En Veracruz no hay sector de la economía que no haya experimentado en los últimos dos años y ocho meses retrocesos en sus finanzas y en su productividad, factor íntimamente ligado al tema de lo que debe ganar un obrero o trabajador cuando desempeña cualquier actividad encaminada a la generación de riqueza.
Y es que lo complejo que aún continúa siendo el pago de impuestos, a pesar de la reforma fiscal de principios de año, encarece el permanecer en la formalidad para millones de contribuyentes.
A la hora de analizar el tema salarial mucho tiene que ver la capacidad que existe para producir lo que al final de todo el proceso significa la base de la cual hay que partir para mejorar las percepciones de un trabajador.
Es imposible pensar en que alguien mejore sus ingresos si lo que produce apenas alcanza para cubrir a medias sus necesidades más apremiantes. Y de ello se deriva la inversión que permite ampliar la infraestructura que le garantice al trabajador un mejor desempeño laboral. El caso es que estamos, desde hace años, en un círculo vicioso provocado por un modelo económico “desvencijado” y obsoleto y una economía de las finanzas estatales en quiebra.
Una de las desventajas de la discusión del tema es la “politización” de una serie de factores preponderantemente técnico-financieros que no se resuelven por “decreto”; por alguien que “ordene” que a partir de mañana aumenten los salarios, sin más ni más. Es de aquellos temas de la vida pública que escapan al “deseo” de los gobernantes o del “populismo” ramplón que tanto daño le hizo al país a finales de los 70 y toda la década de los 80.
Además, en otra de esas “distorsiones” de la política nacional se “ligó” al salario mínimo toda una serie de factores económicos: hay por lo menos 300 leyes vinculadas al salario mínimo en lo que se refiere al monto de deudas o sanciones y ello implica ir paulatinamente “desmontando” tal situación de modo que se proponga otra unidad de medida para tal fin.
Lo cierto es que si bien la sola palabra ya nos causa escozor, el “salario mínimo” quedó establecido desde hace muchos años como un “piso” del cual partir y no un “techo” o tope al cual llegar. El problema está en que la base, siendo endeble, no garantiza suficiencia a la hora de hablar de “remuneración” económica para millones de personas que ganan dos o tres salarios mínimos, que es el promedio del sueldo para la mayoría de la población en edad laboral. Algo así como seis mil pesos mensuales.
Pensar en que subirá el salario mínimo en estos momentos es una utopía, a lo que aspiramos los veracruzanos es que se conserve la planta laboral, las mejoras vendrán –si hay- hasta la próxima administración.