la UNAM, a la carrera de Etnomusicología. Ahí también me daba clases Gonzalo Camacho y tuve otro maestro que también conocía desde la escuela infantil pero no me había dado clases, ese sí me jaló las orejas y me hizo mucho bien que lo hiciera, es Guillermo Contreras, soy su fan, es un hombre barroco y es un patrimonio cultural de México con dos piernas.

y se fue a buscar la luz

instrumentosGuillermo Contreras es arquitecto pero parece que nada más hizo unas casas y luego se dedicó a la música, se especializo en la música mexicana y es ejecutante de todos los instrumentos tradicionales de México, toca el violín, el arpa, la jarana y varias cuerdas, y tiene más de 4000 instrumentos coleccionados.
Guillermo vivía en Coyoacán, en la calle Espíritu Santo. Había un grupito como de cinco chavos que, además de ser sus alumnos en la UNAM, íbamos a tomar clases a su casa porque estábamos en la búsqueda de ver qué onda y él era nuestro gurú. Él hablaba, hablaba, hablaba y tocábamos, tocábamos, tocábamos y aprendíamos, aprendíamos, aprendíamos porque el tipo es muy bueno. Tenía su casa tapizada de instrumentos, si querías ir al baño tenías que mover el arpa, y cosas así. Los tenía ordenados por secciones: teponaztles, huéhuetls, cardenales, raveles, una sección de guitarras coloradas, guitarras séptimas, metales antiguos de las bandas de Oaxaca, jaranas tuxtecas, popolucas, de todo.prehispanicos 1
La última vez que lo vi me enseñó una leona que acababa de comprar que yo quisiera tener.
Ya se le volvió una adicción, los mejores instrumentos tienen que caer sus manos, va a la Lagunilla y los anticuarios le tienen guardado un instrumento de hace 100 años porque ya lo conocen. La última vez que hablé con él tenía 4000 instrumentos, yo creo que ahora tiene más. Se tuvo que salir de esa casa porque ya no cabía, entonces se rentó un departamento junto a la Escuela Nacional de Música y también lo fue llenando de instrumentos. Hace como dos años lo visité y creo que ya nada más tenía libre el Instrumentos jarochosespacio para dormir.
Una vez Guillermo dijo que íbamos a hacer cuerdas de tripa de gato. Me desaparecí como un mes porque dije ay, nanita, no voy a matar a un gato, pero los otros chavos sí hicieron las cuerdas y cuando regresé al taller me dieron una leona encordada con esas cuerdas, pero además no era cualquier leona, era una leona de Guillermo y él no compraba cualquier instrumento, es un experto y sus instrumentos tienen una sonoridad increíbles. Era una leona súper buena con las cuerdas de tripa y todavía recuerdo esos timbres. No maté al gato pero con la leona lo hice sonar.

hasta el sur de Veracruz.

Julián Cruz
Julián Cruz

Desde que estaba en la prepa venía a los encuentros de jaraneros de Tlacotalpan, me gustaban mucho los fandangos de antes, los sonidos locales, los distintos estilos regionales. Otro de mis maestros importantes fue

El Negro Ojeda
El Negro Ojeda

don Julián Cruz, un jaranero de Alvarado también muy barroco que tenía una jarana tercera muy sonora y le sacaba un jugo impresionante, era muy polirrítmico, tenía unas manos muy grandes y las uñas muy largas. Tocaba el son que se llama Los Pollos de una manera muy contundente y muy polifónica, tocaba graves, medios, agudos y tenía un fraseo para cantar muy melódico y un vibrato muy bonito. Cantaba El pájaro carpintero muy sincopado y con las melodías muy dibujadas. Es algo que siempre he tenido como referencia, el son jarocho no es estar cantando todo igual, igual, igual. Fui a tomar talleres con Don Julián a varias partes. Cuando necesitaba una operación hicimos muchas tocadas para financiar su cirugía; en uno de esos conciertos conocí al Negro Ojeda que también es un maestro del fraseo, del filling, del groove.

Ahí descubrió que el son/ habría de ser su misión

Enrique Salmerón
Enrique Salmerón

Un día Guillermo me dijo:
-¿Quieres aprender bien el son?, pues vete a Veracruz
Me jaló un poco las orejas, me ubicó y dije sí, realmente me gusta la jarana, me gusta el son jarocho, entonces me vine a Xalapa porque investigué que la Universidad Veracruzana tiene carrera de música. Hice el examen para entrar a la Facultad de Música, aprobé y estuve unos años en guitarra con un maestro también muy bueno, Enrique Salmerón, que me regresó hasta el principio para que tuviera técnica, con él aprendí a ligar notas y a tocar cosas sencillas pero con más conducción y con más limpieza.
En ese tiempo hicimos, con Ramón Gutiérrez, el grupo Son de Madera, ahí toqué como 15 años. Grabamos el primer disco, empezamos a tener mucho trabajo y ya no pude seguir en la facultad.

y en giras agotadoras/ conoció a las bailadoras

mujeres-bailadoras-enDesde los 19 años comencé a dar talleres en escuelas, en comunidades cerca de aquí de Xalapa y también íbamos a giras a comunidades del sur de Veracruz para fomentar los fandangos, no íbamos a dar un taller para que tocaran a nuestra manera, no, se trataba de ir y tocar y que la gente de la comunidad se acercara. Fui a muchas rancherías y a muchos pueblos, en ese tiempo no era como ahora que hay un movimiento de son Fandangojarocho. En esa época estaban más diferenciados los estilos locales, recuerdo una vez, por ejemplo, que fuimos a Chacaltianguis y llegó un grupo de señoras bailadoras con un swing en los pies único, con un sabor local y muy musical, a veces creo que ahora se ha perdido la musicalidad de los pies. En ese tiempo ya me llamaba mucho la atención el tema de la síncopa, la polirritmia y los sones que bailan las mujeres, y yo veía que en cada lugar tenían acentos distintos y tenían unos golpes fuertes en las síncopas, entonces ahí estaba África, ¿no?. Todo ese mosaico de bailadores de distintos fandangos me ha servido para tocar la leona, que es el instrumento al que ahora me dedico.

y se hizo decimera.

Guillermo Cházaro
Guillermo Cházaro

Otro de los trabajos que recuerdo con mucho cariño fue el Festival Afrocaribeño de 1994 al que fuimos como grupo acompañante de los decimistas jarochos, acompañábamos a Tío Costilla, a don Guillermo Cházaro Lagos, a Mariano Martínez Franco y a don Ángel Martínez. Viajábamos en una camioneta del IVEC y ellos iban hablando en puras décimas todo el camino. Nos quedábamos en el Hotel Haward Johnson y Memo Salamanca tocaba en el lobby. Era un Festival Afrocaribeño y de la Décima Iberoamericana, había decimeros de Cuba, Colombia, Venezuela, Argentina y las islas Canarias; a la hora del desayuno hablaban en puro octosílabo, no se dan cuenta pero hablan así y todo el tiempo riman: para pedir el café, el azúcar, todo. Ahí vi una controversia por una decimista muy guapa, negra, colombiana o venezolana a la que le tiraban el can uno de Tres Zapotes que se llama Hermilo y un cubano; el cubano era muy avanzado pero Milo le dio batalla y

Nicolás Guillén
Nicolás Guillén

estuvieron ahí como dos horas hablando en décima y al final ella les contestó que con ninguno de los dos cabrones se quedaba. Ahí tuve mi contacto más cercano con la décima; de niña había oído a Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú y me había gustado mucho ver una topada contra otro Grupo de Río Verde que me impresionó por que empezó a las ocho de la noche y acabó a las ocho de la mañana, pero estaba yo muy chavita, tenía como 12 o 13 años y no sabía el peso que tenía. En ese Festival Afrocaribeño la décima me encantó, me encantó cómo podía estar todo junto: la música, la poesía, la improvisación y la necesidad de expresarse, y ver cómo usan las palabras como recurso sonoro.

De niña tenía todos los libros de Nicolás Guillén y a una amiga, Paula López, también le gustaba mucho y leíamos el Son Entero y todo lo de él. Cuando terminamos la secundaria nos fuimos juntas a Cuba, imagínate, dos niñitas solas, qué irresponsables. Cuba también me encantó, oí mucha música.
Otra cosa que también me marcó desde muy chavita fueron los conciertos de Silvio Rodríguez, de Alfredo Zitarroza, todos ellos, fui a muchos.
Mis papás tenían muy buenos discos, me acuerdo uno de Silvio con Afro Cuban All Stars, se grabó en un conciertazo en el Auditorio Nacional.

Viajó con Son de Madera

Son de Madera
Son de Madera

Con Son de Madera fuimos a muchos lugares de México y de Estados Unidos. Hubo muchas cosas, aventuras de todo, me acuerdo una vez que, en San Francisco, le abrimos un concierto de 5 mayo a Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú, fue impresionante porque había como 700 personas en un salón, íbamos Patricio Hidalgo, Ramón Gutiérrez y yo, formamos un trío para abrir el concierto. Antes de salir Guillermo estaba en su camerino, concentrado; cuando salió se aventó todo un rollo para los migrantes porque ahí había puros mojados, era un salón muy viejo en el que cobraban cinco dólares por la entrada, todo mundo estaba tomando y a la hora que cantó dijo:
-¡A morirse…a mi tierra, cabrones!
Vi un señor llorando a todo lo que daba, con su chela, su cinturón de pita, sus botas vaqueras de pico y su sombrero. En ese tiempo ya empezaba a cocinarse la Ley Anti-Inmigrante.

Guillermo Velázquez
Guillermo Velázquez

Otra vez hicimos una gira con la Tequila Cuervo, andábamos tocando en supermercados para que la gente comprara tequila (risas).
Otra vez hicimos unos discos con unos irlandeses y luego Son de Madera se fue de gira. Los irlandeses dijeron que querían que grabara con ellos yo sola, imagínate, puros irlandeses bien guapos. Me dieron el himno a San Patricio para que le pusiera una letra e hiciera la voz en español.

Laura Rebolloso
Laura Rebolloso

Hice una letra no muy buena, pero la hice y la canté, eso sí, con feeling.
Querían una voz que sonara tradicional pero afinada, no es que yo sea muy afinada pero lo hice.
Me dijeron:
-Estas son las ideas que tienes que decir, pero con esta música.
Me tuvieron grabe y grabe y grabe, hicimos como 200 tomas. Yo cantaba y me contestaba un coro de soldados, eran puros hombres. Los irlandeses son muy musicales; cantaban a cinco o seis voces, sonaba precioso. También habían invitado a un trío huasteco.
Yo nunca oí ese disco, no sé a que sonaría, pero creo que bien.
Para mí todo es valiosísimo, no puedo definir con palabras la estética del son huasteco, Román Güemes lo diría muy bien, pero para mí esa forma de componer en cinco versos es muy bella porque son redondos y te dejan con una idea en el aire.

y hoy compone a las auroras

Leona florLuego tuve tres hijos; la maternidad y la lactancia me absorbieron y dejé de ir a las giras. Luego Son de Madera empezó a tener más trabajo fuera de México y yo me fui desconectando del grupo, pero seguí dando talleres en mi casa y en la escuela Xallitic, seguí tocando e hice mi propio mundo sonoro. A mí me gustan mucho las percusiones pero nunca fui buena percusionista, fui a muchos cursos pero yo nací para tocar cuerdas y las percusiones me sonaban como a gringo que quiere bailar salsa y no tiene ritmo, así me sentía (risas).Zapateado-
Entonces agarré la leona que es un instrumento que tiene muchas funciones; puede ser percutiva, puede funcionar como bajo, a mí también me gusta mucho el bajo pero no podría ser contrabajista, y tiene también la función de requinto que yo había tocado de niña. Yo la toco mucho basada en los zapateados de esas señoras que vi en muchos lados, en esa forma de acentuar en el tres y esas variables, y en esos mantras rítmicos que nacen también de una polirritmia; no puedes decir que es un compás binario o es un compás ternario o es un compás cuaternario; son todos a la vez, al final he llegado a esa conclusión. Puedo marcar todos los compases; el de dos, el de tres y el de cuatro en varios sones y más en mis composiciones.

(CONTINUARÁ)

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