No hay un Veracruz. Hay al menos dos que están jugándose las contras cotidianamente. Conocemos un Veracruz seguro y otro que vive el flagelo de la delincuencia; se divulgan perspectivas envidiables de un crecimiento económico desbordado, basado fundamentalmente en la reforma energética, frente a la percepción de una economía colapsada, con desempleo, cierre de empresas y carencia casi absoluta de inversión pública.

En materia de seguridad, la versión de las autoridades de que prácticamente están controladas las corporaciones delictivas choca con lo que sucede en las calles, que se van llenando crecientemente del estupor, el miedo y la ira de cientos de pobladores que salen a exigir una reacción pública porque ven en grave riesgo su vida y su patrimonio

La seguridad y el bienestar social que se filtra en los discursos, desde los del gobernador Javier Duarte de Ochoa hasta los del más ignorante de los diputados locales, pasando incluso por los senadores priistas y los diputados federales del PRI y el PVEM, no se refleja en la vida de los veracruzanos, que ven a sus familias asediadas y golpeadas por la delincuencia, que lamentan secuestros que terminan en la pérdida de sus seres queridos o de su patrimonio, mientras deben cerrar sus negocios porque son constantes las visitas de los ladrones.

Para colmo, las únicas obras que se realizan, esas que tienen el propósito de atender el inoportuno compromiso de organizar los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, mayormente con recursos del gobierno federal, han pasado por gestiones torpes y desaseadas.

Y no hay una actitud gubernamental que busque conciliar estas dos visiones.

El cambio en la política de comunicación social ha caído en el sopor, se nota la falta de rumbo, el privilegio de los medios electrónicos, particularmente la televisión, y la presencia en páginas de diarios en los que ya no creen lectores que han dejado de serlo, mientras buena parte de la población empieza a alimentarse informativamente de los portales en internet y las redes sociales, con los riesgos que estas últimas representan por la falta de seriedad, objetividad e información precisa.

La amplia franja existente entre sociedad y gobierno se ha ensanchado peligrosamente. En las últimas semanas, incluso, se han observado descuidos graves en materia de imagen de quienes gobiernan. Nadie, dentro de la estructura de gobierno, quiere tomar la responsabilidad de conducir con sobriedad el comportamiento de los funcionarios estatales.

Por ello, cada uno hace lo que le viene en gana: mientras algunos están cómodamente instalados en disfrutar la quincena y los inenarrables beneficios de su posición, porque finalmente no hay presupuesto para idear y operar proyectos, otros aprovechan los pocos recursos públicos para dedicarse casi exclusivamente a inflar su presencia en los territorios por los que quieren ser candidatos a diputados federales el próximo año.

Nadie parece tener ganas de trabajar, al menos por el bien de los veracruzanos. Y eso es grave.

Están confiados en que los únicos partidos ‘de oposición’ que pueden hacerle competencia, han sido divididos y los han puesto en fuertes confrontaciones, lo que evitará que sean una alternativa en 2015.

Ya veremos cuál es la respuesta que tiene Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que puede atraer a quienes piensan desde la izquierda y están asqueados de dirigencias corruptas como la que Sergio Rodríguez Cortés se empeña en mantener, con apoyos desde la Secretaría de Gobierno.

Así que, Veracruz, mal y de malas.

¿Cómo gestionar el escándalo?

Solo después de que el noticiero de Carmen Aristegui dio a conocer el modus operandi de la empresa ganadora de la licitación para obras deportivas relacionadas con los Juegos Centroamericanos y del Caribe por un monto de 691 millones de pesos, ha salido el titular de la SIOP, Gerardo Buganza Salmerón, a señalar que la fraudulenta corporación que opera bajo la denominación Expectra jamás comenzó los trabajos encomendados.

Pero la esperaron siete meses y solo hasta que se dieron cuenta de que los trabajos se retrasaban sin que la ganadora del concurso diera señales de vida, lanzaron una nueva licitación para que otra empresa se hiciera cargo, pese a que ello debió significar que Veracruz quedara mal y que los trabajos se estén realizando con demasiada premura, además de cancelar infraestructura que ya estaba comprometida.

¿Por qué Veracruz no cuenta con dependencias acuciosas que evalúen adecuadamente no solo las propuestas presentadas en las licitaciones sino, además, la trayectoria de quienes las presentan? ¿Por qué se tardó la SIOP siete meses en determinar que debía hacer un cambio en la empresa que se hiciera cargo de las obras?

Ante la evidencia de lo ocurrido (que nunca fue informado a los veracruzanos), Buganza ha debido enfrentar el cuestionamiento en el mismo noticiero que denunció estos hechos, el de Carmen Aristegui, donde se puso bravo.

Aunque desde su incorporación a la SIOP, el excandidato gubernamental panista había prometido actuar conforma a la ley, ser riguroso al enfrentar situaciones que pusieran en riesgo las finanzas estatales, lamentablemente, en este caso dejó crecer el problema.

Es lamentable que estos hechos, en que deben investigarse actos de corrupción de los funcionarios que aprobaron la licitación, lo traen a colación medios informativos de la Ciudad de México. También lamentables, las declaraciones del presidente de la Comisión de Juventud y Deporte del Congreso local, Octavio Pérez Garay, quien halló más preocupante que el asunto se ventilara en medios y no que hubiera ocurrido.

Pérez Garay, priista, debió estar más pendiente de lo que estaba ocurriendo en los temas que le competen. No es posible que este tipo de personajes se enteren de todo por vía de los medios de comunicación, como cualquier hijo de vecino, en lugar de fiscalizar avances, observar las formas de aplicación de los recursos y detectar errores en la gestión de las obras para, desde la tribuna, presionar para que se corrijan los temas.

En lugar de eso, el poco experimentado legislador se quejó de que un noticiero nacional hubiera puesto en evidencia los malos manejos en materia de inversión para infraestructura de la competencia. Si así seguirá actuando, que se vaya de botarga, sea de Toto o de Bamba. Haría un ridículo menor.

Comentarios: belin.alvaro@nullgmail.com | https://formato7.com/author/abelin/